QUÍMICOS NO DECLARADOS ENCONTRADOS EN LAS “VACUNAS” COVID

Un análisis por ICP MS de seis marcas de las llamadas “vacunas contra COVID-19” ha encontrado más de medio centenar de elementos no declarados por los fabricantes, lo que constituye una nueva (y desagradable) sorpresa de las que ya parecen estarse volviendo inagotables, amén de poner en evidencia los supuestos controles de salubridad por parte de unos gobiernos a los que las farmacéuticas les han colado -vaya usted a saber si por ineptitud, dejación de funciones o corrupción mediante sobornos- lo que han querido, empezando por los famosos cuatro artículos de investigación que describieron los extractos genómicos de un supuesto virus Covid 19, pero que nunca lograron aislar y purificar las muestras (los cuatro artículos escritos en Covid 19 solo describen pequeños fragmentos de ARN que tenían solo 37 a 40 pares de bases de largo, lo que NO ES UN VIRUS. Un genoma viral es típicamente de 30.000 a 40.000 pares de bases).

Como consecuencia de la elevada toxicidad de los productos inyectables, en fase experimental, denominados “vacunas contra COVID-19”, cuyo uso ha sido impulsado vehementemente mediante una masiva campaña mundial de vacunación iniciada a finales del año 2020, la población global ha desarrollado y sufrido innumerables y variadas afecciones a su salud en grados leves, moderados y graves. El número de muertes y efectos adversos asociados a estos inyectables supera con creces a aquellos producidos por la suma de todas las vacunas anteriores. Al respecto, fue notable el aumento atípico de muertes súbitas y también de muertes provocadas por otras dolencias. Este incremento de trastornos en la salud de la población comenzó a manifestarse en concomitancia con el número de personas inoculadas y de dosis administradas por persona, afectando a la población inoculada en particular. Por lo cual, desde el año 2021 queda en evidencia que el incremento en la cantidad y variedad de patologías está claramente asociado a la aplicación de estos productos experimentales.

En base a los 24 elementos químicos no declarados detectados hasta finales del año 2023, mediante el empleo de SEM-EDX y otras metodologías, por diferentes grupos de investigadores independientes, para obtener información más precisa sobre el contenido de los viales de las diferentes marcas de “vacunas contra COVID-19”, y considerando el alcance limitado de cada metodología empleada para tal fin, el objetivo de este estudio fue corroborar estos hallazgos, identificar posibles elementos adicionales a los ya descubiertos y cuantificar la cantidad de todos los elementos encontrados. Para tal fin, se analizaron los contenidos de viales de diferentes lotes de las marcas AstraZeneca/Oxford, CanSino Biologics, Pfizer/BioNTech, Sinopharm, Moderna y Sputnik V. Se identificaron con gran precisión y se cuantificaron por ICP-MS 55 elementos químicos no declarados.

Las conclusiones del estudio no pueden ser más rotundas:

Los resultados mostrados en este trabajo arrojan serias dudas, en el mejor de los casos, sobre los procesos de control de calidad y protocolos de fabricación de los inyectables utilizados para inocular masivamente a la población mundial desde finales de 2020 y comienzos de 2021. Además, gran parte de la variedad y cantidad de elementos encontrados no son biocompatibles con procesos biológicos y fisiológicos normales, ni adecuados para mantener la homeostasis característica de un organismo biológico sano, es decir el nivel de salud mínimo para que la vida pueda tener lugar con normalidad. Por lo cual, no es difícil entender, a la luz de estos resultados, la diversidad y gravedad de los efectos adversos asociados con estos inóculos provenientes de distintos fabricantes. Por otro lado, es menester remarcar que, en estudios de tasas de mortalidad en relación con estas vacunas, las “vacunas contra COVID-19” en 17 países en el hemisferio sur, no se encontró evidencia alguna, hasta la fecha en la que el estudio fue realizado, de algún efecto beneficioso de las “vacunas contra COVID-19” para la salud humana (Rancourt, et al., 2023).

Es de suma urgencia que los gobiernos del mundo realicen una investigación pertinente sobre estos productos, como se hace habitualmente ante los reclamos de calidad (farmacovigilancia). La justicia en todo el mundo debe actuar inmediatamente contra la OMS y sus organismos derivados, las empresas farmacéuticas, y los gobiernos, acorde a la gravedad de la situación, ante el aumento de la tasa de la mortalidad mundial, los efectos adversos registrados, y la demostración clara de que estos productos no fueron desarrollados con la finalidad de otorgar inmunidad.

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