El fraude de las armas biológicas y su relación con las vacunas

Todo el mundo ha visto ahora que las pandemias son otra forma para que los servicios militares, de inteligencia y de salud pública amplíen sus presupuestos y su poder. En 2020, las agencias de salud pública, defensa e inteligencia utilizaron como arma la pandemia de Covid-19, lo que resultó en ganancias sin precedentes para las grandes farmacéuticas y la dramática expansión del estado de seguridad/vigilancia, incluido un abandono sistémico de los derechos constitucionales (en la práctica, un golpe de estado).

Un virus fue diseñado en un laboratorio financiado por Estados Unidos en Wuhan por un grupo de científicos chinos y occidentales.

«Tomaron un virus que sólo podía infectar a los murciélagos y lo hicieron mortal para los humanos permitiendo que pueda infectarnos muy fácilmente», afirma R. Kennedy en su libro El Encubrimiento de Wuhan (https://www.bitchute.com/video/nt1flRKNOfxI/), en el que muestra el surgimiento del complejo industrial-de guerra biológica: el gigante global que comprende alianzas militares/de inteligencia, grandes farmacéuticas , grandes tecnológicas , instituciones académicas y médicas y organizaciones no gubernamentales, o ONG, que crearon el virus conocido como SARS-CoV-2 y dirigieron la respuesta global al mismo.

El libro ha sido tan censurado que no puedo encontrar ni una sola reseña real en Google. Newsweek informó que las librerías independientes no lo tienen disponible.

El surgimiento del complejo industrial de guerra biológica

  • La industria de la guerra biológica comenzó a crecer después de la Segunda Guerra Mundial, cuando las agencias de inteligencia occidentales importaron científicos japoneses y alemanes para ayudar a desarrollar armas contra los enemigos comunistas. Esta fue, de hecho, la primera tarea de la recién formada CIA (Agencia Central de Inteligencia).
  • Después del 11 de septiembre, la financiación para la investigación de armas biológicas se disparó, al igual que el poder y el alcance de las agencias militares y de inteligencia a cargo de dicha investigación. La investigación, presentada al público como “preparación y respuesta a una pandemia (pandemic preparedness and response, PPR)”, abarcó principalmente intentos de diseñar patógenos mortales, predominantemente mediante vacunas.
  • Se estaba invirtiendo tanto dinero en la investigación de PPR/armas biológicas que las agencias de salud pública y las instituciones académicas involucradas en la investigación gubernamental y contratistas del estado se volvieron dependientes de ella o, tal vez más exactamente, adictas al dinero y al poder que otorgaba este tipo de investigación.

Se crearon asociaciones multinacionales público-privadas y “organizaciones no gubernamentales” (por ejemplo, la Fundación Bill y Melinda Gates y el Wellcome Trust ) para financiar y promover la necesidad de este tipo de investigaciones.

  • En el otoño de 2019, un patógeno diseñado desde varios laboratorios de armas biológicas, uno de ellos de China, pero también en colaboración con laboratorios de Canadá, EE.UU, Ucrania y aíses de Asia Central, llegó a la población. Todos los funcionarios militares, de inteligencia y de salud pública de China, Estados Unidos, el Reino Unido y otros países, con sus socios farmacéuticos y académicos, conspiraron para encubrir la diseminación del patógeno, mientras se preparaban simultáneamente para desatar el medio por el que esparcirían definitivamente el tóxico/patógeno en el mundo: las vacunas.

Virus, tóxicos, patógenos modificados por el Departamento de Defensa de EE.UU para usarlos como armas biológicas. Es importante que las personas comprendan el inicio de lo estudios de ganancia de función de los virus, y su relación con el grupo financiero Vanguard-BlackRock que financian al Foro Económico Mundial, que fueron los que organizaron la falsa pandemia y ahora el falso cambio de clima. Este grupo controla a la OMS y varios funcionarios de varios gobiernos… (https://www.bitchute.com/video/ar28nr0ETXAv/)

La historia de la industria de la guerra biológica actual comienza después de la Segunda Guerra Mundial, cuando científicos alemanes y japoneses fueron repatriados en secreto para ayudar a la comunidad de inteligencia y al ejército en el desarrollo de programas de armas químicas y biológicas.

No es coincidencia que muchas características siniestras de aquellos programas anteriores se hayan conservado hasta el presente.

Estas características incluyen:

  • Estrechas alianzas con la industria farmacéutica y los medios de comunicación.
  • La complicidad de la academia y las facultades de medicina.
  • La control de los medios.
  • Secreto intenso.
  • Experimentación generalizada con sujetos humanos.
  • Uso ambiguo de la palabra «voluntarios».
  • Pruebas al aire libre en grandes poblaciones renuentes.
  • Elasticidad ética.
  • La normalización del engaño.
  • El uso de la microbiología para alterar y convertir insectos en armas.
  • El uso del desarrollo de vacunas como máscara para la investigación de armas biológicas.
  • La corrupción de todo el establishment médico.

Incluso esta lista basta para explicar lo que pasó con la COVID-19: si se toman todos estos ingredientes, se añaden miles de millones de dólares y asociaciones multinacionales público-privadas que involucran a las principales instituciones de investigación y miles de científicos, ¿cómo no se podría producir un desastre global?

Profundos vínculos entre la CIA y la guerra biológica

“Vale la pena revisar la preocupación de setenta y cinco años de la agencia por las armas biológicas, las pandemias y las vacunas. El desarrollo de armas biológicas fue el primer amor de la CIA y sigue siendo su pasión incansable. La obsesión natal de la CIA por las armas biológicas enfrentó a la agencia contra todos los fundamentos idealistas tanto de la democracia como de las artes curativas de la medicina”, escribe R. Kennedy

Un punto importante relacionado es que la investigación de armas biológicas no es una industria oscura y de nicho. Más bien es una de las principales preocupaciones de defensa nacional, que impulsa la agenda de seguridad nacional:

“Tras el colapso de la Unión Soviética, el aparato militar y de inteligencia erigieron la agenda de bioseguridad como la nueva punta de lanza de la política exterior estadounidense. Estas agencias reemplazaron hábilmente el miedo al monolito soviético y al comunismo progresivo por el miedo a las enfermedades infecciosas, que han avivado con éxito para justificar vastas expansiones de poder”, sostiene Kennedy en su libro.

El general de cuatro estrellas Wesley Clark, quien fuera Comandante Supremo de la OTAN, explica cómo desde los despachos políticos se trazan planes para aniquilar millones de vidas. (https://www.bitchute.com/video/xPxSww3WhV3t/)

Participación sorprendentemente amplia de académicos y científicos

Debido a que la agenda de bioseguridad –que se centra en la investigación bioquímica y médica– es tan central para la política exterior y la seguridad nacional, controla grandes porciones de financiación de la investigación.

Por lo tanto ha llegado a abarcar muchas instituciones académicas importantes y miles de médicos y científicos:

“Entre los efectos secundarios más alarmantes de la preocupación federal por las armas biológicas se encuentra el desvío sistemático de vastos recursos y ejércitos de científicos académicos y gubernamentales fuera de la salud y la salud pública.

Hoy en día, unos 13.000 científicos de la muerte trabajan en tecnología de armas biológicas en nombre de las agencias militares, de inteligencia y de salud pública de los EE. UU. en unos 400 laboratorios de armas biológicas gubernamentales y universitarios”. Expone The Wuhan cover up

Quiebra moral

Cuando se enfrentan a las “teorías de conspiración” del COVID-19 la gente suele argumentar que es imposible que tantos médicos y científicos hayan aceptado conscientemente ideas que acaban con la civilización, como los confinamientos y las inyecciones de productos médicos inseguros a miles de millones de personas.

La historia ha demostrado una y otra vez el asombroso poder de la agenda de armas biológicas para transformar en monstruos a personas compasivas, brillantes e idealistas.

Como clase, han demostrado un juicio completamente retorcido y una inclinación confiable por la deshonestidad y las ideas terribles.

Vacunas innecesarias para justificar la carrera de armas biologicas están causando mas daño que beneficios. Los vacunados con vacunas del calendario infantil tienen muchas mas probabilidades de contraer enfermedades crónicas que los no vacunados, mas de 100 estudios demostrando esto. (https://cienciaysaludnatural.com/mayor-probabilidad-de-enfermedades-cronicas-en-menores-vacunados-que-en-no-vacunados/)

Investigación de armas biológicas = investigación de vacunas

Otra idea crucial que influye en nuestra comprensión de la respuesta a la COVID-19 es que la investigación de vacunas es una preocupación primordial para el complejo industrial de la guerra biológica, aunque se presenta públicamente como un esfuerzo de salud pública.

Debido a que la financiación de la investigación de vacunas se destina tanto a agencias de biodefensa como a agencias de salud pública, ambas se han vuelto inextricablemente vinculadas:

“El ejército y las agencias de salud pública trabajan en estrecha coordinación para desarrollar vacunas para aplicaciones militares, compartiendo información y trabajando codo con codo en los laboratorios. La investigación sobre vacunas a menudo sirve como cobertura o justificación para el desarrollo ilegal de armas biológicas”. Afirma Francis Boyle, especialista en armas biológicas

De una obsesión por la seguridad nacional estadounidense a una herramienta del globalismo

Después del 11 de septiembre, el terrorismo se convirtió en el centro de la defensa nacional de Estados Unidos. Después de los ataques con ántrax, el foco de las actividades antiterroristas se centró en la necesidad de predecir, prevenir y crear “contramedidas” (inyecciones de ARNm y ahora ARNm-sa) al terrorismo biológico:

“Este enemigo más confiable y aterrador pronto reemplazaría a la guerra contra el terrorismo, justificando una ‘guerra eterna‘ contra los gérmenes. La ‘bioseguridad’, también conocida como Preparación y Respuesta a Pandemias (PPR), proporcionó una justificación para la presencia estadounidense en cada nación en desarrollo”, dice Boyle

El enfoque en el bioterrorismo, que primero sirvió al impulso imperialista estadounidense, luego se incorporó al programa del globalismo. El emergente complejo médico/militar-industrial pronto citaría la bioseguridad como pretexto para un control centralizado, una respuesta coordinada entre las naciones, un proyecto de construcción en expansión para nuevos laboratorios de armas biológicas en Estados Unidos, el archivo de cada germen con potencial armamentístico bajo el pretexto de la protección contra una pandemia.

El control de los medios de comunicación, la imposición de la censura, la construcción de una infraestructura de vigilancia sin precedentes aparentemente necesaria para «rastrear» las infeccionesidentificaciones digitales universales , monedas digitales para reducir la propagación de enfermedades y la cesión del poder por parte de los gobiernos nacionales a las OMS [Organización Mundial de la Salud]; en resumen, globalismo.

El complejo industrial militar de EE.UU junto con el grupo Vanguard y BlackRock, a su vez corporaciones propiedad de las más poderosas familias del mundo bancario y capitalista internacional, como los Rothschild, los Rockefeller, los Morgan y varias familias aristocráticas de EE.UU y del Imperio Británico, y sus tentáculos (CFR de EE.UU, RIIA británico, Consejo Atlántico, Foro Económico Mundial, Comisión Trilateral, Club de Roma, Club Bildelberg, etc) son los que están detrás de toda la falsa pandemia (https://www.bitchute.com/video/3iL8i0hkt3BK/)

Al mismo tiempo, los líderes chinos estaban trabajando en la misión de convertir a China en un líder mundial en ciencia, investigación e innovación.

Los chinos, o al menos facciones de sus líders, interconectados históricamente con la familia Rothschild, los Windsor y la realeza británica y la banca Morgan, han estado utilizando la marcha de Occidente hacia el globalismo para expandirse a “la academia, las empresas, los medios de comunicación, los grupos culturales y las agencias gubernamentales occidentales que hablan el lenguaje de la cooperación, el globalismo y la salud pública”.

Como parte de su proceso, los chinos prodigaron financiación a instituciones de investigación y editoriales científicas occidentales. Y como la investigación biomédica y de guerra biológica era tan central para los gobiernos y las instituciones de investigación occidentales, los chinos acabaron involucrándose también en ese espacio.

Así, China pudo colaborar con instituciones académicas y agencias de salud pública estadounidenses para que realizaran investigaciones clandestinas sobre armas biológicas para el ejército chino y sus amos globalistas.

El denominado SARS-CoV-2 era un arma biológica diseñada en un laboratorio financiado por el ejército chino, Estados Unidos y otros gobiernos occidentales.

Siendo los chinos los principales financiadores de instituciones, revistas y proyectos occidentales relacionados con la investigación biomédica, esta extraña colaboración no sólo no fue sorprendente, sino que, de hecho, fue inevitable

Además, los intereses de China se cruzan con los intereses de las principales corporaciones globales y ONG que componen el complejo industrial de guerra biológica, muchos de los cuales se enriquecieron considerablemente gracias a la respuesta al COVID-19. 

Existe una intersección natural de intereses entre los titanes empresariales occidentales y un antiguo gobierno comunista, o una parte de él, que se ha convertido en el modelo global para fusionar sin problemas el poder corporativo con el gubernamental y promover el crecimiento empresarial mediante el totalitarismo.

Por su parte, la comunidad de inteligencia estadounidense tiene todo tipo de razones (todas en última instancia orientadas a aumentar su propio poder e influencia) para participar en proyectos delicados de investigación científica con los chinos:

“La transferencia deliberada del conocimiento sobre armas biológicas a los chinos –un enemigo potencial– tiene poco sentido para los ciudadanos que piensan en términos de rivalidades convencionales entre naciones. Pero compartir silenciosamente tecnologías de vanguardia también puede servir al propio interés institucional. Después de todo, la comunidad de inteligencia amplía su poder al informar sobre las crecientes capacidades del enemigo; Capacidades más aterradoras en el extranjero justifican mayores presupuestos y un mayor poder en el propio país”. Razona Kennedy.

Según el experto en armas biológicas, Boyle:

“Las oportunidades para expandir el poder institucional y las ganancias corporativas siempre parecen prevalecer sobre el patriotismo y el deber dentro de los equipos de armas biológicas de la CIA. El patriotismo es una ficción educada entre el conjunto de armas biológicas”.

Las agencias de salud pública, que están muy involucradas y financiadas por la investigación sobre guerra biológica, comparten el mismo “patriotismo” de la CIA:

“Los NIH [Institutos Nacionales de Salud] y el NIAID [Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas] operan bajo los mismos incentivos perversos que impulsan conductas destructivas en todo el campo de las armas biológicas”.

Una convergencia de intereses personales, políticos, financieros y globales.

Hay varias figuras clave en el complejo industrial de la guerra biológica, incluido el Dr. Jeremy Farrar del Wellcome Trust (ahora en la OMS), el Dr. Anthony Fauci de los NIH y Bill Gates .

La pandemia de COVID-19 surgió del guiso tóxico de estándares de investigación de guerra biológica éticamente comprometidos; instituciones/organizaciones militares, de inteligencia, de salud pública y académicas que dependen de la financiación de la guerra biológica; la participación de China y los intereses globales en el floreciente negocio de la “preparación y respuesta ante una pandemia”; y, por supuesto, la búsqueda interminable de poder político y enriquecimiento personal. (https://cienciaysaludnatural.com/nueva-era-de-las-armas-geneticas-el-mayor-crimen-organizado-de-la-historia/)

Todos ellos, y muchos otros, se unieron, a través de la codicia y el poder personal e institucional, para desatar la catástrofe del COVID-19 en el mundo:

Farrar aprovechó la pandemia para promover las agendas financieras venales de sus patrocinadores del WEF [Foro Económico Mundial], para transformar las democracias occidentales en estados de vigilancia, para expandir su poder personal y su sueldo, y para complacer a funcionarios chinos de alto nivel y a las élites gobalistas.

Lograr estos objetivos requirió que Farrar ocultara los orígenes del laboratorio del Covid, un proyecto en el que reclutó a un cuadro de sus compinches del cartel médico, aquellos que, gracias a años de financiación de Fauci, Farrar y Gates, ahora ocupan los niveles más altos de virología en el mundo académico, las agencias reguladoras y las empresas farmacéuticas.

Conclusiones

La respuesta a la pandemia fue dirigida por las ramas de seguridad e inteligencia nacional del gobierno , no por las públicas. agencias de salud. De hecho, por eso se propagó una “pandemia”, con la diseminación, como afirma Proyect Veritas revelando documentos del Pentágono filtrados, de un tóxico no letal mediante fumigaciones, para luego implementar una segunda fase más intensa con las vacunas, que también tenían un objetivo de control y sumisión de la población y la expansión de un proyecto transhumanista y de reducción de población. Todo ello siguiendo un plan maltusiano de transferencia de poder (como afirma Andrei Fursov) para imponer un nuevo paradigma digital y totalitario de cambio social de economía y de modelo energético, desde arriba.

La catástrofe del COVID-19 fue causada y dirigida por una camarilla multinacional financiera, militar, de inteligencia, académica, farmacéutica, tecnológica y de ONG.

No va a ser facil salir del complejo industrial de guerra biológica global que puede convencer o coaccionar a los gobiernos para que declaren estados de emergencia por supuestas amenazas pandémicas y luego restringir los derechos civiles e imponer una vigilancia masiva., censura y propaganda que no se permitirían en situaciones que no sean de emergencia. Aun no hemos podido lograr que las personas dejen de usar las redes sociales de estas empresas de la bioelite, por alternativas independientes disponibles, por ejemplo…

Siguen manipulando y acumulando enormes riquezas y al mismo tiempo obligan a la población mundial a aceptar “contramedidas” médicas novedosas, no probadas y potencialmente letales .

Lo que es aterrador es que la enormidad del problema está más allá del alcance de libros y fuentes, no sólo para resolverlo, sino incluso para reconocerlo plenamente. Tanto Boyle, como Kennedy, como Project Veritas, o tantos otros, no van más allá de lo que parece ser la punta del iceberg y todos ellos tienen también sus propias agendas.

Así por ejemplo, Kennedy es un demócrata convencido de la necesidad del estado capitalista que responde a oscuros intereses sionistas y está vinculado con, o al menos influido por, la secta cabalista sionista Chabad Lubavitch, una de las organizaciones más poderosas del mundo, detrás de muchos acontecimientos claves de la geopolítica internacional, a la que pertenecen tanto el presidente ucraniano Zelensky, como el argentino Milei e incluso esta cábala alcanza a presionar a Putin o a Trump, no se sabe con cuánta profundidad (el hecho es que todos los citados apoyan a Israel o miran para otro lado). Todo ello no quita para que esté haciendo una gran labor de denuncia de las terapias génicas, las vacunas y la plandemia de covid. Con qué finalidad, eso ya es muy difícil de decir.

Boyle redactó la ley anti-terrorista sobre armas biológicas estadounidenses de 1998, lo cual dice bastante de sus vínculos con el establishment norteamericano, aunque en la actualidad se oponga a una facción de la élite mundal.

Project Veritas, por su parte, tiene o tuvo vínculos con Steve Bannon (un jesuíta de pro, igual que Donald Trump) y la derecha libertaria estadounidense, siempre bien financiada por negocios opacos y capitalistas.

Sasha Latypova es una ex empleada farmacéutica y experta en biotecnología con 25 años de experiencia en ensayos clínicos, tecnologías clínicas y aprobaciones regulatorias. Es propietaria y administradora de varias organizaciones de investigación por contrato y ha trabajado con más de 60 compañías farmacéuticas a lo largo de su carrera, también ha interactuado con la FDA, a la que ahora denuncia públicamente, al igual que al resto de la industria farmacéutica.

No significa que lo que exponen todos ello no sea cierto pero sí que hay detrás mucho más y más complejo de lo que muestran sus interesadas conclusiones. Sea como fuere, aquí están para que juzguen por sí mismos.

TerraIndomita

Fuentes

Kennedy, R. The wuhan cover up

Francis Boyle

Project Veritas

Mah Jong

Ciencia y salud natural

off guardian

Sasha Latypova

Andrei Fursov