La OMS, el big pharma y los genes humanos: modificación genética, robo de genes, negocios y más

Desde hace algunos años, en casos más de una década, se ha expandido el negocio de la apropiación y venta de datos genéticos humanos. Es una “industria” con muchas aristas e impactos, sobre la que en general hay poca información. Cada vez es más común que los gobiernos y empresas privadas establezcan bancos de datos con nuestra información genética, con o sin nuestro consentimiento, en la mayoría de los casos sin plena conciencia de cómo pueden ser usados. En la era de los hackeos digitales, estas bases no son una excepción.

El botín de la identificación forense

En diciembre 2021, un cuidadoso trabajo de investigación periodística de Paula Mónaco Felipe y Wendy Selene Pérez (Traficantes de ADN) puso en evidencia que las bases de datos genéticos de la Fiscalía General de la República de México se han usado como fuente de negocios para la firma privada Central ADN, engañando además a parientes en busca de personas desaparecidas. El reportaje expone que desde la institución se permitió acceso y copias irregulares e ilegales de las bases de datos genéticos de la FGR (antes PGR), y que computadoras de la firma privada estuvieron conectadas por meses a esas bases, sin conocimiento ni consentimiento de las personas cuyos datos están allí.

La empresa Central ADN consiguió además nuevas muestras de familiares de las personas desaparecidas, prometiéndoles que de esa forma podrían cotejar coincidencias con los datos de la FGR. Como  resume Paula Mónaco, en un país con 95,000 personas desaparecidas y 52,000 cadáveres sin identificar, la identificación forense –para la cual en repetidos casos las autoridades contratan a firmas privadas–, es un negocio millonario.

Biopiratería humana e industria farmacéutica

Este caso terrible por la falta de escrúpulos y la crueldad con las familias de las personas desaparecidas, no es sin embargo la única forma de apropiación y uso de información genética en México. Desde estudios de “herencia genética” a toma de muestras en laboratorios privados o de instituciones públicas de salud, la información genética de la población mexicana, entre otras, es valiosa para muchas industrias, empezando por la gran farmacéutica, la industria que junto a la digital más se ha lucrado en tiempo de pandemia, sobre todo con el multimillonario negocio de las vacunas de ARNm, que como ya se ha evidenciado pueden modificar el genoma humano.

La llamada medicina genética o genómica se basa en el análisis de los genomas e intentar definir cómo diferentes enfermedades pueden estar influidas por los genes. Aunque todos los seres humanos tenemos el mismo genoma como especie, cada persona tiene una composición genómica única (parcialmente coincidente con sus parientes biológicos) y además pequeñas variaciones que pueden indicar tendencias a ser más propensos o a resistir mejor algunas enfermedades. Eso motivó desde la década de 1990  la caza de variaciones genéticas a nivel global, a menudo dirigida desde universidades de Estados Unidos con financiamiento del gobierno y/o empresas farmacéuticas, sobre todo en poblaciones indígenas. Existen denuncias de este tipo de proyecto que recorrían el planeta tomando muestras de sangre y otros tejidos, así como del  comercio de tejidos humanos que derivaron de estos proyectos.

El “atractivo” de las variaciones genéticas, en particular las presentes en comunidades indígenas americanas, es que se podrían diferenciar de variaciones en poblaciones que se han mezclado más con otras (por ejemplo, en grandes ciudades) y por tanto permite enfocar en la búsqueda de rasgos particulares de interés para las industrias farmacéuticas y relacionadas.

Históricamente, esto ha derivado en el patentamiento de la información genética. Al comienzo, directamente de líneas celulares completas, como  se denunció en 1994 el patentamiento a nombre del gobierno de Estados Unidos de la información genética de una mujer de la población Ngobe (guaymí en castellano), por su resistencia a la leucemia. Pese a que junto al pueblo Ngobe se logró cancelar esa patente, el mecanismo se siguió repitiendo, aunque con modificaciones de qué y cómo se patenta para intentar evadir cuestionamientos legales.

La “ventaja” de la  diversidad genética de los pueblos indígenas de México para las empresas farmacéuticas fue justamente uno de los argumentos claves que esgrimió Gerardo Jiménez Sánchez para la creación del INMEGEN, del cual fue su primer director y permaneció hasta 2009. El principal proyecto de este instituto ha sido el “Mapa del genoma de las poblaciones mexicanas”, que  no representa ningún beneficio para las comunidades y pueblos indígenas que fueron muestreados. Pero sí coloca en acceso público la información de variaciones genómicas obtenidas del muestreo de poblaciones en Sonora, Zacatecas, Guanajuato, Veracruz, Guerrero, Yucatán y “zapotecos de Oaxaca”, donde especifican el pueblo indígena, porque en otros estados, aunque tomaron mayoritariamente muestras de pueblos indígenas, también incluyeron población que consideraron mestiza.

Ese proyecto estuvo especialmente enfocado en poblaciones indígenas, pero la transferencia de datos genéticos de la población mexicana a empresas e instituciones públicas y privadas de Estados Unidos y otros países ocurre todo el tiempo, sea a través de proyectos de “investigación”, sea porque la mayoría de los laboratorios (públicos y privados) hacen firmar un acta de consentimiento -complicada, larga, difícil de entender- cuando tenemos que realizarnos algún análisis de tejidos biológicos, según el cual pueden disponer de nuestras muestras biológicas para investigación, que puede ser en el país o internacional. La mayoría de las personas firma este “consentimiento” sin haberlo leído ni entender sus implicaciones, tal como generalmente ocurre cuando aceptamos las condiciones de los programas digitales, de comunicación, etc.

Hackeo de biodatos

El valor de las bases de datos genómicos, de una forma parecida a lo que sucede con otras bases de datos de nuestra información digital, en mucho se basa en la cantidad y diversidad de datos que pueden acumular y la capacidad de programas -generalmente de inteligencia artificial- de manejar esos enormes volúmenes de datos.

A ello abonan proyectos como los descriptos antes, así como la toma de muestras por diversas razones de instituciones públicas, policiales, médicas y muchas privadas. En México una causa importante de por qué las personas dan voluntariamente su información genética es la búsqueda de familiares desaparecidos. En Estados Unidos y otros países, una serie de empresas privadas ofrecen buscar árboles genealógicos, rastrear antepasados lejanos, también pruebas de paternidad, etc. En varios países la toma de muestras genéticas y su conservación en manos de instituciones ocurre desde el nacimiento y/o puede ser una política pública manejada y/o impuesta por el estado, como sucede por ejemplo en China, Suecia, Islandia.

Al igual que sucede con todas las bases de datos digitales, también las bases de biodatos -sean de procedencia de proyectos investigación, médicos, policiales, comerciales- pueden y han sido hackeados a gran escala.

Existen muchos ejemplos recientes de irrupciones ilegales y robo de información en bases de biodatos de compañías privadas o públicas, que han accedido a millones -hasta decenas de millones – de datos personales. En 2020, el FBI entró aprovechando una brecha que alegan no haber sido su responsabilidad, a los datos de un millón de personas de las bases genéticas de la empresa GEDMatch para realizar búsquedas no autorizadas. Varias otras empresas que guardan biodatos entregados y pagados por consumidores han sido hackeadas con robo de información.

Los fines de tales irrupciones pueden ser comerciales, para estafas, fraude de identidad, chantajes, etc. A los gobiernos de China y Estados Unidos lo que más les preocupa es el uso que se podría hacer para desarrollar potenciales armas biológicas adaptadas a grupos poblacionales. Por lo cual seguramente lo estén intentando desarrollar ellos mismos, pero por supuesto no hay datos públicos al respecto.

La toma de muestras individuales de integrantes de un pueblo indígena, aporta datos sobre todo ese pueblo. La extracción, comercio y uso de datos digitales personales -incluyendo biológicos y genéticos – va mucho más allá que el uso individual, para generar además de abusos comerciales, nuevas formas de control y vigilancia, cruzando la información con la plétora de otros datos individuales y colectivos digitalizados.

Todo esto pone sobre la mesa, nuevamente y desde otras aristas, el impacto que tiene la digitalización en muchas áreas de nuestras vidas, que es mucho más que la suma de impactos y efectos individuales. Si además añadimos los proyectos de modificación genética, esta vez a escala internacional, validados por la OMS, el panorama se carifica mucho más.

Ya informamos sobre los mecanismos de las vacunas de ARNm y la modificación del ADN humano a escala mundial con productos experimentales. La OMS, que validó la inoculación de estos productos, ignorando los principios de precaución de la salud pública, trabaja ahora para establecer y financiar investigaciones destinadas a modificar el genoma humano. Siempre bajo el epígrafe de “justificación de la salud pública”, un término que se utiliza en exceso y que se cita cada vez que es necesario justificar prácticas contestadas.

Un informe que anuncia las ambiciones transhumanistas de la OMS

Como siempre, la organización internacionalista de las Naciones Unidas, presenta un informe de recomendaciones que ella misma ha ordenado y que valida a continuación. Por “eso” nos referimos a la Asamblea Mundial de la Salud -el órgano decisorio de la OMS- y a sus principales financiadores, a saber, el gobierno de Estados Unidos y la Fundación Bill y Melinda Gates.

Desde su creación en 1948, la OMS ha pasado de tener una misión esencialmente de apoyo técnico a los países miembros a una actividad de regulación y gobernanza mundial en materia de salud. La instauración del Reglamento Sanitario Internacional (RSI) en 2005 y el programa “Una salud“, desarrollado posteriormente y destinado en particular a coordinar la lucha mundial contra las zoonosis, le han permitido imponerse con el apoyo de la financiación internacional, cada vez más procedente del sector privado.

¿Qué nos dice el informe de recomendaciones de la OMS sobre la edición del genoma humano[1]? Que la reciente aplicación de herramientas, como CRISPR-Cas9, para modificar el genoma humano con la intención de tratar o prevenir enfermedades es un modo recomendable para abordar los desafíos científicos, éticos, sociales y jurídicos. Si bien estas nuevas tecnologías ofrecen oportunidades reales para el tratamiento de enfermedades genéticas, también pueden ser mal utilizadas y la OMS está validando potencialmente los trabajos del aprendiz de brujo.

El informe también indica que “… las orientaciones normativas de la OMS se verán impulsadas por los avances en la frontera de nuevas disciplinas científicas como la genómica, la epigenética, la genética, el diseño (del genoma), la inteligencia artificial y los grandes datos, todo lo cual presenta oportunidades transformadoras pero también riesgos para la salud mundial”. La OMS ha demostrado en el pasado que no tiene capacidad para dirigir la gestión de grandes epidemias, ni tampoco la investigación médica, especialmente las numerosas y aplicadas al desarrollo de patógenos peligrosos para los humanos. Estas investigaciones están más destinadas al desarrollo de armas biológicas que al desarrollo de tratamientos. El caso de los 26 biolaboratorios financiados por el Pentágono en Ucrania es sólo un ejemplo revelado a la luz del conflicto ruso-ucraniano.

La OMS y la vocación eugenista de las Naciones Unidas

Según el informe, “los beneficios potenciales de los trabajos de mejora del genoma humano incluyen nuevas estrategias para el diagnóstico, tratamiento y prevención de enfermedades genéticas; nuevas oportunidades para tratar la infertilidad…”.

Sin embargo, los investigadores de este programa no tienen una ideología de procreación, como nos recuerda un portavoz globalista, el Dr. Oelrich: “El año pasado nos comprometimos a dar acceso a la anticoncepción a 100 millones de mujeres más en todo el mundo. Este año hemos invertido 400 millones de dólares en nuevas fábricas para producir anticonceptivos de acción prolongada para las mujeres de los países de ingresos bajos y medios… Con Bill y Melinda Gates, estamos trabajando estrechamente en iniciativas de planificación familiar”.

Las vacunas ya han permitido inocular otras sustancias sin el conocimiento de los vacunados en los países en desarrollo, como el antígeno hCG a través de sueros antitetánicos o antipolio. La hCG es un inhibidor de la función reproductora en la mujer y se ha utilizado de forma fraudulenta durante varias décadas con el único fin de reducir el crecimiento de la población en los países pobres. La OMS estuvo muy implicada en esta labor en los años 90, como indican las publicaciones científicas citadas en “la eliminación de los pobres“.

El verdadero problema es el de la gobernanza sanitaria mundial

El informe de la OMS sobre la edición del genoma humano, en su primera recomendación, anuncia “el liderazgo de la OMS y de su director general” en los temas de la modificación de las secuencias del genoma humano, nada más y nada menos. Una auto-recomendación para tomar todo el poder en un área más que sensible. En 2021, la OMS ya había reforzado su papel de gobernanza mundial en la gestión de epidemias con su tratado sobre las pandemias. La epidemia de Sars-Cov 2 sirvió para reforzar los poderes de la OMS y sus donantes.

¿Es realmente razonable confiar su salud a una organización como la OMS? La gobernanza sanitaria mundial ha ganado 10 años con la epidemia de Covid y debería ser más permanente en los próximos meses con nuevas medidas de control gracias al pase sanitario mundial. Como señaló Jacques Attali -otro notorio globalista, masón y asesor del presidente francés desde Mitterrand- en una entrevista hace 43 años:

“En lugar de reparar a los hombres, vamos a producirlos sanos […] En la medida en que el hombre se convierte en una producción del hombre, se vuelve como todos los objetos, se produce, tiene una duración de vida, es moldeado por el hombre. Pero me parece que un hombre producido por el hombre ya no es un hombre, es una máquina porque está moldeado. Convertir al hombre en un objeto -privado de libertad- es la base de todas las dictaduras. La dictadura sanitaria estará dirigida por la OMS y sus “generosos filántropos”.

 

Fuentes

Silvia RibeiroDesinformémonos

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