El cerebro, el cuerpo y los ataques de las ondas electromagnéticas y las neurotecnologías

La sexta generación de telefonía móvil planea conectar cerebros humanos a Internet

Samuel Koslov, personalidad destacada del proyecto Pandora de la Marina estadounidense e investigador de la Universidad John Hopkins, en su discurso de clausura de la conferencia sobre Electrodinámica no lineal en sistemas biológicos, celebrada en 1983, afirmó que la conferencia había demostrado que los campos eléctricos externos pueden “convertirse en una clave para el control celular… Las implicaciones, sociales, económicas e incluso militares, son enormes… puede ser más significativo para la nación que las perspectivas a las que se enfrentó la comunidad de físicos en 1939, cuando se demostró realmente la fisionabilidad del núcleo, pronosticada desde hacía mucho tiempo”. La gente no sabe realmente de qué hablaba hasta hoy, ya que gran parte de la información está clasificada y se utiliza en la investigación armamentística.

El cuerpo humano está lleno de eventos eléctricos y electromagnéticos y por lo tanto puede ser controlado por la radiación electromagnética, que puede tener efectos tanto benignos como perjudiciales sobre sus estados. Puede controlar incluso eventos tales como es la división celular o la actividad de las neuronas, así como la actividad sincronizada de masas de neuronas en el cerebro y de esta manera producir la actividad “artificial” del sistema nervioso humano.

En 2021, el Comité Internacional de Bioética (CIB) de la UNESCO escribió: “Las herramientas externas que pueden interferir en nuestras decisiones pueden cuestionar, o incluso desafiar, el libre albedrío de un individuo y, en consecuencia, sus responsabilidades. De este modo, la neurotecnología podría afectar a la libertad de pensamiento, de decisión y de acción. En conjunto, podrían tener un profundo impacto en los sistemas de justicia y las organizaciones sociales” (pág. 36). Al final del artículo, el CIB anima a sus Estados miembros “a garantizar los derechos neuronales de sus ciudadanos” (p. 38).

La actividad de los cerebros y cuerpos humanos puede manipularse mediante ondas electromagnéticas, ya que las corrientes eléctricas son factores clave de la actividad neuronal y muscular. Ya en 1962 se produjeron sonidos en cerebros humanos mediante microondas pulsadas en las frecuencias de la actividad nerviosa del sistema auditivo humano. En 2007, el Washington Post escribió sobre un experimento desclasificado:

“En octubre de 1994, en el laboratorio de la Fuerza Aérea… los científicos fueron capaces de transmitir frases a la cabeza de sujetos humanos, aunque con una inteligibilidad marginal”.

En 2020, la Academia Estadounidense de Ciencias escribió en el informe sobre los ataques a diplomáticos estadounidenses en Cuba y China, conocidos como el síndrome de La Habana, que la causa más probable de sus problemas eran las ondas de radiofrecuencia pulsadas dirigidas. Es bien sabido que estos ataques van acompañados de alucinaciones acústicas producidas artificialmente. Estos sucesos sugieren que las microondas pulsadas ya se están utilizando como arma en la actualidad. De hecho, si el habla humana se convierte en ultrasonidos y luego en microondas pulsadas u ondas electromagnéticas extralargas, el ser humano las percibirá como sus propios pensamientos, ya que no las oirá.

El 7 de octubre de 2022, veintitrés países firmaron un documento en el que solicitaban “al Comité Asesor del Consejo de Derechos Humanos (de la Organización de las Naciones Unidas) que prepare un estudio… sobre el impacto, las oportunidades y los retos de la neurotecnología en relación con la promoción y protección de todos los derechos humanos”. Hicieron esa petición:

Teniendo en cuenta que la neurotecnología permite conectar el cerebro humano directamente a las redes digitales mediante dispositivos y procedimientos que pueden utilizarse, entre otras cosas, para acceder al sistema neuronal de la persona, vigilarlo y manipularlo”.

En septiembre de 2021, el Parlamento chileno documentó este peligro al aprobar una ley que garantiza a los ciudadanos chilenos los derechos a la identidad personal, el libre albedrío y la privacidad mental. Los principales medios de comunicación mundiales no informaron sobre este acontecimiento, demostrando así que las tecnologías que permiten el control remoto de los cerebros humanos siguen siendo clasificadas.

Evidentemente, ahora es una tarea urgente para los gobiernos del mundo seguir el ejemplo chileno y demostrar que no están planeando transformar sus estados en estados totalitarios donde la élite convierta a los ciudadanos en biorobots, controlados por superordenadores. Hay miles de personas en todo el mundo, que se quejan de estar expuestos a experimentos, que prueban la capacidad de los dispositivos neurotecnológicos para privar a las personas de su libertad de pensamiento a distancia y causarles dolores por ondas electromagnéticas.

[…] El futuro de la humanidad no respetará los derechos humanos y estará controlado por manipuladores de las mentes, las emociones y las funciones corporales humanas.

Esta manipulación podría ser ejecutada por los servicios secretos de gobiernos extranjeros o nacionales, utilizando microondas pulsadas de transmisiones de telefonía móvil.

La radiación de la quinta generación de sistemas de telefonía celular (5G), está planeada para ser omnipresente y controlar a distancia las cosas (por ejemplo los coches autónomos).

La sexta generación de telefonía móvil prevé conectar los cerebros humanos a Internet y las primeras ventas de esta tecnología ya están previstas para dentro de 9 años (¡¿quiere la gente que la comparen con los coches autónomos?!). Esto puede implementarse con el uso de microondas pulsadas, conectando ya hoy ordenadores y teléfonos móviles a antenas de telefonía celular.

Para manipular los cerebros humanos, podrían utilizarse también redes eléctricas, si se han concebido para producir ondas electromagnéticas extralargas en las frecuencias de actividad de las neuronas en los cerebros humanos (de 1 a 100 Hz). Tales ondas, debido a su longitud (de 300 mil a 3 mil kilómetros), son capaces de cubrir grandes áreas del “espacio cerebral”. Tales ondas pueden producirse incluso manipulando la ionosfera para producir ondas electromagnéticas extralargas en las frecuencias cerebrales. En 1999, el Parlamento Europeo investigaba esas capacidades del sistema de radar estadounidense HAARP (punto 30) (la explotación de esta instalación fue transferida de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos a la Universidad de Alaska en Fairbanks el 11 de agosto de 2015). El sistema de radar ruso SURA tiene capacidades similares. De hecho, China está construyendo su propio sistema, más avanzado, después de experimentar con el sistema ruso Sura (ver esto).

En 1994, el Instituto de Estudios Estratégicos de la Escuela de Guerra del Ejército de Estados Unidos escribió:

“Se identificó a los partidarios potenciales o posibles de la insurgencia en todo el mundo utilizando la Base de Datos Integrada Interagencias, que se clasificaron como “potenciales” o “activos”, y se utilizaron sofisticadas simulaciones de personalidad para desarrollar, adaptar y enfocar campañas psicológicas para cada uno de ellos” (págs. 24-25).

Mojmir Babacek