Censos genéticos, pasaportes sanitarios, vacunas… la distopía totalitaria ha llegado

 

Registro genético en España

El Comité Bioético del Ministerio de Sanidad avala la propuesta del gobierno español sobre la confección y establecimiento de un “banco genético” obtenido, en parte, a través de las “pruebas diagnósticas” y usando como justificación “la emergencia sanitaria actual”. La idea del Comité Bioético es analizar el genoma poblacional para detectar qué pacientes son “vulnerables” y qué fármaco les funciona mejor para el control genético de la población. El Comité de Bioética dice que el tratamiento de datos de pacientes Covid “está justificado éticamente con o sin consentimiento del paciente, siempre que el uso sea anonimizado y exclusivo para esta enfermedad” — por otra parte algo que se dice siempre y que luego es imposible verificar que se cumpla, de hecho suele ocurrir más bien lo contrario, que se utilizan esos datos como control de la población – que según decenas de miles de expertos en todo el mundo (algunas incluso ya están presentando demandas contra sus gobiernos, la mayoría de las cuales son rechazadas por los tribunales) es solamente una pandemia de falsos positivos. Al acceder a nuestro ADN, los gobiernos podrán usar los bancos genéticos de sus ciudadanos para ser manipulados o incluso pirateados. En pocas palabras, el banco genético será una herramienta más del Estado para aumentar el control y reducir las ya espúrias e irrisorias “libertades civiles”.

Una de las herramientas a tener en cuenta en esta pandemia es la terapia génica. El presidente de HM Hospitales, Juan Abarca Cidón, proponía recientemente impulsar un programa nacional para descifrar el genoma de la población y así determinar qué pacientes son más y menos vulnerables al coronavirus. Esto conllevaría crear un registro genético con información de los pacientes que han tenido Covid-19.

El presidente del Comité de Bioética adscrito al Ministerio de Sanidad, Federico Montalvo, ha afirmado, en declaraciones al periódico especilizado Redacción Médica, que su comité da su aval ético a la creación de un registro genético de pacientes Covid: “La vacuna va a tardar en llegar, y sería interesante un análisis genético masivo en los pacientes de Covid para ver por qué reaccionan de una manera u otra a la enfermedad. Así, podríamos determinar con mayor seguridad qué pacientes son verdaderamente vulnerables”.

Montalvo subraya que su comité realizó un informe acerca del uso de estos datos y que fue bien acogido por Sanidad. “Los datos de pacientes Covid están para ser compartidos. No puede ser que a mí, se me atendiera en el sistema público y no decidiera ayudar a los demás. Por supuesto, los datos de cada paciente serían anonimizados”. El Instituto de Salud Carlos III “ya ha puesto en marcha líneas de investigación del Covid-19 desde el espectro genético”.

 

“Otros países ya cuentan con un plan estratégico a largo plazo sobre el genoma poblacional. Islandia, por ejemplo. Lo que hoy vemos imposible, dentro de unos años será lo normal”, señala Juan Abarca a este diario. “Es una solución para detectar pacientes vulnerables de Covid a los que poder vacunar. Si no los detectas, no puedes vacunarlos previamente. Tener un estudio del genoma de la gente permitiría saber otras cosas, gente compatible para trasplantes de médula, alergias… Se abre un mundo de posibilidades”.

El dilema ético de las bases de datos genéticas

Iñigo de Miguel, doctor en Derecho y Filosofía y experto en Bioética, explica que el “problema ético que existe con el genoma es cómo se van a obtener, cómo se va a conservar la información y quién tiene acceso a ella. Vas a tener información extraordinariamente sensible. Entramos en ámbitos de protección de datos. Tienes que pensar qué finalidad tiene la obtención de estos datos. Se plantean muchísimos interrogantes”.

El Comité de Bioética que preside Montalvo señala sobre el tratamiento de datos de pacientes Covid que está justificado éticamente con o sin consentimiento del paciente, siempre que el uso sea anonimizado y exclusivo para esta enfermedad: “En el momento presente, por estar en juego intereses vitales para la comunidad, el ordenamiento jurídico español permite el uso secundario de datos de salud y muestras biológicas en las investigaciones dirigidas a la obtención de resultados relevantes que posibiliten adoptar medidas sanitarias en la lucha contra la pandemia de la enfermedad de Covid-19”.

“Puede autorizarse el uso secundario de los datos de salud y de las muestras biológicas sin que sea exigible obtener un nuevo consentimiento expreso de los sujetos fuente o, en el caso de las personas fallecidas, de sus representantes legales. Los datos de salud y muestras biológicas procedentes de centros sanitarios que hayan intervenido en el tratamiento de pacientes infectados con el virus SARS-CoV-2 deben considerarse, con carácter general, datos de origen lícito, al presumirse que los pacientes han prestado su consentimiento al tratamiento o ha concurrido alguna de las excepciones al consentimiento legalmente previstas”, argumentan. El condicionante para tratar estos datos es que su extracción sea aprobada por el Comité Ético de cada hospital.

“El problema fundamental es la evidencia científica de la que partamos. En la actualidad, un plan de análisis del genoma para estudiar la predisposición de las personas para tener enfermedades solo estaría indicado para determinadas enfermedades que son monogénicas (que son la minoría), es decir, vinculadas a la aparición de un gen”.

En un escenario en el cual el genoma haya avanzado y sirva para predecir enfermedades, la pregunta es si podríamos obligar a la gente a someterse a estos test. Nos encontramos con el derecho a ‘no saber’ de la ciudadanía. Por tanto, estos test deberán ser voluntarios en el futuro”, argumenta Montalvo. Esta es la opinión del presidente del Comité pero la gran pregunta no es esta, sino, si el gobierno tendrá la misma opinión sobre la extensión del banco de datos genéticos o, peor aún, si a este caso excepcional se le van a añadir otros casos excepcionales hasta convertirse en norma (como por ejemplo ante futuribles nuevas pandemias, como ya están avisando Anthony Faucci, Bill Gates, la OMS, etc.). No obstante hay que destacar que si bien el experto se muestra partidario de la medida sólo para la covid 19, sus declaraciones ya avanzan que no sólo será para esta enfermedad sino para “enfermedades monogénicas” (eso ya no es solo para una enfermedad, la covid-19) y luego va más allá proponiendo que “sirva para predecir enfermedades”. En sus proias declaraciones a la prensa ya se está contradiciendo y en un párrafo lo que iba a ser sólo para una cosa va a servir para predecir enfermedades, es decir, enfermedades que aun no se tienen, para lo cual el banco de datos ya no sería sólo para quienes han tenido covid-19 sino para toda la población, incluso la sana.

Ya decía Carme Huertas, en un video publicado en este mismo blog, que el lenguaje encierra la manipulación y que se puede utilizar, y de hecho se utiliza, junto con las frecuencias de las ondas sonoras para el control mental. Lo que es una medida excepcional para la seguridad se acaba convirtiendo en la norma. Montalvo no ve, menos mal, con buenos ojos la obligatoriedad del banco genético pero, además de que el presidente del gobierno no es bioético, la bioética cambia: en el pasado este tipo de medidas eran anatema, propias de dictaduras, ahora son excepcionales con la puerta abierta a que “lo que hoy vemos imposible, dentro de unos años será lo normal”, “con o sin el consentimiento informado del paciente”. No hace falta ser un genio para ver claramente que si hacen un banco de datos “sin el consentimiento informado del paciente” eso es obligatorio. Parece que en las facultades de bioética y medicina no enseñan lengua.

De Miguel, por su parte, apunta, en este sentido, que aunque legalmente no se vaya a penalizar en el futuro a quien no quiera compartir su genoma, sí se penalizará factualmente. “No se penaliza hoy a la gente que no usa internet, pero sin internet no te mueves en este mundo. Si alguien no cede su genoma en el futuro, quedará fuera de muchos tratamientos que partan de la base de una caracterización genómica concreta. La práctica de las cosas se adapta al comportamiento de la mayor parte de la población”.

Australia introduce un pasaporte digital de salud vinculado al registro de vacunación.

No se penaliza jurídicamente en España, dice De Miguel, , de momento, porque Australia ya ha introducido un pasaporte de salud digital vinculado a un registro de vacunación, como han informado medios de prensa (Sky News Australia). Es decir que a partir de ahora, jurídicamente, si no te vacunas, no viajas, no vendes, no compras, estas fuera de la sociedad (quién sabe, puede que eso sea algo bueno, viendo cómo es la sociedad). Es la agenda del Nuevo Orden Mundial y el Sexto Paradigma Tecnolígico, hoy reformulada conceptualmente por el Foro Económico Mundial como el “Gran Reinicio” post-Covid. Lo único que les hacía falta para imponerlo era, por ejemplo, la pandemia de falsos positivos.

https://lbry.tv/@mentealt:1/australia-covid-passport:9

El tío Sam también quiere tu ADN

Por otro lado, registros genéticos, pasaportes inmunitarios, vacunas y otras medidas de control social no son cosa de un par de países, el gobierno estadounidense se ha embarcado en una campaña para crear una nación de sospechosos y paranoicos que vivan encerrados y sintiéndose amenazados por una base de datos nacional masiva de ADN que podría implicarlos, en cualquier momento, en un crimen que no cometieron. Como informa el New York Times: “El futuro de ciencia ficción, en el que la policía puede identificar rápidamente a asesinos y ladrones de latas de refresco, ha llegado. En 2017, el presidente Trump promulgó la Ley Rapid DNA, que, a partir de este año, permitirá que las estaciones de reserva policiales aprobadas en varios estados conecten sus máquinas Rapid DNA a Codis, la base de datos nacional de ADN. Por lo que se espera que las huellas genéticas se vuelvan rutinarias.” Antes de que fuese promulgada por Trump, el Congreso aprobó esta legislación que permite a la policía recopilar y analizar el ADN inmediatamente después de arrestar a un sospechoso. Por su parte, los tribunales dictaminaron que la policía puede tomar muestras rutinarias de ADN de personas arrestadas que aún no han sido declaradas culpables de un delito, algo que ya sucede en gran cantidad de países (Italia, Francia, Rusia, España – aunque aquí con orden judicial -, Australia…) y las agencias de policía locales se mueren de ganas de adquirir cuanto antes este nuevo artilugio de lucha contra el crimen. Como explica la periodista Heather Murphy: “A medida que las agencias policiales construyen sus bases de datos locales de ADN, están recolectando ADN no solo de personas acusadas de delitos graves sino también y cada vez más, de personas consideradas sospechosas —que quizá estuvieron en el lugar equivocado en el momento equivocado— cuya identidad genética quedará vinculada permanentemente a bases de datos criminales.” Todas las películas de ciencia ficción distópicas que hemos visto de pronto se están convirtiendo en una peligrosa trifecta entre ciencia, tecnología y un gobierno que quiere ser omnipotente, omnisciente y todopoderoso. Al intervenir teléfonos y conversaciones en internet, el gobierno sabe lo que decimos. Al enviar correos electrónicos y escribir publicaciones en Facebook o a través de aplicaciones de mensajería, el gobierno sabe lo que escribimos. Al monitorear nuestros movimientos con el uso de lectores de matrículas, cámaras de vigilancia y otros dispositivos de rastreo, el gobierno sabe a dónde vamos. Conociendo y analizando lo que leemos, a dónde vamos y lo que decimos, el gobierno pronto podrá predecir lo que haremos. Al mapear las sinapsis en nuestro cerebro, los científicos y el gobierno, pronto tendrán acceso a nuestros recuerdos también. Y al acceder a nuestro ADN, el gobierno pronto sabrá todo lo que aún no sabe de nosotros. Ninguna de estas tecnologías es infalible y tampoco inmune a la manipulación, piratería o sesgo del usuario. Estas tecnologías se están convirtiendo en una herramienta del Estado para anular los “derechos civiles”. Habiendo utilizado ya la tecnología de vigilancia para hacer que toda la población estadounidense sospeche de amenazas potenciales, la tecnología de ADN en manos del gobierno completará nuestra transición a una sociedad paranoica de sospechosos en la que todos viviremos esperando el momento de ser culpados por haber cometido cualquier crimen. Ya no podemos considerarnos “inocentes hasta que se demuestre lo contrario.” Ahora todos seremos sospechosos en una alineación de ADN hasta que las circunstancias, la ciencia y el Estado establezcan lo contrario. Por supuesto, habrá quienes señalarán los usos positivos del ADN en la justicia penal, como en casos en que se usa para absolver a alguien de un crimen que no cometió. Sin embargo, el peligro seguirá siendo el mismo de toda la historia pues se basa en el control de los estados sobre la población. Como advierte el científico Dan Frumkin: “Las escenas del crimen pueden diseñarse con ADN fabricado.” Además, como ocurre con las imágenes de cámara corporal y todas las demás tecnologías consideradas “de control” que están a merced de gobiernos y corporaciones, el uso de la recolección de ADN para efectos de justicia penal forma parte de un escenario orwelliano en el que cada vez contaremos con menos capacidad de defendernos y manifestarnos contra la cada vez más grande tiranía y corrupción del Estado y las corporaciones que controlan el mundo. Hasta el momento, los 50 estados de EE.UU. ya cuentan con bases de datos de ADN y están registrando bebés recién nacidos. Con la pandemia, esto no ha hecho sin aumentar y extenderse a más y más países. Lo que esto significa para aquellos que nacen hoy es la inclusión en una base de datos del gobierno que contiene información íntima acerca de quiénes son, su ascendencia y lo que les espera en el futuro, incluidas sus supuestas inclinaciones, según la ciencia, a ser seguidores, líderes o alborotadores. Para el resto de nosotros, es solo una cuestión de tiempo antes de que el gobierno se apodere de nuestro ADN, como hemos visto en los casos español o australiano, ya sea a través de bancos genéticos, vacunaciones y programas penales o de salud obligatorios llevados a cabo en conexión con las autoridades policiales y corporativas de Estados Unidos y los países que le imitan, o incluso recopilándola de la basura afuera de nuestro hogares. Y es que con la inteligencia artificial en manos la probabilidad de que los gobiernos nos sometan totalitariamente ya no es una cuestión de “cómo” ni “por qué”, sino de “cuándo.”

La Ley de ADN rápido firmada por Donald Trump

“A medida que más y más datos fluyan de su cuerpo y cerebro a las máquinas inteligentes a través de los sensores biométricos, será más fácil para las corporaciones y las agencias gubernamentales conocerlo, manipularlo y tomar decisiones en su nombre. Aún más importante, podrían descifrar los mecanismos profundos de todos los cuerpos y cerebros, y así ganar el poder para diseñar la vida. Si queremos evitar que una pequeña élite monopolice tales poderes divinos, y si queremos evitar que la humanidad se divida en castas biológicas, la pregunta clave es: ¿quién posee los datos? ¿Los datos sobre su ADN, su cerebro y su vida le pertenecen a usted, al gobierno, a una corporación o al colectivo humano?” — Profesor Yuval Noah Harari

El tío Sam te quiere. Corrección: El tío Sam quiere tu ADN. El tío pepe y todos los demás tíos, quieren tu ADN, de hecho, ya lo están obteniendo y muchos tío (estados), ya lo tienen.

De hecho, si el gobierno pone sus manos en tu ADN, te mantendrá cautivo entre sus garras.

El gobierno estadounidense, como tantos otros están haciendo en mayor o menor medida, ayudado por el Congreso (que aprobó una legislación que permite a la policía recopilar y analizar el ADN inmediatamente después de arrestar a un sospechoso), por el Presidente Trump (quien promulgó la Ley de ADN rápido), por los tribunales (que han dictaminado que la policía puede tomar muestras rutinarias de ADN de personas arrestadas que aún no han sido declaradas culpables de un delito), y por las agencias de policía locales (que se mueren de ganas de adquirir este nuevo artilugio de lucha contra el crimen) se están embarcando en una campaña para crear una nación de sospechosos y paranoicos encerrados y amenazados por una base de datos nacional masiva de ADN.

Como informa el New York Times:

“El futuro de la ciencia ficción, en el que la policía puede identificar rápidamente a asesinos y ladrones de las latas de refresco, ha llegado. En 2017, el presidente Trump promulgó la Ley Rapid DNA, que, a partir de este año, permitirá que las estaciones de reserva policiales aprobadas en varios estados conecten sus máquinas Rapid DNA a Codis, la base de datos nacional de ADN. Se espera que las huellas genéticas se vuelvan tan rutinarias.”

Las ‘cajas mágicas’ portátiles Rapid DNA y otras tecnologías para el espionaje

Conocidas como “cajas mágicas”, estas máquinas Rapid DNA son portátiles, del tamaño de una impresora de escritorio, no están reguladas, y son tan infalibles y rápidas que pueden producir perfiles de ADN en menos de dos horas, permitiendo a la policía continuar su cacería en caso de identificar cualquier indicio de mala conducta verificable en el ADN.

Como explica la periodista Heather Murphy: “A medida que las agencias policiales construyen sus bases de datos locales de ADN, están recolectando ADN no solo de personas acusadas de delitos graves sino también, cada vez más, de personas consideradas sospechosas, vinculando permanentemente sus identidades genéticas con bases de datos criminales.” Claro, esto lo decía el NY Times antes de la pandemia, pero ¿qué dice ahora cuando se está comenzando a utilizar todas estas medidas también por “seguridad sanitaria”?

Todas las películas de ciencia ficción distópicas que hemos visto de pronto se están convirtiendo en una peligrosa mezcla entre ciencia, tecnología y un gobierno que quiere ser omnipotente, omnisciente y todopoderoso.

El Estado sabrá lo que estás haciendo, lo que hiciste y lo que vas a hacer

Como decíamos antes, al intervenir tus teléfonos y tus conversaciones en internet, el gobierno sabe lo que dices. Al enviar correos electrónicos y escribir publicaciones en redes sociales (Facebook y sus derivados en particular, pues esta empresa trabaja para la CIA) o a través de aplicaciones de mensajería, el gobierno también sabe lo que escribes. Al monitorear tus movimientos con el uso de lectores de matrículas, cámaras de vigilancia y otros dispositivos de rastreo, el gobierno sabe a dónde vas. Sabiendo y analizando lo que lees, a dónde vas y lo que dices, el gobierno puede predecir lo que harás. De hecho, las multinacionales ya lo saben, y así predicen, en actos tan banales y cotidianos como navegar por internet, qué publicidad te interesa o que páginas querrías ver. Pero, ¿lo predicen o lo inducen?

Al mapear las sinapsis en tu cerebro, los científicos, y a su vez, el gobierno, pronto tendrán acceso a tus recuerdos. Y, repetimos, al acceder a tu ADN, el gobierno pronto sabrá todo lo que aún no sabe de tí.

La polémica sobre el uso de ADN para identificar individuos y ‘resolver’ delitos

La cuestionable adquisición y uso de ADN por parte del gobierno para identificar individuos y “resolver” delitos ha sido objeto de un escrutinio particular en los últimos años.

Hasta hace poco, el gobierno tenía que observar al menos algunas restricciones básicas sobre cuándo, dónde y cómo podía acceder al ADN de alguien. Todo esto se ha visto afectado por varios fallos de la Corte Suprema de EE.UU. que allanan el camino para búsquedas sin sospecha y que anuncian la pérdida de privacidad a nivel celular.

Resulta difícil tratar de proteger nuestra privacidad mientras el estado se empeña en invadir nuestras libertades como sea necesario “para la seguridad.”

A modo de ejemplo, el Tribunal de Apelaciones de Maryland determinó que las personas no tienen derecho a la privacidad cuando se trata de su ADN, lo que hizo a la población aún más vulnerable al acceso y análisis por parte del gobierno almacenando su ADN sin su conocimiento o permiso.

A la policía le gusta referirse a esta tecnología como si fuera la “huella digital moderna.” Sin embargo, a diferencia de una huella digital, una huella de ADN revela todo acerca de “quiénes somos, de dónde venimos y quiénes seremos.”

Los 50 estados de EE.UU. ya cuentan con bases de datos de ADN y están registrando bebés recién nacidos

Los 50 estados ahora mantienen sus propias bases de datos de ADN, aunque los protocolos de recolección difieren de estado a estado. Cada vez más, muchos de los datos de los bancos de datos locales se están cargando en CODIS (Sistema de Índice de ADN Combinado), la base de datos de ADN masiva del FBI, que se ha convertido en una forma de facto para identificar y rastrear a los estadounidenses desde el nacimiento hasta la muerte.

Incluso los hospitales se han involucrado en el juego al tomar y almacenar el ADN de los bebés recién nacidos, a menudo sin el conocimiento o consentimiento de sus padres. Es parte del examen genético obligatorio del gobierno para los recién nacidos. Sin embargo, en muchos estados, el ADN se almacena indefinidamente.

Lo que esto significa es que ls gobiernos ya están accediendo sin autorización a nuestro ADN familiar compartido con servicios genológicos como Ancestry y 23andMe, o a través de la colección de nuestro ADN “cobertizo” o “táctil.” En España, por ejemplo, ya se ha legislado que cuando se escolariza a un niño se otorga además el consentimiento tácito para que sea vacunado y, a partir de ahí, como ya hemos visto, según el Comité de Bioética, el gobierno debería registrarlo en el banco de datos genéticos

Además como señala la científica Leslie A. Pray:

“Todos derramamos ADN, dejando rastros de nuestra identidad prácticamente en todos los lugares a los que vamos. Los científicos forenses utilizan el ADN que se deja en las colillas de cigarrillos, teléfonos, manijas, teclados, tazas y muchos otros objetos, sin mencionar el contenido genético que se encuentra en las gotas de líquido corporal, como la sangre y el semen. De hecho, la basura que dejamos para recoger en la acera es una posible mina de oro para extraer este tipo de material. Todo este “ADN abandonado” es gratuito y accesible para que los investigadores de la policía local lo tomen con la esperanza de resolver casos sin solución. O, si el escenario futuro que se muestra al comienzo de este artículo es una indicación, el ADN derramado también es gratuito para su inclusión en un banco de datos de ADN secreto (a partir de ahora ya no) y universal.”

Lo que esto significa es que si tiene la mala suerte de dejar las huellas de su ADN en cualquier lugar donde se haya cometido un delito, usted ya tiene un archivo en alguna base de datos estatal o federal, aunque puede ser un archivo sin nombre.

Hoy en día, con la ayuda de la robótica y la automatización, el procesamiento, análisis e informes de ADN esta tarea lleva mucho menos tiempo y puede brindar todo tipo de información, incluso el color de los ojos de una persona y sus parientes. Increíblemente, hay una compañía que se especializa en la creación de “fotos policiales” para policías basadas en muestras de ADN de “sospechosos” desconocidos, que luego se comparan con personas con perfiles genéticos similares.

Sospechosos hasta que la tecnología establezca lo contrario

Habiendo utilizado ya la tecnología de vigilancia para hacer que toda la población estadounidense sospeche de potenciales sospechosos, la tecnología de ADN en manos del gobierno completará nuestra transición a una sociedad esquizofrénica de sospechosos en la que todos viviremos esperando el momento de ser culpados por haber cometido cualquier crimen.

Ya no podemos considerarnos inocentes hasta que se demuestre lo contrario. Ahora todos somos sospechosos en una alineación de ADN hasta que las circunstancias y la ciencia digan lo contrario. O hasta que el estado se los permita.

Ahora bien, si usted es el tipo de persona que cree en Santa Claus y en la integridad del gobierno y se niega a creer que este alguna vez haría algo ilegal o inmoral, entonces la posibilidad de que los funcionarios del gobierno, especialmente la policía, utilicen nuestras muestras de ADN no solo ya para arrestarnos, condenarnos y controlarnos, sino para someternos totalmente, obligándonos a vacunarnos, a estar en registros biomédicos (además de la cantidad de registros en los que ya estamos, estatales o privados), diciéndonos qué podemos hacer o no, de manera aun más invasiva y opresiva. Como John W. Whitehead ha expuesto en su libro La guerra de los EE.UU. contra los estadounidenses: “la probabilidad de que nuestro gobierno actúe de una manera que no solo sea ilegal sino también inmoral desafortunadamente no es una cuestión de “cómo” ni “por qué” sino una cuestión de “cuándo.”

España, Australia, Estados Unidos,… el mundo va en cascada hacia un nuevo totalitarismo en el que aumentará la ya más que evidente opresión hasta niveles inimaginables. Y todo esto gracias a la ciencia y la tecnología. ¿Están éstas en manos del poder o son el poder?. En unos tiempos en los que el capitalismo cae, ¿será sustituido por una dictadura tenocrática, ya no sólo de hecho, sino también de derecho?

Fuentes

Caso estadounidense:

The Rutherford Insitute — Uncle Sam Wants Your DNA: The FBI’s Diabolical Plan to Create a Nation of Suspects.

Mente Alternativa — Kairos, la computadora de DARPA que sabrá lo que vas a hacer… ¡antes de hacerlo!

Caso australiano:

Sky News Australia

Caso español:

Borja Negrete – Redacción Médica

Mente Alternativa