La OMS pretende gobernar tiránicamente sobre todos los países

El acuerdo mundial de preparación frente a pandemias («tratado sobre pandemias») que está poniendo en marcha la Organización Mundial de la Salud (OMS) con el Foro Económico Mundial allanará el camino para «un enfoque fascista de la gestión social». Los beneficiarios serán corporaciones e inversores sin escrúpulos a quienes benefició la respuesta al COVID-19. El resultado será la pérdida de derechos humanos y de libertades individuales.

El Dr. David Bell, médico clínico y de salud pública con un doctorado en salud de la población y antiguo responsable científico y médico de la OMS afirma que el tratado representa una toma de poder aterradora que, si tiene éxito, otorgará a la OMS un papel central de dirección y un poder monopolístico en la gobernanza sanitaria mundial.

En su redacción actual, el tratado otorgará a la OMS autoridad para ordenar medidas que incluyen importantes contribuciones financieras por parte de Estados individuales, confinamientos, restricciones de viaje, reconocimientos médicos forzosos y vacunaciones obligatorias, durante una emergencia de salud pública declarada por ella misma.

La OMS tendrá potestad exclusiva y amplia para declarar Emergencias de Salud Pública de Importancia Internacional (PHEIC por sus siglas en inglés), ante cualquier amenaza potencial o real para zonas extensas, ya sean biológicas, climáticas o medioambientales. Y lo hará sin pruebas adecuadas y decidiendo por sí sola las medidas y sustancias médicas que se impondrán a la población sin consentimiento informado.

Sus poderes también incluirán la censura oficial de la información, incluida la libertad de expresión -opiniones contrarias a la narrativa oficial presentada por la OMS-; y no será responsable ante ningún parlamento nacional ni estará limitada por ninguna salvaguarda constitucional.

La OMS publicó el 1 de febrero de 2023 un proyecto preliminar del «CA+ de la OMS» (Convenio, Acuerdo u otro instrumento internacional de la OMS sobre prevención, preparación y respuesta frente a pandemias) con 38 artículos, ampliados a 41 en un borrador subsecuente de 2 de junio del mismo año. Este tratado de pandemias (ahora conocido oficialmente como «acuerdo») marca un cambio fundamental en el funcionamiento de la OMS. Busca en secreto, a puerta cerrada, asumir amplios poderes bajo la figura de su director general.

En virtud del acuerdo propuesto, la OMS puede, a voluntad, declarar una pandemia, declarar una Emergencia de Salud Pública de Importancia Internacional (PHEIC) y, a continuación, asumir la autoridad de los gobiernos nacionales para detener a los ciudadanos, restringir sus viajes, exigirles pasaportes de vacunación (vacunas y test forzosos) y aumentar la censura en los medios sociales. El acuerdo también funcionaría como un «convenio marco» que se prorroga, año tras año, indefinidamente. Facilita el papel dictatorial de la OMS en su afán por adquirir un poder sin límites.

Dos instrumentos, el propio acuerdo y las enmiendas al Reglamento Sanitario Internacional (RSI) de 2005, están diseñados para funcionar en paralelo y otorgar poderes draconianos a la OMS. Ambos textos implican irremediablemente la transferencia a la OMS del poder de amenazar la libertad sanitaria, lo que representa una amenaza fundamental para la autonomía nacional, médica y corporal.

La OMS es un órgano externo, no electo, que no puede ni debe ser designado para un cargo tan dictatorial. Durante el evento COVID-19, quedó patente su papel como facilitador de la tiranía médica. Abogó por los confinamientos forzosos, que destruyeron los medios de subsistencia de millones de personas en la India y en todo el mundo y crearon un incremento de los problemas de salud mental. Cerró escuelas, retrasando la educación de una generación. Promovió vacunas insuficientemente probadas y no aprobadas bajo EUA (Autorización de Uso de Emergencia por sus siglas en inglés) que, a pesar de las afirmaciones de «seguras y eficaces» no lo eran, y causaron un importante aumento de las enfermedades cardíacas y cerebrales inducidas por la proteína espiga.

Si se aprueba por mayoría simple en la 77ª Asamblea Mundial de la Salud de mayo de 2024, el «tratado sobre pandemias» entrará en vigor en un plazo de 12 meses para todos los países, a menos que un país presente de forma proactiva rechazos u objeciones en un plazo de 10 meses.

Se trata de un ataque impresionante y aterrador a las libertades civiles fundamentales. Debe entenderse como fundamental puesto que la negación de la integridad corporal de cualquier ser humano implica la pérdida de todos los derechos humanos.

El Código de Nuremberg (1947) afirma:

«El consentimiento del sujeto humano es absolutamente esencial. El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos retomó esta prohibición contra la experimentación involuntaria en su texto de 1966, que establece: nadie podrá ser sometido sin su consentimiento a experimentos médicos o científicos»

La declaración de Ginebra de la Asamblea Médica Mundial (1948) establece:

«Respetaré la autonomía y la dignidad de mi paciente. No utilizaré mis conocimientos médicos para infringir los derechos humanos y las libertades civiles, ni siquiera por la fuerza. Mantendré un respeto absoluto por la vida humana, desde la concepción. Consideraré la salud de mi paciente como mi primera preocupación»

No hay otra alternativa que echar a la OMS de la vida nacional.

Durante las reuniones de la Asamblea Mundial de la Salud se reúnen en Ginebra delegados no elegidos, que no rinden cuentas, y en gran medida desconocidos, procedentes de 194 países, como hicieron en 2022 cuando adoptaron las enmiendas al RSI. El proceso está plagado de secretismo, autocracia e inminente tiranía, descaradamente desprovisto de cualquier proceso transparente y democrático.

Los delegados de estos países no son elegidos y no representan al pueblo de su país. ¿Cómo pueden negociar en nombre de las naciones, y mucho menos un reglamento sanitario internacional/global vinculante para 194 países?

Si el «tratado mundial sobre pandemias» se aprueba a la fuerza, podríamos asistir a bloqueos perpetuos. Al mismo tiempo, dominarán los intereses corporativos. Las pandemias se autoalimentarán creando una burocracia cuya existencia dependerá de ellas.

La gente estará a merced de la policía y de los burócratas, que serán inmunes a cualquier sanción por actos realizados de «buena fe». Estos actos podrían adoptar la forma de procedimientos médicos obligatorios, entrada forzosa en locales, confinamiento forzoso y cuarentena.

Ya fue bastante miserable en 2020, toda la fuerza del Estado alineada contra el pueblo, especialmente contra aquellos que no estaban de acuerdo con las políticas del COVID; imaginen el abuso de poder que podría darse si la OMS adquiere los poderes que ansía.

Las semillas del totalitarismo estaban a la vista con Anthony Fauci diciendo que él es «la ciencia», la ex primera ministra de Nueva Zelanda Jacinda Arden declarando que el gobierno es la «única fuente de la verdad», y las compañías de redes sociales trabajando mano a mano con el estado profundo para censurar y denigrar a figuras prominentes y científicos de renombre mundial que cuestionaron la narrativa oficial.

Asistimos a la suspensión de libertades civiles fundamentales bajo la amenaza de la violencia estatal, que a menudo se tradujo en abusos a ciudadanos por parte de fuerzas policiales paramilitares de facto por infringir «normas pandémicas» que carecían de base científica.

Los gobiernos declararon que estaban «actuando de acuerdo con la ciencia», pero lo que vimos fueron cifras infladas de muertes, datos manipulados y el uso fraudulento de pruebas RT-PCR para ayudar a crear la percepción de una pandemia mortal en la mente del público. Los lectores pueden consultar el artículo en línea Stay Home, Save Lives: Uncovering the COVID Deception, que ofrece una visión de los diversos engaños que ayudaron a infundir miedo a la población mundial en 2020.

La OMS también proporcionó unos datos erróneos de mortalidad. La exageración provocó el pánico en la población -era parte de una «pandemia de miedo» cuidadosamente orquestada- y allanó el camino para los confinamientos y el consumo masivo de vacunas vendidas al público basándose en afirmaciones falsas. La proteína sintética de las vacunas ha provocado coágulos, hemorragias, problemas cardíacos y de coagulación de la sangre cerebral, así como problemas neurodegenerativos. Y lo que estamos viendo en muchos países desde la introducción de las vacunas es un importante exceso de mortalidad, sobre el que los medios de comunicación guardan silencio.

Además, la OMS opera dentro de un complejo biofarmacéutico, un complicado sindicato formado a lo largo del tiempo que adopta instrucciones sobre las políticas sanitarias mundiales. En este complejo participan las agencias sanitarias de los gobiernos nacionales, incluidos los de la India, Estados Unidos y Reino Unido, el Foro Económico Mundial, la Fundación Gates, el Welcome Group y las principales empresas farmacéuticas. Los acuerdos de puertas giratorias entre estas organizaciones han dado lugar a una captura regulatoria.

El investigador y activista Yohan Tengra, del Awaken India Movement, llevó a cabo una investigación de dos años sobre cómo funciona esto en la India. A través de su investigación, sacó a la luz el cártel de multimillonarios que controlaba el Grupo Operativo COVID-19 de la India. Tengra no sólo enumeró los nombres de quienes formaban parte de este grupo de trabajo, sino que también detalló cómo están conectados financieramente con la industria farmacéutica y de fabricación de vacunas.

El grupo de trabajo fue responsable de la agresiva campaña de confinamientos, los requisitos de mascarilla obligatoria, las pruebas forzosas a personas asintomáticas, la eliminación de la ivermectina del protocolo nacional, la supresión de los efectos adversos de las vacunas y mucho más.

Tengra también expuso cómo destacadas personalidades de la sanidad pública india que aparecían regularmente en los medios de comunicación y en la televisión, están conectadas con la Fundación Gates, la Fundación Rockefeller, Welcome Trust, USAID, el Banco Mundial y otras figuras del estado profundo global.

Tenemos todo el derecho a estar preocupados por un «tratado sobre pandemias» configurado por intereses poderosos que se benefician del cierre de economías (véase el artículo  Colapso sistémico y simulación de pandemia de Fabio Vighi), de los programas de vacunación obligatoria y de la vigilancia digital, y que están demasiado dispuestos a despojarnos de nuestros derechos fundamentales en su propio beneficio.

Ciencia y salud natural