Tarjetas bancarias y prohibiciones en serie: bienvenidos al mundo feliz

Algunos se quejan del pase sanitario: “Sí, vamos a estar fichados”, “Todo el mundo sabrá dónde hemos ido, qué hemos hecho allí”, etc. Es cierto que esta historia del código QR, utilizada por pequeños curiosos, tiene aspecto de espionaje electrónico.

Pero los que se quejan aún no han visto nada. En Suecia, en la tierra de Alfred Nobel, una joven empresa llamada Doconomy desarrolló hace dos años, recuerde,  una tarjeta de pago ecológicamente  responsable. Su nombre es “DO” simplemente. Esta tarjeta, además de pagar tus cada vez mayores necesidades y consumistas deseos, calcula en tiempo real el equivalente de carbono emitido por tus compras. Por ejemplo, si compras un pantalón, tu tarjeta indicará que has emitido 20 kg de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera si tu prenda está “fabricada en China” y sólo 0,5 kg si está fabricada cerca de tí. Según un estudio de la ADEME de 2016, el francés medio emite casi 11,9 toneladas de CO2 al año, el 75% de las cuales están vinculadas al consumo cotidiano. Sin embargo, para lograr la neutralidad en carbono, debe emitir menos de 2 toneladas. La tarjeta Do es la herramienta que necesitas si quieres ser un ciudadano eco-responsable.

¡Sí, pero! Mientras que la tarjeta ordinaria es la “DO White”, existe una “DO Black” algo más restrictiva. Introduces el porcentaje de CO2 que no quieres sobrepasar y, cuando se alcanza, tu tarjeta envía un simple mensaje a tu smartphone: “Compra rechazada, cuota de CO2 alcanzada”. Ahora eres súper eco-responsable: estás salvando el planeta al calibrar -tú mismo- tu tasa de emisión de CO2 y, en consecuencia, la utilización de tu medio de pago.

Sí, pero, ¡una vez mes! ¿Qué pasaría si alguien que no sea usted -tu banco, por ejemplo, o el Estado, o un organismo supranacional invisible y despótico, o quien quiera- decidiera por usted cuánto CO2 puede rechazar? Fácil, técnicamente, con la tarjeta DO. Entonces, ¡ya no tienes el control de tus compras!

Imaginemos, además, que avanzamos rapidamente hacia la desaparición del dinero en efectivo, como algunos piensan –el Banco de Francia prevé que los pagos en efectivo disminuirán un 20% en 2025-, entonces el círculo se cerraría: sin más billetes ni monedas, ni tarjetas bancarias “gratuitas”, sólo esa maldita DO a tu nombre pero de la que, por definición, has perdido el control.

¿Paranoico? ¿ Conspiración? Tal vez. Pero luego, en otro ámbito, habrá que explicar el razonamiento de la Oficina Europea de Medio Ambiente que, para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, recomienda limitar la superficie de las viviendas a un determinado número de metros cuadrados por persona: de 14 a 20 metros cuadrados para una persona sola; de 40 a 80 metros cuadrados para una familia de cuatro miembros. Paranoico, ¿no?

Podemos ver que nuestros ecologistas, impulsados por este tipo de proyectos descabellados, compiten en imaginación embaucando a los “ciudadanos”. Así, por ejemplo, en Francia (pero ocurren cosas parecidas en la mayoría de países) se pretende instaurar un impuesto climático, hacer del vegetarianismo la única opción en la restauración pública, prohibir los aviones para los trayectos que se pueden hacer en tren en menos de cuatro horas y media (eso sí, filántropos, capitalistas y gobernantes pueden usarlos, que están muy atareados) al mismo tiempo que imponen los coches con motor eléctrico (como si su fabricación y distribución no contaminara), se inicia la descarbonización (tarde, mal, desde arriba y para implantar algo parecido o peor), se instaura el desarrollo de la energía eólica, etc. Opciones todas que podrían estar muy bien – porque el sistema tecnológico industrial, de la mano del capitalismo, se está cargando el planeta – sino fuera porque se imponen desde arriba y porque, además, son una burda excusa, basada en una causa loable (proteger al planeta de la depredación), para imponernos una nueva dictadura tecnocientífica que aumente aun más nuestra esclavitud, haciendo añicos de lo poco que nos queda de libertad y autonomía.

No queda el tema en una tarjeta aislada hecha por frikies suecos, porque:

MASTERCARD SE UNE A LA ONU Y AL FONDO MONETARIO INTERNACIONAL.

La siguiente fase serán las CBDC (monedas digitales de bancos centrales).

Con esas monedas eliminarán tanto la privacidad, como tendrán un sistema de hipervigilancia y capacidad de controlar cualquier transacción de forma centralizada (saltándose a los propios bancos)

Hasta el punto de poder decirte que tu dinero tiene fecha de caducidad y no podrás ahorrar NUNCA (tendrás que gastarlo).

O condicionar en que gastas:
-Lo sentimos, no puedes comprar más carne este mes. Es por el cambio climático

-Lo sentimos no puedes comprar más lejos de X Kilómetros de tu domicilio. Es por tu bien.

– Lo siento no puedes enviar dinero a Pedrito, esta etiquetado como Negacionista.

-Lo sentimos, por el cambio y porque todo es culpa tuya, solo puedes llenar una vez el depósito del coche. Llegaste al límite de tu CO2 permitido.

Eso siempre que no te saquen del sistema completamente y entonces no puedas tener actividad económica.

Bienvenidos al Brave New World.  Un  mundo Feliz de Aldous Huxley que ha imaginado  en 1931, hace ochenta años.

 

Fuentes

bvoltaire

verdadypaciencia

elinvestigador