LA PROTEÍNA SPIKE QUE PRODUCE LA “VACUNA” COVID ES UN TÓXICO QUE ENVENENA EL ORGANISMO

No hace falta un agente denominado virus (carga), si es que tal cosa existe, para provocar el síndrome denominado Covid, sino meramente el envoltorio o cápside. La proteína espiga carece de carga vírica, por lo que no existe contagio ni infección, sino intoxicación. Y para que esta proteína entre en el organismo ha de ser inoculada. Todo el circo covid 19 obedece a justificar el inyectar el veneno que llaman “vacuna”.

Y, como suele ocurrir, los que idearon toda esta psyop también dispersaron pistas de que lo que mata es el envoltorio y no el contenido. La existencia o inexistencia del virus Sars-Cov-2 es por tanto, en este sentido, irrelevante.

Desde TerraIndomita seguimos pensando, como así lo hemos respaldado en numerosos artículos, aportando la documentación pertinente (otra cosa es la veracidad última de la misma, algo que a corto plazo es díficil de saber con total seguridad), que toda la plandemia, desde el punto de vista sanitario fue provocada por un tóxico sintético de laboratorio (en este caso una proteína de espiga artificial) utilizada como arma biológica, diseminada a través de fumigaciones, vacunas y en alimentos, apoyada y amplificada por otras armas biónicas auxiliares (tales como radiaciones, 5G por ejemplo, y otros tipos de ondas) y expandidas sobre un terreno sanitario nocivo, como lo es las condiciones de vida del mundo en el que vivimos: estres, mala alimentación, tóxicos en medio ambiente, alimentos y productos alimentarios, contaminación, polución, electricidad y electromagnetismo exacerbado, malas condiciones higiénicas, hacinamiento en ciudades, iatrogenia y praxis de la medicina industrial con sus medicamentos sintéticos para paliar y/o amplificar según convenga enfermedades creadas por ella misma, armas biológicas, psicológicas, biónicas y convencionales, miedo, condiciones laborales extenuantes y angustiosas, y un largo etcétera. Así pues han lanzado un primer tóxico artificial de intensidad moderada , lo han camuflado entre un montón de pistas falsas (secuencias de supuestos virus, especulaciones, documentos crípticos y contradictorios,…) y la tele y la ignorancia han hecho el resto. Con el miedo han inducido a la vacunación y ahí ha llegado el verdadero envenenamiento masivo para conseguir sus objetivos (los cuales ya se han explicado detalladamente en este blog, en resumen: un nuevo orden mundial)

Este artículo, aun cuando tiene una esencia muy oficialista en cuanto a la concepción de la salud, la enfermedad, los virus y el contagio, muestra muy bien cómo funciona la proteína de espiga S sintética y como afecta al cuerpo. Las cursivas son nuestras.


El propósito de este artículo es discutir los mecanismos biológicos que pueden explicar la toxicidad de las vacunas que utilizan tecnologías genéticas basadas en ARNm y ADN, basadas en la producción por parte del cuerpo humano de una réplica cercana de la proteína spike (“espiga” o “pico”) del llamado SARS-CoV2. Una vez producida la proteína, ésta induce una reacción inmune que permite el desarrollo de anticuerpos contra el virus SARS-CoV2.

Introducción a la proteína Spike

La ya famosa proteína “Spike” permite que el SARS-CoV2 se ancle en las células humanas gracias a su receptor: ACE2, que permite que el virus ingrese a la célula humana donde liberará su ARN y se replicará.

El receptor ACE2 es una proteína que atraviesa la membrana de las células que lo contienen (se dice que es transmembrana), y se llama enzima convertidora de angiotensina 2.

Por qué la proteína de pico es venenosa

[…] El receptor ACE2 es una proteína clave para nuestra salud. Se trata de una enzima (una proteína que facilita las reacciones químicas) que tiene misiones sumamente positivas y cruciales para nuestro organismo: ayuda a regular la presión arterial y sobre todo, que es especialmente clave en la patología [asociada] al COVID, es muy importante para luchar contra inflamación en nuestro cuerpo Y el COVID es una patología inflamatoria.


Por tanto, el virus se adhiere a una proteína muy útil para el equilibrio de nuestra salud. Al ser solicitado/ocupado por su vínculo con el virus, ACE2 ya no puede desempeñar su papel antiinflamatorio esencial. Esto crea un desequilibrio con otra enzima con la que normalmente está en equilibrio: la ECA (enzima convertidora de angiotensina) que activa la inflamación y que el virus deja libre. La consecuencia de este desequilibrio ACE2/ACE es la hiperinflamación que se desarrolla a través de cuatro vías bioquímicas principales que se revisarán en este artículo.

Entonces, es precisamente al unirse a ACE2 que la proteína de pico produce una parte importante de la inflamación que observamos en el COVID. Y eso puede conducir a la famosa “tormenta de citoquinas”, neumonía y potencial síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA) con coagulación y finalmente la muerte.


¡Y es esta misma proteína de pico la que las vacunas de ARNm y ADN deben producir en grandes cantidades (incontroladas) en nuestro cuerpo! Con la misma afinidad por el receptor ACE2, por tanto capaz de desencadenar los mismos procesos inflamatorios, algo bien conocido en la literatura científica desde hace al menos diez años y, por tanto, también por los fabricantes de vacunas.

Toxicidad difusa por picos en el organismo.

El segundo problema muy preocupante que multiplica por diez la toxicidad de esta interacción Spike/ACE2 es que estos receptores ACE2 están presentes en casi todas partes del cuerpo: faringe, tráquea, pulmones, sangre, corazón, vasos, intestinos, cerebro, genitales masculinos y riñones. y también en fluidos corporales (mocos, saliva, orina, líquido cefalorraquídeo, semen y leche materna) (Trypsteen W et al., 2020).


Esto tiene como consecuencia que el virus pueda crear esta inflamación en muchos órganos. Además, la mayoría de los pacientes con COVID tienen otros síntomas además de los trastornos respiratorios, incluidas disfunciones neurológicas, cardiovasculares, intestinales y renales (Argenziano MG et al., 2020) (Huang Cet al., 2020) (Lin L et al. , 2020) (Chu KH et al., 2005) (Mao L et al., 2020).

Dado que la proteína de pico está presente en el SARS-CoV2 (y sus variantes) y en las vacunas que la producen, esta toxicidad se aplica tanto al COVID (formas graves pero también al COVID prolongado) como potencialmente a todas las vacunas que se basan en una producción incontrolada de proteína de pico por parte de las células, a diferencia de las vacunas que se elaboran a partir de virus completos desactivados o basadas en proteína de pico desactivada. De hecho, ahora sabemos que después de la inyección de este tipo de vacunas, encontramos esta proteína de pico tanto en la superficie de las células (donde los fabricantes nos habían dicho que se encontraría) como también encontramos una cantidad significativa libre y circulando en la sangre. y llegando a diferentes órganos incluido el cerebro. Todos estos órganos, incluido el cerebro, expresan receptores ACE2. La inflamación puede producirse en cualquier lugar, incluidos los órganos vitales: corazón, cerebro, hígado, riñones…

Entonces, ¿por qué los expedientes de las empresas de vacunas (Moderna, Pfizer) sólo dan información (muy incompleta) sobre la toxicidad del ARNm? ¿Y nada sobre la seguridad de la proteína de pico? Quizás porque los investigadores han demostrado que la proteína de pico por sí sola puede inducir trombosis. Y estamos hablando aquí solo del pico, sin el virus completo, como en el caso de las vacunas de ARNm y ADN que producen el pico (Nuovo GJ, et al., 2021). De hecho, se ha demostrado que parte de las proteínas de pico sintetizadas por las células diana de la vacuna se encuentran libres y circulan en la sangre, donde pueden interactuar con los receptores ACE2 expresados por diversas células, incluidas las plaquetas, favoreciendo así la inflamación (Angeli F et al., 2021) (Zhang S et al., 2020).

Un estudio muy interesante demostró que el uso de un pseudovirus en cuya superficie se expresaba la proteína de pico (parte S1 que contiene el RBD) del SARS-CoV2 pero carente de ARN viral, causaba inflamación y daño en las arterias y los pulmones de ratones expuestos por vía intratraqueal (Lei et al., 2021). Lo mismo se observó en las células epiteliales humanas (las que recubren la pared de nuestros vasos) con ataque a las mitocondrias (compartimento que produce la energía de la célula). Este trabajo muestra claramente que la proteína de pico por sí sola, no asociada con el resto del genoma viral, es suficiente para causar el daño cardiovascular asociado con el COVID-19. ¡Las implicaciones para las vacunas son obviamente muy preocupantes!

Al menos igual de preocupante resulta el que, en un estudio in vitro, los investigadores demostraran que la spike por sí sola (parte S1) induce una pérdida de integridad de la barrera hematoencefálica (que separa los vasos que irrigan el cerebro del sistema nervioso central) en un modelo que reconstruía esta barrera, lo que sugiere la posibilidad de inflamación en los vasos cerebrales y en el cerebro mismo (Buzhdygan et al., 2020).


Este cruce de la barrera hematoencefálica se ha confirmado en ratones y la proteína de pico ha sido encontrada en las neuronas de todo el cerebro (Rhea EM et al., 2021). Esto es muy preocupante porque sabemos que el ARNm de las vacunas puede llegar al cerebro (Bahl et al., 2017), como también especifica la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) en hasta un 2% de la concentración plasmática (Agencia Europea de Medicamentos, 2021). Este ARNm puede producir proteína de pico allí y los receptores ACE2 son muy numerosos en el cerebro, donde las células no se renuevan, ¿podemos esperar problemas nerviosos o degeneración? 

Por otro lado, la proteína de pico del SARS-CoV2 y la vacuna al movilizar ACE2 también induce una disminución de la serotonina, lo que agrava o puede provocar estados depresivos o incluso suicidas (Klempin F et al., 2018) (de Melo LA et al., 2020).

También cabe señalar que se ha descrito pérdida del olfato (anosmia) después de la vacunación en sujetos COVID negativos, lo que demuestra que pueden aparecer síntomas idénticos a los de COVID que han sido desencadenados únicamente por la proteína de pico (Konstantinidis I y al., 2020). .

En vista de estos trabajos fácilmente accesibles en bases de datos o incluso en Google … cualquier investigador o médico concienzudo debería plantearse la cuestión de la toxicidad de la proteína de pico en las vacunas. Las declaraciones a priorísticas de la AFP, de los políticos independientemente de su función o de los famosos “fact checkers” deberían sosolayarse en favor de una verdadera investigación crítica porque está en juego la salud de la mayoría de los humanos de este planeta, incluidos los niños, ya que hemos entrado en una “lógica” de vacunación masiva.

De hecho, muchos investigadores y médicos de todo el mundo conocen y observan la toxicidad de estas nuevas terapias genéticas, pero se les concede poco espacio mediático en este marco tan controlado de la información del COVID y la vacunación como única solución.

Lo que es aún más grave es que la toxicidad dela proteína de pico por sí sola (como en las vacunas) se conoce desde hace más de diez años (Chen IY et al., 2010) con el SARS-CoV1. Y la proteína de pico del SARS-CoV-1 es entre un 76% y un 78% idéntica a la del SARS-CoV-2 (Wan Y et al., 2021). Así, los estudios in vivo han demostrado que la proteína de pico del SARS-CoV-1 empeora la insuficiencia pulmonar aguda a través de vías inflamatorias similares al SARS-CoV2 (Kuba K et al., 2005) (Patra T et al., 2020).

Peor aún, estudios que también se remontan al MERS-CoV y SARS-CoV-1 han demostrado que las vacunas basadas en la proteína de pico completa inducen una fuerte respuesta inflamatoria inmune en muchos órganos y, en particular, en los pulmones y el hígado (Czub M et al., 2005) (Weingartl H et al., 2004). En estos estudios in vivo en hurones, la vacunación no sólo no logró prevenir la infección, sino que los animales vacunados mostraron respuestas inflamatorias significativamente más fuertes que los animales de control y necrosis focal en el tejido hepático.

Estos estudios y otros han demostrado que es muy difícil vacunar contra los coronavirus (Jaume M et al., 2012. Incluso Peter Daszak, el director de EcoHealth Alliance que sirvió de enlace financiero entre el NIAID estadounidense del Dr. Fauci en colaboración con Ralph S. Baric (Universidad de Carolina del Norte) y el laboratorio chino en Wuhan, y cuyas investigaciones probablemente condujeron a la singularidad de este SARS-Cov2, escribieron sobre los coronavirus que “algunos de ellos pueden causar la enfermedad del SARS en modelos de ratones humanizados”. No se puede tratar con anticuerpos monoclonales terapéuticos y no se pueden contrarrestar con una vacuna”.

¿Qué vacunas propagan la proteína spike y con qué consecuencias?

De hecho, es esta gran diferencia la que debemos entender entre vacunas. [Según la medicina industrial]:

– las llamadas vacunas “clásicas”, en las que se inyecta directamente el antígeno, que es el virus desactivado completo y que contiene todas las proteínas del virus (la vacuna china Sinovac, la vacuna francesa Valneva), o una proteína (Novavax), que hasta la fecha es la spike. En ambos casos, la cantidad de pico presente es limitada (y desactivada); esto hará que el cuerpo produzca anticuerpos pero estas proteínas inyectadas están en cantidades definidas y luego serán eliminadas.

– vacunas en las que se inyecta ARNm (Pfizer, Moderna) o ADN (Sputnik, Astrazeneca, Janssen), lo que hará que las células humanas produzcan la proteína de pico que luego indirectamente se convierte en el antígeno. ¡Cabe añadir que no sabemos exactamente qué células harán esto y que de todos modos no es su función normal!

Un estudio de Pfizer muestra que se detectó ARNm en la mayoría de los tejidos desde los primeros momentos después de la inyección (15 minutos) y los resultados confirman que el lugar de la inyección y el hígado son los principales sitios de distribución (EMA, 2021). Se detectaron niveles bajos de reactividad en la mayoría de los tejidos, observándose los niveles más altos en plasma entre una y cuatro horas después de la dosis. Después de 48 horas (con concentraciones máximas observadas entre 8 y 48 horas), este ARNm se encuentra principalmente en el hígado (hasta un 21,5%), las glándulas suprarrenales, el bazo (≤ 1,1%) y los ovarios (≤ 0,1%).

Por lo tanto, lo que parece “hermoso” en el papel, para muchos científicos, también parece totalmente incontrolable y potencialmente muy peligroso, ¡incluso aparte de la toxicidad claramente establecida del pico para muchos otros científicos! Incluso aunque muchos de ellos guarden silencio.

En realidad, la producción de proteína de pico por parte de este ARNm es anárquica y no sabemos con precisión durante cuánto tiempo se produce esta proteína tóxica y permanece presente en las células de nuestros órganos, pero también en el torrente sanguíneo. Parece encontrarse al cabo de varias semanas con posibilidad de producir inflamación crónica en muchos órganos.

Además del pico que está libre y circulante, el pico también se expresa en las células endoteliales y puede activar las plaquetas sanguíneas y activar la coagulación, lo que también conduce a la trombosis (al liberar el factor plaquetario 4 o PF4) (Hermans C et al., 2021 ) (Greinacher A et al., 2021).

El problema es, por tanto, que las vacunas que inducen la producción de la proteína de pico tienen un potencial inflamatorio y oxidativo muy fuerte y durante un período aún difícil de evaluar, ya que no lo sabemos a causa de estudios de seguridad muy incompletos de la fabricantes. Casi toda la humanidad está pasando por pruebas clínicas. ¡Ya veremos ! Un estudio demostró que la proteína se encontró durante al menos 15 días después de la vacunación de Moderna, con un pico entre uno y cinco días de alrededor de 68 ng/L (nanogramos = mil millonésima parte de un gramo por litro de plasma) (Ogata AF et al. , 2021). Por supuesto, se necesitan más estudios, pero este trabajo debería haber sido realizado y publicado por las propias empresas, dada la conocida toxicidad de esta proteína, ¡y esto no sorprendió a la FDA, la EMA o la OMS!

Con la segunda inyección (a partir de los 21 días) se produce un nuevo pico de refuerzo a pesar de que los anticuerpos y el cuerpo están trabajando para eliminar esta proteína. Aunque Ogata y su equipo observan una presencia mucho más corta que la de la primera dosis (unos días), potencialmente tenemos una inflamación que puede ser crónica y extenderse durante varias semanas, lo que puede desestabilizar permanentemente el equilibrio inflamatorio en los vasos sanguíneos, la hígado, cerebro, riñones, etc.

Por tanto, estamos hablando aquí de la posibilidad de provocar los mismos síntomas que el COVID pero también potencialmente de promover todas las enfermedades inflamatorias a medio y largo plazo (cardiovasculares, neurológicas, oncológicas, autoinmunes), en particular en sujetos que ya padecen una enfermedad inflamatoria ( por ejemplo, diabetes) o antecedentes. “Debemos vigilar cuidadosamente las consecuencias a largo plazo de estas vacunas, especialmente cuando se administran a personas sanas” (Suzuki YJ, Gychka SG, 2021).

Vacunas: efectos secundarios graves, muertes por vacunas y patologías inflamatorias a largo plazo

A corto plazo encontramos una mortalidad importante, muy subestimada por los Estados y los medios de comunicación, con un millar de muertes confirmadas solo en Francia.

Muchos habían previsto esta infravaloración (de los efectos indeseados), ya que las empresas farmacéuticas se han desentendido de los graves efectos secundarios frente a los Estados, que han hecho lo mismo con los ciudadanos. Un panorama agravado porque se estima que los informes sobre efectos secundarios representan sólo alrededor del 10% de los realmente producidos.

En cuanto a estos efectos graves, sabemos en particular que las trombosis se deben directamente a la vacunación, así como la miocarditis y la pericarditis, los accidentes cerebrovasculares, etc. con niveles elevados de dímero D (marcador de coagulación) y PCR (proteína C reactiva: marcador de inflamación) (Greinacher A et al., 2021) (Diaz GA et al., 2021) (Dionne A et al., 2021).


La trombosis es la presencia anormal de un coágulo de sangre que resulta en una oclusión parcial o total, ya sea de una vena (trombosis venosa o “flebitis”) o de una arteria (infarto, derrame cerebral).

La miocarditis es una inflamación del miocardio (músculo que, al contraerse, permite que la sangre circule por los vasos sanguíneos y nutra los órganos del cuerpo) que conduce a la destrucción de sus células y reduce así su capacidad de contraerse y su capacidad de porporcionar un suministro de sangre. Poco a poco, el corazón ya no puede bombear. La inflamación puede extenderse a todo el músculo cardíaco o limitarse a una o algunas áreas. Una inflamación extensa en todo el corazón puede provocar insuficiencia cardíaca significativa, alteraciones graves del ritmo cardíaco y, en ocasiones, muerte súbita.

La inflamación subyacente a estos fenómenos probablemente ocurre, como se mencionó anteriormente, cuando las proteínas de pico circulantes reaccionan con los receptores ACE2 omnipresentes en el cuerpo y alteran el equilibrio ACE2/ACE (Seneff S y Nigh, 2021) (Ogata AF et al., 2021). Y precisamente, sabemos que en casi todas las condiciones patológicas, en particular las del sistema cardiovascular pero también las neurodegenerativas, hay una disminución de la relación ACE2/ACE dentro de los órganos (Bernardi S et al., 2012) (Lavrentyev EN et al., 2009) (Mizuiri S et al., 2008) (Yuan YM et al., 2015) (Kehoe PG et al., 2016).

En un estudio posvacunación con la vacuna AstraZeneca, se observaron trombosis en once sujetos (entre 22 y 49 años, con una media de 36 años) que desarrollaron trombosis venosas, incluidas TVC (trombosis venosa cerebral), tres de ellos con embolias pulmonares. Seis de los pacientes murieron a causa de estos graves efectos secundarios a una edad en la que la gente casi nunca muere a causa de la COVID (Greinacher A et al., 2021).

Ante el silencio ensordecedor y la negación de los políticos y de los médicos sujetos a múltiples conflictos de intereses, son en última instancia los investigadores quienes expresan sus temores ante estos graves efectos y piden al menos un seguimiento posvacunación, que debe incluir hemograma completo, dímero D, fibrinógeno, panel de coagulación, funciones y electrolitos renales y hepáticos, y prueba ELISA de PF4-heparina, si está disponible” (Long B et al., 2021).

En términos de neurotoxicidad, los efectos secundarios graves posteriores a la vacunación probablemente estén relacionados con la circulación del ARNm en el cerebro, pero también con la circulación libre en la sangre que cruza la barrera hematoencefálica (Buzhdygan et al., 2020) (Rhea EM et al. ., 2021). Además de los efectos neurológicos observados (incluida la parálisis de Bell) en los primeros meses de vacunación, en los próximos años se controlarán las enfermedades neurodegenerativas. (Ver Stéphanie Seneff “Vacunas SARS-Cov2 y enfermedades neurodegenerativas”)

También se observa hepatitis después de la vacunación, que potencialmente involucra reacciones autoinmunes (Bril F et al., 2019) (Rocco A et al., 2021), algunas de las cuales son fatales (Rela M et al., 2021). Los autores casi se disculpan por expresarlo (aquí AstraZeneca): “Mientras un paciente se recuperó sin incidentes, otro sucumbió a una enfermedad hepática… Esperamos que nuestro informe no disuada las campañas de vacunación COVID. Sin embargo, también esperamos crear conciencia sobre sus posibles efectos secundarios y el papel cada vez mayor de la farmacovigilancia a la hora de guiar el tratamiento. Cabe señalar que los estudios preliminares sobre vacunas, como por ejemplo la de AstraZeneca, se llevaron a cabo en sujetos bastante jóvenes y excluyeron a participantes con trastornos graves y/o no controlados de enfermedades cardiovasculares, gastrointestinales, hepáticas, renales, endocrinas/metabólicas, neurológicas, así como así como personas inmunocomprometidas y mujeres embarazadas (Voysey M et al., 2021). Este proceder obedece a minimizar los efectos secundarios graves cuando precisamente, en última instancia, estas poblaciones son las primeras en ser vacunadas masivamente porque son frágiles …

Amplificación por anticuerpos (ADE)

También debemos recordar el fenómeno llamado ADE (amplificación de la enfermedad por anticuerpos), donde, cuando tenemos anticuerpos defectuosos o insuficientemente competentes (los llamados “facilitadores”), las células inmunes que portan los anticuerpos contra el viruslo reconocen, pero en lugar de destruirlo, lo “ingerirán” y, en última instancia, contribuirán a su difusión. La producción de anticuerpos facilitadores se ha observado en muchas enfermedades virales tras la vacunación (dengue, Zika, Ébola, VIH, SARS-CoV, MERS-CoV, sarampión, peritonitis infecciosa felina, etc.).

Esto ha sido popularizado brillantemente por los doctores Fantini y Sabatier (Univ Aix-Marseille) en este artículo.

En resumen, existen tres categorías de anticuerpos producidos tras una infección viral o una vacunación:

– anticuerpos que no tienen ningún efecto sobre la infección viral (anticuerpos neutros),

– anticuerpos que bloquean la infección viral (anticuerpos neutralizantes),

– anticuerpos que facilitan la infección viral (anticuerpos facilitadores).

En el contexto actual, si los anticuerpos que adquieren las personas que se vacunan con las vacunas actuales, basadas en el ARNm y el ADN del SARS-CoV2 inicial (febrero de 2020), se vuelven ineficaces para destruir las variantes (porque estos virus habrían evolucionado, mutado demasiado), entonces estas variantes se multiplicarían aún más fácilmente en contacto con estos anticuerpos (entonces llamados facilitadores), y las personas infectadas a menudo padecerán una forma más grave de la enfermedad.

Los autores de este artículo también han publicado su trabajo de modelización, que muestra que los anticuerpos que facilitan la propagación del virus (ADE) tienen más afinidad con la proteína Spike que los anticuerpos neutralizantes con respecto a la variante delta (al contrario de lo que se observa con la cepa ARS-Cov2 original de 2020, Wuhan/D614G)!

Este fenómeno ocurre mucho más frecuentemente con las vacunas que con los anticuerpos producidos durante una infección (Ulrich H et al., 2020) (Lee WS et al., 2020) (Cardozo T et al., 2021). También es un fenómeno que podría explicar en parte el gran número de personas vacunadas que desarrollan COVID y mueren a causa de él (por ejemplo, en Israel, el Reino Unido, Islandia). No es conveniente, ni siquiera inocuo, vacunar en medio de una epidemia.

[Y eso que lo hasta aquí expuesto sólo describe los efectos de la proteína espiga S, y no habla del resto de componentes que tienen las vacunas. Sigan vacunándose, su salud se lo agradecerá]


Dr. Jean-François Lesgards


Traducción: Astillas de Realidad

Revisión: TerraIndomita