Kit Knightly
Traducción: SOTT.net
En septiembre de 2021 publicamos nuestro popularísimo cuaderno de
notas, como respuesta a las decenas, incluso centenas, de peticiones
de información por parte de nuestros lectores. Tenía por intención
que sirviera tanto de fuente de recursos y enlaces como de artículo,
y al mismo tiempo no contenía interpretaciones, editorializaciones
ni opiniones.
La respuesta fue increíble: en pocas
semanas se convirtió en nuestro artículo más visto de todos los
tiempos, y desde entonces ha mantenido un tráfico constante.
Pero
el tiempo pasa y, a medida que se publicaban nuevos datos y salían a
la luz nuevos hechos, quedó claro que necesitábamos actualizar el
artículo, no sólo en cuanto a los hechos, sino también al enfoque.
Así que hemos actualizado todos los hechos y
fuentes importantes sobre la supuesta “pandemia”, para
ayudarle al lector a comprender lo sucedido alrededor del mundo desde
enero de 2020, y también ayudar a ilustrar a aquellos que todavía
estén en medio en la niebla de la Nueva Normalidad.
Parte
|: Síntomas
1. La “Covid19” y la gripe
tienen síntomas IDÉNTICOS. No existen síntomas exclusivos
o específicos de la “Covid” y sólo de la “Covid”.
Todos los síntomas de la “Covid” son comunes a muchas
otras enfermedades y afecciones, incluido el conjunto de infecciones
respiratorias conocidas coloquialmente como “gripe”.
Esto
es admitido por la mayoría de las fuentes y “expertos”,
que describen habitualmente los síntomas de la “Covid”
como “similares a los de la gripe”.
Según el
propio sitio web del Centro de Control de Enfermedades de EE.UU., se
compara la “Covid” con la gripe de la siguiente manera:
No se puede diferenciar entre la gripe y la COVID-19 tan
sólo con observar los síntomas, porque comparten algunos de los
mismos síntomas.
Mientras que el
NHS del Reino Unido afirma:
Los síntomas [de la Covid] son muy similares a los de
otras enfermedades, como los resfriados y la gripe.
Aunque en su redacción, todas las fuentes oficiales usan en un
lenguaje suave: “algunos de los mismos síntomas”, “muy
similares”, la verdad es que los síntomas son idénticos. Las
únicas diferencias observables son los equívocos sobre su gravedad
y momento de aparición.
Este
artículo de Health Partners destaca que la “Covid”
puede ser tanto más grave como más leve que la gripe, y señala que
la “Covid” a veces puede “parecerse más a un
resfriado”.
Mientras que según la Clínica
Mayo, en su artículo sobre la
“Covid” frente a la gripe, la única diferencia en los
síntomas es que “aparecen en momentos distintos”.
2. Las “opacidades de vidrio esmerilado”
NO son exclusivas de la “Covid”. Al comienzo de la
pandemia se informó que los escaneos médicos revelaban lo que se
llamaron “opacidades de vidrio esmerilado” en los pulmones
de presuntos casos de la “Covid” y fueron tomados en cuenta
para el diagnóstico de pacientes, pero las anomalías de vidrio
esmerilado no son exclusivas de la “Covid”.
Según
un artículo alemán publicado en la revista Radiologie
en 2010, tenemos:
La opacidad en vidrio esmerilado (GGO por su siglas en
inglés) se define como una infiltración pulmonar difusa [que puede
estar causada por] edema, neumonía intersticial y del espacio aéreo.
neumonitis no infecciosa, así como manifestaciones tumorales. Los
procesos fisiológicos, como la ventilación deficiente de las áreas
pulmonares dependientes y los efectos de la espiración también
pueden presentarse como opacidad en vidrio esmerilado.
En 2012, el Journal of Respiratory Care publicó un
artículo llamado “The
Imaging of Acute Respiratory Distress Syndrome” en el
que se describían a las GGO del siguiente modo [énfasis añadido]:
La opacificación de vidrio deslustrado en TC es un signo
inespecífico que refleja una reducción global del contenido de aire
en el pulmón afectado
En 2022, la revista The Lancet publicó el estudio
de un médico indio titulado letra por letra “Las opacidades
de vidrio esmerilado no siempre son COVID-19“.
Otro
artículo,
publicado por Health.com en mayo de 2022, subraya que:
Las opacidades de vidrio deslustrado (GGO) no son únicas
de la COVID-19 […] pueden aparecer debido a otras afecciones e
infecciones…”.
En resumen, las GGO son manifestaciones comunes de una enfermedad
o lesión pulmonar, y se asocian con neumonía, neumonitis,
tuberculosis y muchas otras afecciones.
3. La
pérdida del olfato y el gusto NO es exclusiva de la “Covid”.
Al igual que con las GGO, se ha difundido ampliamente que la pérdida
del gusto y el olfato es el
signo revelador de la “Covid”, pero se trata de un
síntoma conocido en muchas otras infecciones de las vías
respiratorias superiores.
Según un artículo de 2001
publicado en el sitio web de la Facultad
de Medicina de la Universidad de Connecticut:
En adultos, las dos causas más comunes de problemas de
olfato observadas en nuestra Clínica son: (1) Pérdida de olfato
debida a algún proceso presente en la nariz y/o los senos
paranasales, como las alergias nasales, y (2) pérdida de olfato
debida a una lesión del tejido nervioso especializado de la parte
superior de la nariz (o posiblemente de las vías olfativas
superiores del cerebro) a causa de una infección vírica previa de
las vías respiratorias superiores.
Se sabe que muchas afecciones médicas comunes causan daños
agudos y crónicos en el sentido del olfato y el gusto, según el NHS
del Reino Unido:
Los cambios en el sentido del olfato suelen estar
causados por un resfriado o gripe, sinusitis (infección de los senos
paranasales) [o] alergias (como la fiebre del heno).
Parte ||: Diagnóstico y pruebas PCR
4.
No es posible diagnosticar clínicamente la “Covid19”.
El diagnóstico clínico se define como la práctica de diagnosticar
una enfermedad en base a un síntoma o conjunto de síntomas. El
sitio Wiktionary lo
define como:
La estimación de una enfermedad de acuerdo a las quejas
de un paciente basada meramente en señales, síntomas e historia
clínica del paciente en lugar de exámenes de laboratorio o escaneos
médicos.
Dado que la “Covid19” no tiene un perfil sintomático
único[1], y que TODOS los principales síntomas de la “Covid”
pueden adjudicarse potencialmente a casi cualquier infección
respiratoria común, es imposible diagnosticar la “Covid19”
únicamente en base a síntomas.
5. Las pruebas
de flujo lateral no son fiables. A lo largo de la
“pandemia”, el “autotest” más utilizado para la
“Covid” fueron las pruebas de flujo lateral (LFT por sus
siglas en inglés). Estas pruebas son muy poco fiables y se sabe que
arrojan resultados positivos aun con líquidos de casa como zumos de
fruta y refrescos.
En el Reino Unido, los niños a menudo
“arreglaban” pruebas de flujo lateral con vinagre
o coca-cola para obtener falsos positivos y faltar unos días al
colegio.
En febrero de 2022, un “experto”
declaró a The Guardian que las pruebas de función pulmonar
podían dar falsos positivos en función de la dieta de la persona
sometida a la prueba, o mediante una “reacción cruzada”
con un virus diferente.
También en febrero de 2022, un
equipo de “expertos” del Imperial College informó
que las pruebas de función pulmonar pueden “pasar
por alto” a personas infecciosas. En otras palabras, la
postura oficial es que las pruebas de función pulmonar producen
falsos negativos Y falsos positivos.
Además,
se reconoce, y son objeto de artículos que entran a gran
detalle, que los resultados de la LFT y la PCR a menudo se
contradicen entre sí. Es decir, que uno puede dar positivo en uno,
pero no en el otro.
En resumen, las pruebas de flujo
lateral no tienen prácticamente ningún valor diagnóstico.
6.
Las pruebas PCR no se diseñaron para diagnosticar enfermedades.
La prueba de la reacción en cadena de la polimerasa con
transcriptasa inversa (RT-PCR) se describe en los medios de
comunicación como el “patrón oro” para el diagnóstico de
la “Covid”.
Pero Kary Mullis, inventor de este
proceso galardonado con el Premio Nobel, nunca pretendió que se
utilizara como herramienta de diagnóstico y
así lo dijo públicamente:
La PCR es sólo un proceso que permite hacer un montón
de algo a partir de algo. No te dice que estás enfermo, ni que lo
que hayas adquirido vaya a hacerte daño, ni nada por el estilo”.
7. Las pruebas PCR históricamente han sido
inexactas y poco fiables. Las pruebas PCR se convirtieron en
el “patrón oro” para el diagnóstico de la “Covid”,
pero se sabe que producen muchos falsos positivos, por el hecho de
reaccionar con material de ADN que no es específico del Sars-Cov-2.
Un estudio chino descubrió que el mismo paciente podía
obtener dos resultados diferentes de la
misma prueba el mismo día. En Alemania, se sabe
que las pruebas han reaccionado al virus del resfriado común. En
EE.UU., algunas pruebas reaccionaron incluso con la
muestra de control negativa.
El difunto presidente de
Tanzania,
John Magufuli, sometió muestras de cabra, papaya y aceite de motor a
pruebas de PCR, y todas dieron positivo
para el virus.
Ya en febrero de 2020 los expertos
admitían que la prueba no era fiable. El Dr. Wang Cheng, presidente
de la Academia China de Ciencias Médicas, declaró a la televisión
estatal china: “La precisión de las pruebas es sólo del
30-50%“. El propio sitio web del gobierno australiano
afirmaba: “Las pruebas disponibles para evaluar la precisión
y la utilidad clínica de las pruebas COVID-19 disponibles son
limitadas“. Y un tribunal
portugués dictaminó que las pruebas PCR eran “poco
fiables“
y no debían considerarse para el diagnóstico.
La falta
de fiabilidad de las pruebas PCR tampoco es exclusiva de la “Covid”.
Un estudio de 2006 descubrió que las pruebas PCR para un virus
también respondían
a otros virus. En 2007, la confianza en las pruebas PCR dio lugar a
un “brote” de tos ferina que en realidad
nunca existió.
Puedes leer análisis detallados de
los fallos de las pruebas PCR aquí,
aquí
y aquí.
8. Los valores CT de las pruebas PCR son
demasiado altos. Las pruebas PCR se ejecutan en ciclos, el
número de ciclos que utiliza para obtener su resultado se conoce
como su “umbral de ciclo” o valor CT. Kary
Mullis dijo: “Si tienes que hacer más de 40
ciclos[…]hay algo seriamente equivocado con tu PCR“.
Las directrices
PCR del MIQE concuerdan: “valores PCR superiores a 40
resultan sospechosos dada la baja eficacia implícita y, por lo
general, no deben notificarse“.
El propio Dr.
Fauci llegó a admitir
que cualquier valor superior a 35 ciclos casi nunca es cultivable.
La Dra. Juliet Morrison, viróloga de la Universidad
de California en Riverside, declaró
al New York Times: Cualquier prueba con un umbral de
ciclos superior a 35 resulta demasiado sensible… Me sorprende que
la gente piense que 40 [ciclos] puedan representar un positivo… Un
umbral más razonable sería de 30 a 35″.
En el
mismo artículo, el Dr. Michael Mina, de la Escuela de Salud
Pública de Harvard, afirmó que el límite debería ser 30, y
el autor siguió señalando que la reducción del CT de 40 a 30
habría reducido los “casos de conavirus” en algunos
estados hasta en un 90%.
Los propios
datos de los CDC sugieren
que ninguna muestra de más de 33 ciclos podría cultivarse, y el
Instituto Robert Koch de Alemania afirma que nada de más de
30 ciclos es susceptible de
ser infeccioso.
A pesar de ello, se sabe que casi
todos los laboratorios de EE.UU. realizan sus pruebas con un mínimo
de 37 ciclos y, en ocasiones, hasta
45. El “procedimiento estándar” del NHS para las
pruebas PCR establece el límite en 40 ciclos.
Con base
en lo que sabemos sobre los valores CT, la mayoría de los resultados
de las pruebas PCR son, en el mejor de los casos, cuestionables.
9.
La Organización Mundial de la Salud admitió (dos veces) que las
pruebas PCR producían falsos positivos. En diciembre de
2020, la OMS publicó una nota
informativa sobre el proceso de PCR en la que instruía a los
laboratorios para que tuvieran cuidado con los valores altos de CT
que causaban falsos positivos:
cuando las muestras devuelven un valor CT alto, significa
que se necesitaron muchos ciclos para detectar el virus. En algunas
circunstancias, es difícil distinguir entre el ruido de fondo y la
presencia real del virus objetivo.
Posteriormente, en enero de 2021, la OMS publicó otro
memorando, esta vez advirtiendo que las pruebas PCR positivas
“asintomáticas” debían volver a analizarse porque podían
ser falsos positivos:
Cuando los resultados de las pruebas no se correspondan
con la presentación clínica, debe tomarse una nueva muestra y
volver a analizarse utilizando la misma tecnología NAT o una
diferente.
Estos anuncios coincidieron con el lanzamiento inicial de las
“vacunas covíricas”.
10. La base
científica de TODAS las pruebas “Covid” es cuestionable.
El genoma del virus Sars-Cov-2 fue supuestamente secuenciado por
científicos chinos en diciembre de 2019, y luego publicado el 10 de
enero de 2020. Menos de dos semanas después, virólogos alemanes
(Christian Drosten et al.) supuestamente habían utilizado el genoma
para crear ensayos para pruebas PCR.
Escribieron un
artículo, Detection
of 2019 novel coronavirus (2019-nCoV) by real-time RT-PCR,
que fue presentado para su publicación el 21 de enero de 2020, y
luego aceptado el 22 de enero. Lo que significa que el artículo fue
supuestamente “revisado por pares” en menos de 24
horas. Un proceso que normalmente lleva semanas.
Desde
entonces, un consorcio de más de cuarenta científicos ha solicitado
la retirada del artículo, redactando un extenso informe en el que se
detallan 10
errores importantes en la metodología del artículo.
También
han solicitado que se publique el informe de revisión de los pares
de la revista, para demostrar que el artículo realmente pasó por
ese proceso de revisión. La revista aún no lo ha hecho.
Los
ensayos Corman-Drosten forman la base de todas las pruebas PCR
“Covid” del mundo. Si el artículo resulta cuestionable,
todas las pruebas PCR también lo son.
Parte |||: “Casos”
y “muertes”
11. Un gran número de
“casos Covid” son “asintomáticos”. A
comienzos de la “pandemia” se reportó que la mayoría de
los “casos Covid” nunca presentaban síntomas. En marzo de
2020, estudios realizados en Italia sugerían que entre el 50% y el
75% de los Covid positivos no
presentaban síntomas. Otro estudio realizado en el Reino Unido
en agosto de 2020 reveló que el
86% de los “pacientes de la Covid” no presentaban
ningún síntoma vírico.
Un estudio
chino de marzo de 2020 descubrió que más del 80% de los
“casos asintomáticos” eran en realidad falsos positivos.
En resumen, la gran mayoría de los “casos”
durante el primer año de la “pandemia” fueron personas que
nunca enfermaron.
Luego que la OMS emitiera una
directriz para volver a analizar los casos asintomáticos [9] en
enero de 2021, justo cuando las “vacunas” se lanzaron por
primera vez, el porcentaje de “casos asintomáticos” ha
sido supuestamente menor, aproximadamente
del 40%.
12. Las cifras de “casos Covid”
son intrínsecamente insignificantes.
Desde el inicio de la “pandemia”, un “caso Covid”
se ha definido de tal manera que garantiza al incremento artificial
de las estadísticas.
La definición
de “caso confirmado” de la Organización Mundial de la
Salud es cualquiera que obtenga un resultado positivo de PCR,
independientemente de los síntomas o los antecedentes personales.
Además, se sabe que muchas agencias sanitarias de todo el mundo,
incluidos
los CDC estadounidenses, incluyen “casos probables” en
sus estadísticas.
La OMS define un “caso probable”
como cualquier persona que cumpla los “criterios clínicos”
(es decir, que presente síntomas gripales) y haya estado en contacto
con un “caso confirmado” O con otro “caso probable”:
Caso probable: Un paciente que cumple los criterios
clínicos Y se ha contactado con un caso probable o confirmado, o
está vinculado a un cluster de la COVID-19″.
Como se ha mencionado anteriormente, las pruebas PCR no funcionan
y producen falsos positivos. Las pruebas de flujo lateral también
producen falsos positivos. Se sabe que estas pruebas pueden incluso
dar resultados contradictorios para la misma persona al mismo tiempo.
“Covid19” también carece de un perfil sintomático único,
lo que descarta el diagnóstico clínico.
Si no se pueden
realizar pruebas fiables de la enfermedad en un laboratorio ni
identificarla mediante un perfil sintomático único, y muchos
“casos” se reconocen como “asintomáticos”,
entonces “Covid19” se vuelve una etiqueta carente de
significado.
A falta de un método de diagnóstico
fiable, las estadísticas de casos de cualquier enfermedad pierden
sentido.
13. Las “muertes Covid”
se fabricaron gracias a la manipulación estadística. Dado
que las estadísticas de casos “Covid” se habían exagerado
[12], se deduce naturalmente que las estadísticas de muertes “Covid”
serían igualmente dudosas. De hecho, desde el principio de la
“pandemia” se observó que los recuentos de “muertes
Covid” se estaban inflando artificialmente.
Según
la Agencia
de Estándares Sanitarios del Reino Unido, la OMS definió una
“muerte Covid” en los siguientes términos:
Una muerte por COVID-19 se define a efectos de vigilancia
como una muerte resultante de una enfermedad clínicamente compatible
en un caso probable o confirmado de COVID-19, a menos que exista una
causa alternativa clara de muerte que no pueda relacionarse con la
enfermedad por COVID-19 (por ejemplo, traumatismo).
A lo largo de la “pandemia”, muchos países de todo el
mundo fueron incluso más allá y definieron una “muerte por
Covid” como una “muerte por cualquier causa en los
28/30/60 días siguientes a una prueba positiva“.
Funcionarios sanitarios de Dinamarca,
Italia, Alemania, Reino Unido, Estados Unidos, Irlanda del Norte y
otros países han
admitido esta práctica
Los CDC estadounidenses incluso
registran las muertes
“probables” por Covid en sus estadísticas.
Eliminar
cualquier distinción entre morir de “Covid” y
morir de otra cosa tras dar positivo por Covid nos llevará de forma
natural a cifras de “muertes por Covid” sin sentido alguno.
El patólogo británico Dr. John Lee ya advirtió de esta
“sobreestimación
sustancial” en abril de 2020. Otras fuentes
oficiales también han informado
de ello.
Teniendo en cuenta el enorme porcentaje de
“infecciones asintomáticas por Covid” [11], la conocida
prevalencia de comorbilidades graves [30] y el hecho de que todas las
“pruebas Covid” son absolutamente poco confiables [II],
esto hace que las cifras de muertes por “Covid” sean una
estadística descartable.
Parte IV: Encierros
14.
Los encierros no evitan la propagación de la enfermedad.
Hay poca o ninguna evidencia de que los encierros tengan algún
efecto en limitar los “fallecimientos por Covid”. Si se
comparan las regiones que cerraron con las que no
lo hicieron, no se observa ningún patrón.
Un metaanálisis
pendiente de publicar de la Universidad Johns Hopkins descubrió
que los encierros casi no afectaban a la mortandad de la “Covid19”,
mientras que otro artículo sobre los “Determinantes
de las muertes por COVID-19” publicado en abril de 2021
descubrió que pocas pruebas de que los cierres redujeran las muertes
15. Los encierros son mortales para la población.
Existen pruebas fehacientes de que los encierros son más mortíferos
que el supuesto “virus” debido a los daños sociales,
económicos y de salud pública que conllevan.
El Dr.
David Nabarro, enviado especial de la Organización Mundial de la
Salud para la Covid-19, describió los encierros como una “catástrofe
mundial” en octubre de 2020:
En la Organización Mundial de la Salud no abogamos por
los encierros como principal medio de control del virus[…] parece
que podríamos duplicar los números de pobreza mundial para el año
que viene. Es muy posible que aumentemos dos veces la cifra de la
desnutrición infantil […] Se trata de una catástrofe mundial
terrible y espantosa”.
Un informe de la ONU de abril de 2020 advertía de la
muerte de 100.000 niños por el impacto económico de los
encierros, mientras decenas
de millones más se enfrentan a una posible pobreza y hambruna.
El desempleo,
la pobreza, el suicidio,
el alcoholismo, el consumo de drogas y otras crisis sociales y de
salud mental están aumentando en todo el mundo. Mientras que en
muchos países del mundo ya se ha observado un aumento de la
mortalidad por cardiopatías, cáncer y otras afecciones debido a
cirugías y revisiones
no
realizadas o realizadas con retraso.
Un informe del
Banco
Mundial de junio de 2021 calculaba que cerca de 100
millones de personas se habían visto sumidas en la pobreza extrema
por las denominadas “medidas contra la Covid-19”.
En
enero de 2023, los servicios sanitarios de todo el mundo seguían
experimentando caóticos
retrasos en tratamientos y diagnósticos. Es probable que las
repercusiones del encierro afecten a la salud pública durante años.
El impacto del encierro podría explicar cualquier
aumento observado en el exceso de mortalidad[33].
16. Los bebés nacidos durante el encierro tienen un
coeficiente intelectual más bajo. Un estudio realizado
por la Universidad Brown descubrió que los niños nacidos
después de marzo de 2020 tenían, en promedio, un coeficiente
intelectual 21 puntos inferior al de las generaciones anteriores,
concluyendo que:
existen interrogantes sobre el efecto del trabajo desde
casa, las órdenes de permanecer en casa y otras políticas de salud
pública que han limitado la interacción social y las experiencias
típicas de la infancia en el neurodesarrollo infantil temprano.
Esto refleja los informes de niños
mayores (de 4 a 5 años) sobre el retraso en el desarrollo de
habilidades sociales y la incapacidad para leer señales faciales.
17. Los hospitales nunca estuvieron desbordados.
El principal argumento utilizado para defender el encierro era el que
“aplanar la curva” evitaría una rápida afluencia de casos
y protegería a los sistemas sanitarios del colapso. Pero la mayoría
de los sistemas sanitarios nunca estuvieron cerca del colapso en
absoluto.
En marzo de 2020 se informó de que los
hospitales de España e Italia estaban desbordados de pacientes, pero
esto ocurre cada temporada de gripe. En 2017 los hospitales españoles
estaban al
200% de su capacidad, y en 2015 hubo pacientes durmiendo en los
pasillos. Un artículo de JAMA de marzo de 2020
descubrió que los hospitales italianos “suelen
funcionar al 85-90% de su capacidad en los meses de invierno“.
En el Reino Unido, el Servicio Nacional de Salud (NHS por
sus siglas en inglés) suele estar al límite
de su capacidad en invierno.
Como parte de su
política Covid, el NHS anunció
en la primavera de 2020 que iba a “reorganizar la capacidad
hospitalaria para tratar a los pacientes Covid y sin Covid por
separado” y que “como resultado, los hospitales
experimentarán tasas de ocupación más bajas de lo que habría sido
el caso anteriormente“.
Esto significa que se
eliminaron miles de camas.
Sí, durante una
supuesta pandemia mortal, de hecho redujeron la
capacidad máxima de los hospitales.
A pesar de
ello, el NHS nunca sintió un aumento más allá de la típica
temporada de gripe, y en ocasiones llegó a tener 4 veces más camas
vacías de lo
normal.
Tanto en el Reino Unido como en Estados
Unidos se gastaron millones en hospitales
de emergencia temporales que nunca
se utilizaron.
Un artículo
publicado en Health Policy en noviembre de 2021 descubrió
que, en toda Europa occidental, la “capacidad de sobrecarga”
de camas de UCI solo se superó un sólo día: en Lombardía, el 3 de
abril de 2020.
18. Hubo un cuantioso incremento
en el uso “ilegal” de órdenes de no resucitar.
Los organismos de vigilancia y las agencias gubernamentales
informaron de enormes aumentos en el uso de Órdenes de no
resucitar (DNR por sus siglas en inglés) en los años
2020-2021.
Ya en marzo de 2020, cuando la “pandemia”
aún estaba en sus primeras fases, aparecieron artículos
en revistas de gran tirada que predecían el uso “unilateral”
de DNR, algo que “rara vez había tenido relevancia antes de la
Covid”:
los médicos de algunos entornos sanitarios pueden
decidir unilateralmente redactar una orden de no reanimar. Este
último enfoque no se acepta de manera uniforme y, antes de
la COVID-19, rara vez tenía relevancia. Sin embargo,
durante esta pandemia, en situaciones extremas como la de un paciente
con una enfermedad crónica grave subyacente e insuficiencia
cardiopulmonar aguda que empeora a pesar de la terapia extrema, puede
haber un papel para una DNR unilateral para reducir el riesgo de RCP
médicamente inútil para los pacientes, las familias y los
trabajadores sanitarios.
En EE.UU., los hospitales consideraron la posibilidad de aplicar
“DNR
universales” a cualquier paciente que diera positivo en la
prueba de la Covid, y enfermeras convertidas en informantes han
admitido que en Nueva York se
abusó del sistema de DNR.
En el Reino Unido se
produjo un aumento “sin
precedentes” de DNR
“ilegales” para discapacitados, las consultas de
medicina general enviaron cartas a pacientes no terminales
recomendándoles firmar las DNR, mientras que otros médicos firmaron
“DNR
universales” para residencias de ancianos enteras.
Un estudio
realizado por la Universidad de Sheffield descubrió que más
de un tercio de todos los pacientes “sospechosos”
de Covid tenían una DNR adjunta a su expediente en las 24 horas
siguientes a su ingreso hospitalario.
En un artículo
publicado en la revista Public Health Frontiers en mayo
de 2021, se defendía “éticamente” el uso “unilateral”
de DNR en pacientes Covid:
Algunos países se vieron obligados a adoptar una
política de DNR unilateral para determinados grupos de pacientes
[…] En la difícil situación actual… hay que tomar decisiones
difíciles. Podrían prevalecer los beneficios sociales sobre los
individuales.
El uso generalizado de órdenes de no reanimar forzadas o ilegales
podría explicar cualquier aumento de la mortalidad en 2020/21.[33]
Parte V: Ventiladores
19. La
ventilación NO es un tratamiento para las infecciones respiratorias.
La ventilación mecánica no es, y nunca ha sido, un tratamiento
recomendado para infecciones respiratorias de ningún tipo. En los
primeros días de la pandemia, muchos médicos salieron a la palestra
cuestionando el uso de ventiladores para tratar la “Covid”.
Escribiendo en The Spectator, el Dr. Matt
Strauss declaró:
Los respiradores no curan ninguna enfermedad. Pueden
llenar los pulmones de aire cuando uno es incapaz de hacerlo por sí
mismo. En la mente del público se asocian a las enfermedades
pulmonares, pero en realidad esta no es su aplicación más común ni
la más adecuada.
En palabras
del neumólogo alemán Dr. Thomas Voshaar, presidente de la
Asociación de Clínicas Neumatológicas:
Cuando leímos los primeros estudios e informes de China
e Italia, nos preguntamos inmediatamente por qué la intubación era
tan frecuente allí. Contradecía nuestra experiencia clínica
con la neumonía vírica.
A pesar de ello, la OMS,
los CDC,
el ECDC
y el NHS
“recomendaron” ventilar a los pacientes con Covid en lugar
de utilizar métodos no invasivos.
No se trataba de una
política médica diseñada para tratar mejor a los pacientes,
sino más bien para reducir la hipotética propagación del Covid
impidiendo que los pacientes exhalaran
gotitas de aerosol, esto se dejó claro en las directrices
publicadas oficialmente.
20. Los ventiladores
matan gente. Conectar el ventilador una persona que padezca
de gripe, neumonía, enfermedad pulmonar obstructiva crónica o
cualquier otra afección que restrinja la respiración o afecte a los
pulmones no aliviará ninguno de esos síntomas. De hecho, es casi
seguro que los empeorará y será mortal para gran parte de ellos.
Los tubos de intubación son una fuente potencial de una
infección conocida como “neumonía asociada al ventilador”,
que, según los estudios, afecta
hasta al 28% de todas las persona conectadas y mata
al 20-55% de los infectados.
La ventilación mecánica
también daña la estructura física de los pulmones, provocando
“lesiones
pulmonares inducidas por la ventilación“, que pueden
afectar gravemente a la calidad de vida e incluso causar la muerte.
Los expertos estiman que entre el 40 y el 50% de los
pacientes ventilados mueren, independientemente
de su enfermedad. En todo el mundo, entre el 66%
y el 86% de todos los “pacientes Covid” conectados a
respiradores murieron.
Según una “enfermera
encubierta”, en Nueva York los respiradores se utilizaban de
forma tan inadecuada que destruían los pulmones de los pacientes
Esta política es una
negligencia en el mejor de los casos y un homicidio potencialmente
intencionado en el peor. Este mal uso de los respiradores podría
explicar el aumento de la mortalidad en 2020/21 [33].
Parte
VI: Mascarillas o barbijos
21. Las mascarillas o
barbijos no funcionan. Al menos una docena de estudios
científicos han demostrado que las mascarillas no hacen nada para
detener la propagación de los virus respiratorios.
Un
metaanálisis publicado
por los CDC en mayo de 2020 no encontró “ninguna reducción
significativa en la transmisión de la gripe con el uso de
mascarillas“.
Una revisión canadiense de julio
de 2020 encontró “pruebas limitadas de que el uso de
mascarillas podría reducir el riesgo de infecciones respiratorias
virales“.
Otro estudio
con más de 8,000 sujetos encontró que las mascarillas “no
parecían ser eficaces contra las infecciones respiratorias virales
confirmadas en laboratorio ni contra la infección respiratoria
clínica“.
Son literalmente demasiados para
citarlos todos, pero puede leerlos: [1][2][3][4][5][6][7][8][9][10]
O leer un resumen de SPR aquí.
Aunque se han realizado algunos estudios que afirman
demostrar que la mascarilla funciona para la Covid, todos tienen
graves defectos. Uno de ellos se basaba en encuestas autoinformadas.
Otro estaba tan mal diseñado que un grupo de expertos exigió
que fuera retirado. Un tercero fue retirado después de que sus
predicciones resultaran
totalmente incorrectas.
La OMS encargó su propio
metaanálisis en la revista The Lancet, pero ese estudio
sólo analizaba las mascarillas N95 y sólo en hospitales. (Para un
resumen completo de los datos erróneos de este estudio, haga clic
aquí).
Aparte de las pruebas científicas, hay
muchas pruebas en el mundo real de que las mascarillas no sirven para
detener la propagación de enfermedades.
Por ejemplo,
Dakota del Norte y Dakota del Sur tuvieron cifras de “casos”
casi
idénticas, a pesar de que una de ellas tenía la obligación de
utilizar mascarillas y la otra no
Comparación de la eficacia de la
mascarilla en Dakota del Norte sin obligación de utilizarla y en
Dakota del Sur con obligación de utilizarla.
En Kansas, los condados sin mandato de mascarilla tuvieron en
realidad menos
“casos” de Covid que los condados con mandato de
mascarilla. Y a pesar de que los barbijos son muy comunes en Japón,
tuvieron su peor
brote de gripe en décadas en 2019.
Las mascarillas
no solo no funcionan, sino que era ampliamente conocido que no
funcionaban desde antes del 2020.
Una revisión de la
literatura de 2016 publicada en el Journal of Oral Health
encontró:
no hay datos científicos convincentes que respalden la
eficacia de las mascarillas para la protección respiratoria.
(Este estudio se eliminó
silenciosamente del sitio web de la revista en junio de 2020,
porque “ya no era relevante en el entorno actual”).
Otro
estudio,
publicado en 2020 pero realizado en 2019, encontró:
ningún efecto significativo de las mascarillas en la
transmisión de la gripe confirmada en laboratorio.
En su revisión de 2020, “Masks Don’t Work”, el Dr.
Denis Rancourt cita estudios de 2009, 2010, 2012, 2016, 2017 y
2019… ninguno de los cuales encontró ningún beneficio
significativo en absoluto de usar una máscara.
Y, lo que
es más revelador, en su
propio informe sobre la gripe de 2019, la propia OMS
señaló que:
no hay pruebas de que [las mascarillas sean] eficaces
para reducir la transmisión
22. Las mascarillas son perjudiciales para la salud.
Llevar una mascarilla durante mucho tiempo, usar la misma mascarilla
más de una vez y otros aspectos de las mascarillas de tela pueden
ser perjudiciales para la salud. La revista International Journal
of Environmental Research and Public Health publicó
recientemente un largo estudio sobre los efectos perjudiciales
del uso de mascarillas
El Dr. James Meehan informó en
agosto
de 2020 que estaba observando aumentos de neumonía bacteriana,
infecciones fúngicas y erupciones faciales.
También se
sabe que las mascarillas contienen microfibras
de plástico, que dañan los pulmones cuando se inhalan y pueden
ser potencialmente cancerígenas.
El uso de mascarillas
por los niños favorece la respiración bucal, lo que provoca
deformidades
faciales.
Personas de todo el mundo se han
desmayado por intoxicación de CO2 mientras llevaban puestas las
mascarillas, y algunos niños en China llegaron a sufrir una parada
cardiaca súbita.
Además, las máscarillas pueden
aumentar la probabilidad de enfermedades respiratorias, un ensayo
de barbijos de tela de 2015 encontró que:
La retención de humedad, la reutilización de
máscarillas de tela y la filtración deficiente pueden resultar en
un mayor riesgo de infección.
Mientras que un nuevo estudio publicado
en julio de 2022 encontró que las mascarillas, especialmente las
usadas más de una vez, eran caldo de cultivo tanto para bacterias
como para microbios fúngicos.
Otra entrega
revisada por expertos sobre la eficacia de las mascarillas, de
abril de 2022, descubrió:
Aunque no se pudieron llegar a conclusiones sobre su
causa-efecto a partir de este análisis observacional, la falta de
correlaciones negativas entre el uso de mascarillas y los casos y
muertes por COVID-19 sugiere que el uso generalizado de mascarillas
[…] no fue capaz de reducir la transmisión de COVID-19. Además,
la correlación positiva entre el uso de mascarillas y las
muertes en Europa Occidental también sugiere que el uso universal de
mascarillas puede haber tenido consecuencias perjudiciales.
23. Las mascarillas son malas para el planeta.
Desde hace más de un año se utilizan millones y millones de
mascarillas desechables
cada mes. Según un informe de la ONU, es probable que la pandemia de
Covid19 haga que los residuos plásticos aumenten a
más del doble en los próximos años, y la gran mayoría son
mascarillas.
El informe advierte de que estas mascarillas
(y otros residuos médicos) obstruirán los sistemas de
alcantarillado y riego, lo que repercutirá en la salud pública, el
riego y la agricultura.
Un estudio de la Universidad
de Swansea descubrió que “se liberaban metales pesados
y fibras de plástico al sumergir las mascarillas desechables en el
agua“. Estos materiales son tóxicos tanto para las
personas como para la fauna.
Otro estudio, publicado
en 2022, descubrió que
las mascarillas desechables y los guantes de plástico
podrían suponer un riesgo para la fauna salvaje por decenas, si no
cientos de años.
Parte VII: Vacunas
24. Las “vacunas”
Covid no tienen precedentes. Antes de 2020 nunca se había
desarrollado
con éxito una vacuna contra un coronavirus humano.
Tras
la aparición de la “Covid”, supuestamente se fabricaron
más
de 20 en 18 meses.
Los científicos llevan años
intentando desarrollar una vacuna contra el SRAS y el MERS pero con
poco éxito. Algunas de las vacunas contra el SRAS que fracasaron
provocaron de hecho hipersensibilidad
al virus del SRAS. Esto significa que los ratones vacunados
podrían contraer la enfermedad de forma más grave que los no
vacunados. Otro intento causó daños
hepáticos en hurones.
Mientras que la teoría en la
que se basan las vacunas tradicionales es que la exposición del
cuerpo a una cepa debilitada de un microorganismo desencadenará una
respuesta inmunitaria, muchas de estas nuevas “vacunas”
Covid son vacunas de ARNm.
En teoría, las vacunas de ARNm (ácido ribonucleico
mensajero) funcionan inyectando ARNm viral en el cuerpo, donde se
replica dentro de las células y anima al organismo a reconocer y
producir antígenos para las “proteínas pico” del virus.
Las vacunas de ARNm han sido objeto
de investigación desde la década de 1990, pero antes de 2020
ninguna vacuna de ARNm había sido aprobada para su uso en humanos.
Sin embargo, tras la aparición de Covid, dos empresas
diferentes fabricaron dos vacunas de ARNm supuestamente “seguras
y eficaces” con semanas de diferencia.
25.
Las “vacunas Covid” no confieren inmunidad ni evitan la
transmisión. Se admite que las “vacunas” Covid no
confieren inmunidad frente a la infección ni evitan que se transmita
la enfermedad a otras personas. De hecho, un artículo
del British Medical Journal destacaba que los ensayos de la
vacuna ni siquiera se diseñaron para evaluar si las “vacunas”
limitaban la transmisión.
Los propios fabricantes de vacunas,
luego de poner a disposición del público estas terapias genéticas
de ARNm, dejaron muy claro que la “eficacia” de sus
productos se basaba en la “reducción
de la gravedad de los síntomas“.
En octubre de
2022, Janine Small, ejecutiva de Pfizer, testificó
ante el parlamento de la UE y admitió que Pfizer ni siquiera probó
si su vacuna prevenía la transmisión del “Covid” antes de
su lanzamiento público.
26. Las vacunas se
lanzaron con prisas y se desconocen sus efectos a largo plazo.
El desarrollo de vacunas es un proceso lento y laborioso.
Normalmente, desde su desarrollo hasta su aprobación para uso
público, pasando por las pruebas, transcurren
muchos años. Las distintas vacunas para Covid se desarrollaron y
aprobaron en menos de un año.
El propio sitio web de
Moderna admite
que “normalmente se tarda entre 10 y 15 años en desarrollar
una vacuna“, pero presume de producir su SpikeVax
“en 2 meses“.
Obviamente, no puede
haber datos de seguridad a largo plazo sobre productos químicos que
tienen menos de un año de existencia.
Pfizer incluso
admite que esto es cierto en el contrato
de suministro filtrado entre el gigante farmacéutico y el
gobierno de Albania:
“los efectos a largo plazo y la eficacia de la
Vacuna no se conocen actualmente y que puede haber efectos adversos
de la Vacuna que no se conocen actualmente”.
Además, ninguna de las vacunas ha sido sometida a ensayos
adecuados. Muchas de ellas se saltaron por completo los ensayos
de las primeras fases, y los ensayos en humanos de las últimas fases
o bien no han sido revisados por expertos, o bien no han publicado
sus datos, o no terminarán hasta
2023, o fueron abandonados tras “graves
efectos adversos“.
27. A los fabricantes
de vacunas se les ha concedido indemnización legal en caso de que
causen daños. La Ley de Preparación para Emergencias y
Preparación Pública (PREP) de EE.UU. concede
inmunidad hasta al menos 2024.
La ley de licencias de
productos de la UE hace
lo mismo, y hay informes de la existencia de cláusulas
de responsabilidad confidencial en los contratos que la UE firmó
con los fabricantes de vacunas.
El Reino Unido fue
incluso más lejos, concediendo una indemnización
legal permanente al gobierno, y a cualquier empleado del mismo,
por cualquier daño causado cuando un paciente está siendo tratado
por Covid19 o “sospecha de Covid19”.
De nuevo,
el contrato albanés filtrado sugiere que Pfizer, al menos, hizo de
esta indemnización una exigencia estándar del suministro de vacunas
Covid:
Por la presente, el comprador acepta indemnizar, defender
y eximir de responsabilidad a Pfizer […] frente a cualesquiera
demandas, reclamaciones, acciones, demandas, pérdidas, daños,
responsabilidades, acuerdos, sanciones, multas, costes y gastos…”.
28. Las “vacunas”
Covid conllevan un riesgo significativo de efectos secundarios
adversos. Las vacunas experimentales Covid han causado
potencialmente docenas de afecciones graves en millones de personas.
Entre ellas se incluyen miocarditis (especialmente
en niños pequeños), coágulos
sanguíneos, reacciones alérgicas, afecciones cutáneas,
parálisis de Bell, irregularidades menstruales y más. [Para un
desglose detallado de estas afecciones, haga clic aquí].
El Sistema de Notificación de Efectos Adversos de
Vacunas (VAERS,
por sus siglas en inglés) de los CDC de EE.UU. ha recibido el doble
de informes desde la llegada de la vacuna Covid que todos los años
anteriores juntos.
Fuente
Parte VII: Datos de mortalidad
29. La
tasa de supervivencia de la “Covid” es superior al 99%.
Los expertos médicos del gobierno se esforzaron en subrayar, desde
el comienzo de la “pandemia”, que la inmensa mayoría
de la población no corre peligro alguno a causa de la Covid.
Una nueva revisión global de los datos de la Covid,
publicada
en octubre de 2022 por el epidemiólogo de Stanford John
Ioannidis (et al), encontró una tasa media de mortalidad de
sólo el 0,07% en personas menores de 70 años.
Casi
todos los estudios de anticuerpos sobre la relación
infección-fatalidad (IFR) de la Covid han arrojado resultados entre
el 0,04% y el 0,5%. Es decir, suponiendo por un momento que la
“covid” haya existido alguna vez como enfermedad
diferenciada, su tasa de supervivencia era de al menos el
99,5%.
30. La gran mayoría de las
“muertes Covid” tienen comorbilidades graves. En
marzo de 2020, el gobierno italiano publicó estadísticas que
mostraban que el 99,2% de sus “muertes Covid” tenían al
menos una comorbilidad grave.
Entre ellas, cáncer,
cardiopatías, demencia, Alzheimer, insuficiencia renal y diabetes
(entre otras). Más del 50% tenían tres o más
enfermedades graves preexistentes.
Este patrón se ha
mantenido en todos los demás países a lo largo de la “pandemia”.
Una solicitud FOIA de octubre de 2020 a la ONS del Reino Unido reveló
que menos
del 10% del recuento oficial de “muertes por Covid” en
ese momento tenía Covid como única causa de muerte.
En
resumen, la gran mayoría de “muertes por Covid” eran
personas muy frágiles.
Esto fue interpretado por la
prensa como que la vejez o la enfermedad eran “factores de
riesgo” de “Covid”. Sin embargo, podría decirse con
más exactitud que el factor de riesgo número uno para “morir
de Covid” era ya morir de otra cosa.
31.
La edad media de fallecimiento por “Covid” es superior a la
esperanza media de vida. La edad media de una “muerte
Covid” en el Reino Unido es de 82,5
años. En Italia, es de 86. En Alemania, 83. En Suiza, 86.
Canadá, 86. Estados Unidos, 78. Australia, 82.
En casi
todos los casos, la edad
media de una “muerte por Covid” es superior a la
esperanza de vida nacional.
La investigación de marzo de
2021 descubrió que, en los ocho
países estudiados, más del 64% de todas las “muertes por
Covid” se produjeron en personas que superaban la esperanza de
vida nacional.
Por tanto, en la mayor parte del mundo, la
“pandemia” tuvo un impacto mínimo o nulo en la esperanza
de vida. Esto contrasta con la gripe española, que provocó un
descenso del 28% de la esperanza de vida en Estados Unidos en poco
más de un año. [fuente]
32. La mortalidad Covid refleja exactamente la
curva de mortalidad natural. Estudios
estadísticos del Reino Unido y la India
han demostrado que la curva de “mortalidad Covid” sigue
casi exactamente la curva de mortalidad esperada. La curva de la
“muerte Covid” sigue casi exactamente la curva de la
mortalidad esperada
El riesgo de muerte “por Covid”
sigue, casi exactamente, su riesgo
de fondo de muerte en general.
El pequeño aumento
para algunos de los grupos de mayor edad puede explicarse por otros
factores [15][18][20][28].
33. NO ha habido un
exceso de mortalidad inusual. La cifra global de muertes por
“Covid”, incluso con estadísticas exageradas [13], nunca
fue lo suficientemente alta como para justificar las respuestas
draconianas que vimos de la mayoría de los gobiernos del mundo.
En
tres años de “Covid”, se han producido aproximadamente 6,8
millones de “muertes Covid”, o 2,3 millones al año.
Eso es el 0,03% de la población mundial. A modo de comparación, la
gripe española de 1918 mató entre 25 y 100 millones de personas en
dos años, o entre el 0,7 y el 2,8% de la población mundial al año.
La prensa ha calificado al 2020 como el “año más
mortífero para el Reino Unido desde la Segunda Guerra Mundial”,
pero esto es engañoso porque ignora el aumento masivo de la
población desde entonces. Una medida estadística más razonable de
la mortalidad es la Tasa de Mortalidad Estandarizada por Edad (TMEE):
Según esta medida, el 2020 ni siquiera
es el peor año para la mortalidad desde 2000. De hecho, desde 1943
sólo 9 años han sido mejores que el 2020.
Del mismo
modo, en EE.UU. la ASMR para 2020 sólo alcanza los niveles de 2004:
Suecia, que notoriamente no implementó encierros, vio cómo su
mortalidad por todas las causas alcanzaba niveles ya vistos en
2012
La
base de datos sobre mortalidad del Banco Mundial estima que en
2020 la tasa bruta de mortalidad mundial aumentará de ~7,6 a 8, es
decir, volverá al nivel registrado entre 2006 y 2011.
A
partir de mayo de 2021, la Organización Mundial de la Salud empezó
a hablar del “verdadero coste de la pandemia”, promoviendo
esfuerzos para inflar aún más el número de muertes de la pandemia
atribuyendo
el exceso de muertes desde 2020 a Covid. Sin embargo, dado que
cualquier aumento de la mortalidad podría atribuirse a causas ajenas
al Covid [hechos 15, 18, 20 y 28], eso es irracional o un engaño
intencionado.
Además, hay pruebas fehacientes de que el
exceso de muertes no tiene nada que ver con “Covid”, ya que
el exceso de muertes ha seguido aumentando a pesar de que, según los
informes, los casos de Covid han disminuido. Como se informó en el
Spectator en noviembre
de 2022:
¿Por qué el exceso de muertes es mayor ahora que
durante la Covid?
Tampoco es sólo en el Reino Unido, como escribieron Toby Green y
Thomas Fazi para Unherd el 30 de enero:
…a pesar de unas tasas de mortalidad Covid
relativamente bajas, el exceso de muertes en todos los grupos de edad
en Europa en 2022 fue tan alto como en 2020 y más alto que en 2021,
incluso en las cohortes de más edad. Fuera de Europa, la situación
es muy parecida…
El hecho de que el exceso de muertes
haya seguido aumentando a pesar de la supuesta ralentización de la
“pandemia” es una prueba de que cualquier exceso de
mortalidad puede no haber sido causado nunca por el “Covid”,
sino que de hecho se debió a otros factores (por ejemplo, las
consecuencias económicas y sociales de las políticas del encierro
y, potencialmente, la distribución de “vacunas” no
probadas e innecesarias).
Parte IX: Planeación y engaño
34. La UE estaba preparando “pasaportes de
vacunación” al menos un AÑO antes de que comenzara la
pandemia. Las contramedidas COVID, presentadas como medidas
improvisadas de emergencia, ya existían
desde antes de la aparición de la enfermedad.
Dos
documentos de la UE publicados en 2018, el “Situación
de la conrfianza en las vacunas de 2018” y un informe
técnico titulado “Diseño
e implementación de un sistema de información de inmunización“,
discutían la plausibilidad de un sistema de monitoreo de vacunación
en toda la UE.
Estos documentos se combinaron en la “Hoja
de ruta de vacunación” de 2019, que (entre otras cosas) marcaba
un “estudio de viabilidad” de los pasaportes de vacunación
a comenzar en 2019 y terminando en 2021
Las conclusiones
finales de este informe se hicieron públicas en septiembre de 2019,
justo un mes antes del Evento 201 (abajo).
De hecho, los
programas de vacunación e inmunización han sido reconocidos como
“un punto de entrada para la identidad digital” desde al
menos 2018.
Fundada en 2016, la ID2020
es una “alianza” corporativa-gubernamental dedicada a
“proporcionar identidad digital para todos”. En marzo de
2018, la ID2020 publicó un artículo titulado “Inmunización:
un punto de entrada para la identidad digital“, en el que el
autor argumenta:
La inmunización plantea una enorme oportunidad para
escalar la identidad digital
La ID2020 fue fundada conjuntamente por
Microsoft, la Fundación Rockefeller y GAVI the Vaccine Alliance.
Entre sus “socios” figuran Facebook y la ONU.
35.
Un “ejercicio” predijo la pandemia pocas semanas antes de
que comenzara. En octubre de 2019, el Foro Económico
Mundial y la Universidad Johns Hopkins celebraron el
Evento
201. Se trataba de un entrenamiento donde un coronavirus
zoonótico iniciaría una pandemia mundial. El ejercicio fue
patrocinado por la Fundación Bill y Melinda Gates y GAVI the
vaccine alliance.
El ejercicio publicó sus
conclusiones y recomendaciones en noviembre de 2019 como una “llamada
a la acción“. Un mes después, China registró su primer
caso de “Covid”.
36. Los líderes
mundiales escépticos de Covid “murieron repentinamente”.
Múltiples líderes políticos que se oponían a las políticas Covid
de la Organización Mundial de la Salud murieron inesperadamente, y
sus sucesores inmediatamente revocaron las políticas Covid
contrarias a la OMS.
El 3 de mayo de 2020, el presidente
de Burundi, Pierre Nkurunzia, tachó a la Covid de “un
engaño“. Tres días después, el Council on Foreign
Relations advirtió de “tendencias
peligrosas en la democracia de Burundi“.
El 14
de mayo de 2020, Nkurunzia expulsó
formalmente de Burundi a los representantes de la OMS. Menos de un
mes después, murió “de una enfermedad repentina”. Su
sucesor calificó a la Covid de “nuestro mayor enemigo”, e
invitó a la OMS a regresar.
Se produjo una situación
casi idéntica en Tanzania, donde el presidente John Magufuli,
escéptico ante la Covid, cuestionó
la exactitud de las pruebas PCR y prohibió
el uso de vacunas Covid en su país.
En marzo de 2021,
Magufuli desapareció de la escena pública por semanas. De nuevo, el
Council on Foreign Relations publicó
un artículo pidiendo su destitución, y de nuevo se informó de
que había muerto
repentinamente.
Su sucesor dio
marcha atrás a todo lo relacionado con la Covid, imponiendo
cuarentenas, distanciamiento social y uso de mascarillas, además de
inscribir a Tanzania en el programa de vacunas de la OMS y vacunar a
10 millones de sus ciudadanos.
37. Durante la
“pandemia” de Covid, la gripe “desapareció” casi
por completo. En Estados Unidos, desde febrero de 2020, los
casos de gripe han descendido supuestamente más
de un 98%.
Tampoco es sólo en los EE.UU., en septiembre de 2020 los CDC de
EE.UU. informaron
que la incidencia de la gripe se había reducido notablemente en los
EE.UU., Australia, Sudáfrica y Chile.
En abril de 2021,
Scientific American publicó un artículo
titulado: La gripe ha desaparecido por más de un año
La explicación dada es que las medidas anti-Covid, por ejemplo,
mascarillas y encierros, detuvieron la propagación de la gripe. Pero
hemos comprobado que estos no detienen la propagación de
enfermedades respiratorias [14][21].
En resumen, y de
manera global, la
gripe desapareció casi por completo entre el 2020 y 2021, y esto
no puede explicarse por las medidas anti-Covid.
Al mismo
tiempo una nueva enfermedad llamada “Covid”, con síntomas
idénticos [1] y una tasa de mortalidad similar [29], estaba
aparentemente afectando a la población que normalmente sería
afectada por la gripe.
Parte X: Ganancias y motivaciones
38. La pandemia de Covid sirvió de impulso para
una agenda política que ya existía. Desde sus primeros
días, la Covid se usó como excusa para fomentar reformas en los
sistemas alimentario, de identidad y monetarios, así como para
promover agendas “verdes” y centralizar los poderes mundial
y nacionales.
Ya en marzo de 2020, el ex primer ministro
británico Gordon Brown pedía
un “gobierno global” para hacer frente a la pandemia.
La
pandemia también fue testigo de un aumento de los poderes de censura
y vigilancia, tanto en
China como en occidente.
En septiembre de 2018, el papel de la “identidad
digital” en el futuro “contrato social” fue uno de los
principales temas de conversación en
Davos. En diciembre de 2020, The Economist informó
que “la Covid-19 espolea los planes nacionales para dar a los
ciudadanos identidades digitales”.
En enero de 2019,
se informó de que el Banco de Pagos Internacionales y 70 bancos
centrales de todo el mundo participaban en investigaciones sobre
monedas digitales de bancos centrales (CBDC). En julio de 2021,
FinTech Times informó de que la pandemia había “acelerado el
desarrollo de las monedas digitales de los bancos centrales hasta en
cinco años”,
A lo largo de 2019, múltiples
artículos
y documentos
pedían una “transformación radical” del sistema
alimentario mundial. Para 2021, Deloitte informaba de que “Covid”
había “acelerado
la transformación alimentaria“.
El Instituto
Grantham del Imperial College de Londres publicó un
artículo
en el que afirmaba que la Covid había permitido a la opinión de
expertos “meter un pie en la puerta” para que pudieran
“abogar por volver a las “emisiones netas cero” y un
futuro resiliente”.
Por último, la pandemia abrió
la puerta a cambios globalistas radicales en las políticas de salud
pública en forma de la propuesta de “Tratado
de la pandemia“.
39. Las grandes empresas recibieron ENORMES
beneficios gracias a la Covid. Empresas de múltiples
sectores tuvieron enormes ganancias debido a la “pandemia”,
la mayoría de las cuales se debieron al aumento en el gasto
gubernamental transfiriendo dinero público hacia manos privadas.
El mercado mundial de las mascarillas, por ejemplo, se
expandió más de un 15000%, pasando de 1.400 millones de dólares en
2019 a 225.000 millones en 2020. Y eso es solo de las mascarillas,
sin considerar otras formas de equipos de protección personal (EPP)
que también tuvieron aumentos gigantescos en el gasto tanto a nivel
personal como gubernamental.
Sólo en el Reino Unido, el
coste del simple almacenamiento de estos EPP se elevó a más de
1.000
millones de libras, con otros 4.000 millones de libras en EPPs no
utilizados y simplemente tirados
a la basura, y otras amortizaciones sumando un total de casi
10.000
millones de libras.
Los guantes
de goma y los desinfectantes de manos también experimentaron un
enorme repunte en el mercado gracias al gasto público. Gran parte de
este dinero se desperdició por completo al caducar
los productos.
Amazon duplicó
sus beneficios gracias a la Covid, y las plataformas de streaming
sumaron millones de nuevos usuarios gracias a los encierros.
Sin
embargo, los mayores beneficios se vieron en el sector de las
vacunas. Desde el lanzamiento de la vacuna, las compañías
farmacéuticas han ganado aproximadamente 1000
dólares por segundo.
A finales de 2019, los ingresos
de Pfizer eran los más bajos desde 2010, dos años después habían
aumentado
un 150% y eran los más altos de su historia.
A los
pocos meses del lanzamiento de la vacuna, 9 fabricantes de vacunas se
habían convertido
en multimillonarios. En mayo de 2022, esa cifra había aumentado
a 40.
40. La élite ha amasado fortunas durante
la pandemia. No solo las empresas farmacéuticas se han
beneficiado de la Covid, desde el inicio de los encierros las
personas más ricas se han enriquecido significativamente.
En
octubre de 2020, Business Insider informó de que “los
multimillonarios aumentaron su patrimonio neto en medio billón de
dólares” solo en los seis primeros meses de la pandemia.
En abril de 2021, Forbes informaba de que se habían
creado 40 nuevos multimillonarios “luchando
contra el coronavirus“.
El proceso no ha hecho
más que acelerarse.
En mayo de 2022, el número de
nuevos multimillonarios creados por la pandemia ascendía
a 543. O aproximadamente uno cada 30 horas en los dos años
anteriores. Eso incluye 40 nuevos multimillonarios sólo en el sector
farmacéutico.
Mientras tanto, la proporción de la
riqueza mundial en manos de multimillonarios ha aumentado del 10%
en 2019 al 14% en 2022, un incremento mayor que el de los 16 años
anteriores juntos.
En total, las personas más ricas del
mundo aumentaron su riqueza colectiva en más de cinco billones de
dólares en los últimos tres años, todo gracias a la Covid.
Conclusión
En la introducción insistí que
este artículo se trataba de una actualización no sólo de los
hechos, sino también del enfoque. Ahora lo aclaro.
Cuando
se publicó la primera edición de esta lista, la “Covid”
seguía estando en los titulares. Era una guerra propagandística en
estado de expansión, donde los hechos eran munición y las líneas
de suministro estaban limitadas. La lista tenía por ende que ser
breve, directa y de fácil acceso.
Hoy en día, el frente
pandémico se ha relajado un poco. Convertido en fangosas ruinas de
un campo de batalla, salpicado de cadáveres y estandartes rotos. Ha
sido abandonado a los carroñeros, mientras ambos bandos se preparan
para la próxima gran ofensiva.
La conversación sobre la
“Covid” se ha atenuado en favor de las conversaciones sobre
Ucrania, el cambio climático e incluso “la
próxima pandemia“.
Nuestro mundo no ha
vuelto a la “normalidad”, y probablemente nunca volverá,
pero mientras la transformación sigue su marcha, ese agente de
cambio está siendo apartado lentamente favoreciendo nuevos frentes
en la guerra del Gran Reinicio por
el control del mundo.
Ahora nos encontramos con
que hay espacio, y tiempo, para revisar la narrativa de la “Covid”
en su totalidad, y contar la verdadera historia de la “pandemia”
que puso el mundo patas arriba, con el fin de vaciar sus bolsillos.
En la anterior edición de esta lista se dejó
intencionadamente fuera cualquier interpretación por parte del
autor. Se dejó que los hechos hablaran por sí mismos, y así fue.
De hecho, lo siguen haciendo.
Pero, sin embargo, como
declaración final ante el jurado mundial, quiero resumir la historia
que estos hechos nos narran.
- A lo largo del 2017, 18 y 19,
diversos organismos internacionales y mundiales pusieron en marcha
planes, o debatieron la posibilidad, para crear campañas mundiales
de vacunación, incluida la forma en que podrían utilizarse para
facilitar la introducción de pasaportes digitales vinculados a
historiales médicos.
- A finales de 2019, se celebró un
ejercicio internacional centrado en un hipotético coronavirus
zoonótico causante de una pandemia mundial y en la planificación
de su posible respuesta.
- Apenas dos meses después,
se afirmó que un supuesto coronavirus zoonótico real había
comenzado a circular. La “nueva enfermedad” presentaba
síntomas típicos de la gripe y una tasa de mortalidad muy similar
a la de las enfermedades gripales estacionales. Casualmente, en este
periodo los casos de gripe se redujeron prácticamente a cero.
- Las pruebas de este “nuevo
virus” se realizaron de forma precipitada, saltándose el
proceso habitual de revisión de expertos.
- Se usaron las numerosas pruebas de
los asintomáticos para contabilizar “casos de Covid”,
mientras que se utilizaron las pruebas de los que ya estaban
muriendo en el hospital para crear “muertes por Covid”.
- Como “respuesta” a la
“pandemia”, se pusieron en marcha encierros que
paralizaron la economía y provocaron un aumento enorme de la
pobreza, la desnutrición, el abuso de drogas y alcohol y los
problemas de salud mental. Al tiempo que se aseguraba que las
personas que sufrían verdaderos problemas de salud evitaran los
hospitales por miedo.
- Mientras tanto, en los hospitales,
las “directrices covídicas” permitieron que se abusara
mortalmente de las Órdenes de no resucitar y la
ventilación mecánica.
- Estas medidas resultaron
mortíferas y contribuyeron al aumento en el exceso de mortandad que
oficialmente se achacó a la “Covid”, pero que no ha
disminuido a pesar de la reducción del número de “casos
Covid”.
- Las mascarillas o barbijos y el
distanciamiento social se impusieron a la población, a pesar de que
sus propias investigaciones demostraron que eran ineficaces, para
aumentar el miedo de la gente y actuaron literalmente como la única
prueba visual de que algo estaba ocurriendo.
- Bajo el disfraz de esta falsa
“pandemia”, se produjo el mayor transferencia de dinero
público hacia manos privadas de todos los tiempos.
- La “pandemia” también
permitió una centralización gigantesca del poder, tanto a nivel
nacional como mundial. Los líderes de casi todas las naciones de la
Tierra se hicieron con más poder siguiéndoles el juego, y los que
se negaron fueron asesinados.
- Por último, y lo más importante, la “Covid”
permitió una rápida aceleración de una agenda política que
aspira a remodelar el mundo para convertirlo en un espectáculo de
terror distópico. La vigilancia digital, los procedimientos médicos
obligatorios, los toques de queda, la brutalidad policial y la
censura se normalizaron bajo el pretexto de “proteger la salud
pública”. Mientras que programas como la moneda digital, la
“reforma alimentaria” y las políticas de “nuevo
pacto verde” experimentaron un notable aumento en la velocidad
de su desarrollo.
Estos son los hechos incontrovertidos de la pandemia, y
llegamos a sólo una conclusión: la “Covid” fue diseñada.
Una enfermedad falsa, creada para vender una agenda presente y real.
Esta es la única explicación racional a partir de las pruebas que
poseemos.
La “versión oficial” es
insostenible. Si la Covid fuera una enfermedad real y una pandemia
real, no sería necesario echar mano de pruebas corrompidas y
prestidigitación estadística para propagarse. Si fuera realmente
mortal, no sería necesario recurrir a la manipulación estadística
para crear “muertes por Covid”. Si los poderes fácticos
fuesen honestos, nunca habrían introducido medidas de “salud
pública” que, según sus propias investigaciones, no funcionan.
La idea de que lo ocurrido fue una bola de nieve de
errores, una tormenta perfecta de pánico público, incompetencia
gubernamental y avaricia corporativa, se queda igualmente corta como
explicación global, ya que no da cuenta de los muchos actos de
deshonestidad prolífica y deliberada, y de nuevo se nos pide que
creamos que el Evento 201 fue una mera coincidencia.
La
teoría de la “fuga de laboratorio” o del “arma
biológica”, [por la] que el “Covid” es una enfermedad
real liberada accidental o deliberadamente al público, tampoco
encaja, ni factual ni lógicamente [salvo que fuera un “arma
biológica” fallida o de baja intensidad para colaborar en el
proceso de confusión o en el desarrollo de la operación
psicológica, geopolítica y económica que indudablemente lleva
detrás]. Desde el punto de vista fáctico, como ocurre con la
versión oficial, un virus real no necesitaría estadísticas falsas
para propagarse. Mientras que lógicamente, existe el problema del
control.
Como Mike Yeadon dijo en su reciente artículo:
el efecto de un nuevo patógeno liberado no puede
predecirse con exactitud. Podría extinguirse rápidamente. O podría
resultar mucho más letal de lo esperado, acabando con civilizaciones
avanzadas.
No, la única historia que se sostiene es que la “Covid”
fue una operación psicológica a escala global. La mayor y más
amplia campaña de propaganda de todos los tiempos, con el objetivo
particular de romper el mundo en pedazos, y rehacerlo con una nueva
imagen globalista.
De hecho, no dejaron de repetirnos que
así era. Un “gran reinicio” para “reconstruir
algo mejor” hacia una “nueva normalidad”. No ocultaban
su intención
“Covid”
era, y es, un engaño con un fin maligno. Tenemos que verlo,
entenderlo y recordarlo. Porque a menos que diseccionemos y
comprendamos adecuadamente la escala y la metodología de la
propaganda, volveremos a ser vulnerables a los mismos métodos la
próxima vez que se empleen.
Aunque se cambien los medios, el
fin continuará vigente.
Su nuevo mundo ya existe, a nuestro
alrededor. Pero sólo está a medio construir, y el objetivo está
claro, y todo lo que hagan y digan en el futuro será en pos de
completarlo.
Ese es el lado positivo de la “Covid”,
si es que se quiere buscar alguno. A falta de una analogía mejor, la
máscara se les ha caído. Hemos vislumbrado el muro de ladrillos de
Zappa. Ahora sabemos lo que realmente quieren.
Quieren
controlarlo todo y a todos. Quieren reducirnos: reducir nuestro
intelecto, nuestros medios, nuestra salud y nuestros derechos.
Quieren acelerar el lento avance hacia la tiranía y construir un
campo de trabajo global rodeado de males imaginarios que hipnotizan a
los presidiarios haciéndoles creer que el alambre de púas está ahí
por su propio bien… porque los mantiene alejados a los monstruos.
En pocas palabras, quieren acabar lo que la “Covid”
empezó. Pero mientras les observemos y comprendamos, nunca podrán
hacerlo.