Somos más idiotas que nunca

Las pantallas y el uso de dispositivos digitales nos están haciendo idiotas, cada vez más y más idiotas. Estar pegado a una pantalla acarrea graves problemas cognitivos. Entre los dos y los 18 años un chaval occidental pasa delante de una pantalla el tiempo equivalente a 30 cursos escolares.

El uso de los dispositivos digitales está teniendo un efecto devastador en la inteligencia, en el poder de memorización, en el uso del lenguaje, en la capacidad de pensar, de razonar… Las capacidades cognitivas están experimentando el descenso más pronunciado que se haya producido nunca en la historia de la humanidad. Mark Bauerlein, profesor de la Universidad Emory en Atlanta (Georgia), sostiene que esta es la generación más estúpida que haya habido nunca.

Pero es posible acabar con los cretinos digitales. Por ejemplo leyendo. La lectura tiene numerosos beneficios para el desarrollo intelectual, emocional y social de los niños.

Leer nos hace más humanos y más inteligentes. Leer nos hace más inteligentes en términos de intelecto, pero también de inteligencia social y emocional. Leer es fundamental para tener buenos resultados académicos, pero no somos conscientes de lo importante que es leer para toda nuestra existencia. Subestimamos enormemente lo valioso que es leer. Leer mejora muestra inteligencia emocional, social y cognitiva.

Habrá quien diga que hoy se lee mucho pero en pantallas… Eso no es verdad. El tiempo que pasamos leyendo en internet es realmente muy poco, apenas unos minutos al día. De todo el tiempo que pasamos frente a pantallas, leer representa únicamente entre un 2 y un 3%, lo que supone únicamente unos pocos minutos al día. Un amigo terapeuta suele decir que su hijo es bilingüe, en el sentido de que domina la lengua oral y la lengua escrita. Y, efectivamente, son cosas distintas. El lenguaje escrito es más rico y transmite más conocimiento que el lenguaje hablado. Si se comparan libros de ficción -incluso libros de ficción para jóvenes- con las conversaciones de adultos -adultos incluso con títulos universitarios- se observa más riqueza en los libros, riqueza en términos de lenguaje pero también de conocimiento. Y lo mismo ocurre si se compara el lenguaje de libros con el de series o películas.

En los libros hay mucha más riqueza de léxico que en el lenguaje hablado y un léxico más complejo, porque si un amigo me pregunta cómo estoy va a recibir mucha información a través de mi aspecto, de mi lenguaje facial, del tono de mi respuesta… Pero si tengo que decirle por escrito cómo me siento, tengo que usar muchísimas más palabras porque tengo que describir todo eso que no se ve. Por eso los libros son ricos en léxico, porque en ellos hay que describir sentimientos y emociones que en el lenguaje oral con frecuencia no es necesario explicitar. Hay por ejemplo un estudio que estima que en los libros infantiles una de cada cuatro palabras está relacionada con las emociones. Y, por supuesto, en los libros no solo hay más léxico que en el lenguaje oral, sino también más gramática: la sintaxis es mucho más compleja, las frases son más largas, hay más subordinadas y más oraciones pasivas… Además, hay muchas palabras que solo se emplean en el lenguaje escrito y que, por tanto, solo pueden aprenderse si se leen.

“Cada vez que un niño se expone a un millón de palabras, aprende unas mil. Para alcanzar un millón hay que leer entre 10 y 15 libros”

Leer novelas gráficas y cómics no tiene el mismo efecto que leer libros tradicionales. Es una cuestión de volumen: los estudios estiman que cada vez que un niño se expone a un millón de palabras, aprende unas mil. Para alcanzar un millón de palabras hay que leer entre 10 y 15 libros normales. Pero en los cómics y en el manga hay mucho menos vocabulario, así que para llegar a ese millón de palabras hay que leer cientos de ellos. Eso no significa que los cómics y el manga no estén bien, enseñan cosas, por supuesto, enseñan por ejemplo a desarrollar la imaginación. Pero en términos de lenguaje, de capacidad lectora y de resultados académicos, los beneficios que proporcionan son muy pobres en comparación con los libros. Y hay algunas entradas escritas en redes sociales y en blogs cuyo lenguaje es tan pobre que no solo no aportan beneficios, sino que son perjudiciales y tienen un efecto negativo.

La lectura nació hace unos 5.000 años, cuando surgió la escritura. El lenguaje es mucho más antiguo y gracias a la evolución está inscrito en nuestro patrimonio genético y se apoya en una organización neuronal previamente establecida. Pero la lectura, al ser mucho más reciente, tiene que ir cavando su surco en los meandros de una árida arborescencia cerebral. Leer nos parece sencillo, pero es fruto de un proceso lento y complicado, hay que descodificar los signos, transformarlos en sonidos, unir los sonidos y formar sílabas, palabras, frases y párrafos y entender su significado. En ese sentido, la velocidad de lectura es importante, el número de palabras que lee una persona en un minuto, por supuesto entendiendo lo que lee. Un lector eficiente lee unas 280-300 palabras por minuto. Se han hecho estudios, se ha hecho seguimiento de niños desde el colegio hasta la universidad para ver cuánto se tarda en adquirir las competencias de un lector eficiente, y el resultado es que se tarda unos 20 años. En los últimos 50 años la velocidad de lectura se ha reducido considerablemente, algo que se observa sobre todo en la educación secundaria.

En España, como en Francia, alrededor del 50% de los niños son lectores muy, muy débiles, con problemas de comprensión lectora. Los resultados del último informe PISA son catastróficos, y España no es ninguna excepción. Si se comparan los resultados de 2022 con los de 2015, la caída es tan grande que equivale a que los chavales hubieran perdido un año escolar completo, los que estaban por ejemplo en cuarto de la ESO en 2022 se encontraban al nivel que en 2015 tenían los de tercero de la ESO. En España, como en Francia, alrededor del 50% de los niños son lectores muy, muy débiles, con problemas de comprensión lectora. En el anterior informe PISA se planteó una pregunta sobre unos árboles que los alumnos habían estado estudiando durante nueve meses y cuya respuesta conocían, pero más del 50% de los niños de 13 años no fueron capaces de responder correctamente a la pregunta porque no la entendían. Cada vez hay menos comprensión lectora en España, en Francia, en Alemania, en prácticamente todos los países occidentales. Y eso es dramático no solo para los niños, sino también para los países, porque los estudios muestran que los países con más educación son los que tienen más crecimiento. Los resultados de PISA muestran una caída enorme en la preparación en Europa, sobre todo en comparación con los países asiáticos. Y si no hacemos algo, las consecuencias económicas serán graves.

En la novela 1984 de George Orwell, por ejemplo, se impulsa una neo-lengua muy pobre con fines represivos, basada en la idea de que aquello que no se nombra no puede ser pensado. Pero hay varias distopías, la de Orwell, la de Huxley en Un mundo feliz, la de Bradbury en Fahrenheit 451… Bradbury decía que no era necesario quemar libros, que bastaba con conseguir que la gente no los leyera. Y en esas estamos. Los libros nos enseñan a pensar el mundo, y si no leemos careceremos del conocimiento mínimo para entenderlo. Y claramente leer menos nos hace también más permeables, más manipulables.

Michel Desmurget

Investigador y escritor francés especializado en neurociencia cognitiva