Las pandemias modernas siguen el mismo patrón: primero el sida y ahora el covid

[…] El 11 de marzo de 2020, en un giro de 180 grados, significó un momento culminante del terror capitalista, el cual ya había realizado una prueba similar en 1980 con el que entonces nombró Síndrome de inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) atribuida a un supuesto virus: el Virus de inmunodeficiencia Humana (VIH), el culpable del cual decían que era el “mono verde” de África. Del mismo modo que ahora el culpable es otro animalillo: el “murciélago” chino.

Desde el año 1969 (1 de octubre) se aceptó la comercialización de un potente antibiótico de nueva generación; el compuesto por Sulfametoxazol y Trimetoprima, de la multinacional Glaxo (1).

Los efectos adversos de este compuesto químico son: hiperpotasemia (nivel elevado de potasio). También candidiasis, dolor de cabeza, náuseas, diarrea y erupciones cutáneas. Pero además se han asociado un conjunto enorme de efectos secundarios de afectación de la medula ósea y las células que aquí se producen como leucopenia, trombocitopenia, agranulocitosis, anemia de varios tipos (megaloblástica, aplásica o hemolítica), metahemoglobinemia (incapacidad de la hemoglobina para transportar el oxígeno), púrpura (manchas rojizas en la piel)… También se ha asociado a la llamada enfermedad del suero que es una reacción de hipersensibilidad parecida a una alergia y con anafilaxis en personas predispuestas. Miocarditis, angioedema, vasculitis alérgica, periarteritis nodosa o lupus eritematoso sistémico, hipoglucemia, hiponatremia, falta de apetito, así como depresión, alucinaciones, meningitis aséptica, convulsiones, neuritis periférica, ataxia, vértigo, acúfenos, mareos, tos, dificultad para respirar, infiltrados pulmonares, glositis y estomatitis, colitis pseudomembranosa o pancreatitis. Trastornos hepatobiliares y produce fotosensibilidad con dermatitis exfoliativa, erupción fija medicamentosa que puede llegar a un eritema multiforme.

Por los datos disponibles, parece que el primer foco de este síndrome surgió en la ciudad de San Francisco en Estados Unidos, entre el colectivo de homosexuales, muy numeroso en esta ciudad. Por los datos recogidos, este colectivo era muy propenso al consumo de drogas al mismo tiempo que la ingesta continuada desde hacía años de Septrin como “profilaxis” ante enfermedades de transmisión sexual.

Las primeras fotografías de supuestos enfermos por el SIDA, que llenaron los medios de comunicación, eran de personas drogadictas y homosexuales con el Sarcoma de Kaposi, una enfermedad cancerosa de la piel que llena de llagas el tejido cutáneo. He aquí uno de los primeros interrogantes sobre la relación de los efectos secundarios del sulfametoxazol y trimetoprima mencionados antes sobre el tejido cutáneo y otras afecciones con el nombrado “síndrome”, es decir un conjunto de síntomas.

La operación posterior fue “inventar” en 1985 un test denominado Elisa para determinar si una persona estaba “infectada” por un anónimo virus que nadie había aislado. Millones, miles de millones de test y autotest inundaron el mundo entero, y el pánico se convirtió en una “normalidad”. Pero la operación no estaba cerrada. A continuación una gran operación creada por los lobbies farmacéuticos consiguió que “científicos” al servicio de los mismos hicieran de caja de resonancia de un producto que decían “salvaría la humanidad”: se trataba de un antirretroviral, el AZT (Azidothymidine) que era comercializado años atrás por el laboratorio Sigma y que a un lado de la caja y con el dibujo de una calavera, indicaba “Tóxico por inhalación, en contacto con la piel o tragándolo. Órganos objetivo: sangre, médula ósea. Si se siente mal, busque consejo médico (muestre el hashtag donde sea posible). Use ropa protectora adecuada”. Y debajo: “Solo para uso en laboratorio. No como medicamento u otros usos” (2).

Y así, en 1987 junto a otro test, el Western Blot, la FDA y los CDC norteamericanos y a su lado los organismos de control de los medicamentos de todo el mundo aprobaron la prescripción de AZT, con el nombre de Retrovir, para aquellas personas que habían resultado “positivas” en los test. Y al cabo de poco tiempo se dio la paradoja que aumentaba la mortalidad. Mortalidad debida a 36 patologías, pero con las órdenes de los “expertos” que si cualquier persona moría habiendo sido etiquetada como “positiva” en los test, a nivel estadístico era catalogada de “muerta a causa del virus VIH”. Desde aquel momento se van contabilizando millones de “casos” en todo el mundo, se van generando miles de millones de beneficios, y todavía es una incógnita el aislamiento del famoso virus, después de cuarenta años. Y las cifras que mueven las corporaciones que se hacen millonarias con este tema, hablan de 35 a 40 millones de infectados y más de cuatro millones de muertes.

El microbiólogo francés Luc Montaigner, joven en aquel momento, y deslumbrado por los elogios de la “comunidad científica” francesa y europea dijo haber “descubierto” el VIH , lo que le valió el premio Nobel. Después de muchos años, en la actualidad, El mismo Luc Montaigner se desdice y afirma que nunca pudo aislar el virus y denuncia todo el entramado alrededor del SIDA. Y la misma “comunidad científica” que lo elevó a los altares en los años 80, ahora dice que está loco, pues afirma la existencia de un paralelismo crítico entre la campaña del SIDA con la actual campaña del COVID.

En un artículo de 1989 en la revista Spin (3), la periodista de investigación Celia Farber entrevistó científicos que afirmaban que el AZT, el primer medicamento antirretroviral aprobado para el tratamiento del VIH, había sido impulsado precipitadamente a través del proceso de aprobación de la Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos a causa de presiones políticas. En su artículo defendía la necesidad de «dar voz» a la pequeña minoría de científicos que en aquel momento que afirmaban que el AZT era peligroso. Farber publicó otro artículo sobre este tema en el 2006 que criticaba la ética de la industria de los medicamentos antirretrovirales (4).

Unos extractos de las entrevistas de 1989: “El 17 de agosto de 1989, los periódicos de toda (Norte) América publicaban en titulares sensacionalistas que el AZT había demostrado ser eficaz en portadores de anticuerpos del VIH, en pacientes asintomáticos y de ARCO (Complejo de síntoma relacionado con el SIDA) en los primeros estadios. A pesar de que uno de los principales intereses del consejo FDA era que se utilizara exclusivamente en casos de personas críticamente enfermas de SIDA, a causa de la extrema toxicidad del fármaco. El Doctor Anthony Fauci, director de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH), estaba ahora presionando para extender el radio de las prescripciones.

El mismo día, 17 de agosto de 1989 el gobierno anuncia que 1,4 millones de norteamericanos seropositivos sanos podrán “beneficiarse” del AZT, incluso los que no muestren síntomas de la enfermedad. Nuevos estudios habían “probado” que el AZT era eficaz en la hora de frenar la progresión del SIDA en casos asintomáticos. El Doctor Fauci, líder de la NAIAD, anunció orgullosamente un experimento que se realizaba desde hacía “dos años” el cual había “mostrado claramente” que la temprana intervención mantenía el SIDA a raya.

“El gobierno está dando a conocer hechos científicos antes de que estos estado examinados! Es lo nunca visto”. Esto es increíble, dice el Doctor Joseph Sonnabend (5), uno de los pioneros en la atención a enfermos de SIDA, con una voz teñida de desesperación. Ya no sé qué hacer. Cada día tengo que enfrentarme con una consulta llena de gente pidiéndome AZT. Estoy aterrorizado. Como médico responsable no sé qué hacer. El primer estudio fue ridículo. Es obvio que Margaret Fischl, (profesora de medicina de la Universidad de Miami) la persona que ha realizado los dos estudios, no tiene ni la más vaga idea sobre experimentos clínicos. No me fío de ella. Ni de los otros. Sencillamente, no son bastante competentes. Hemos sido tomados como rehenes por científicos de segunda clase. “Tomar la decisión de decirle a la gente -Si eres seropositivo y tienes menos de 500 células T-4, empieza a tomar AZT- es algo de mucha trascendencia. “Me siento avergonzado de mis colegas”, se lamenta Sonnabend. “Estoy sofocado. Esta es una ciencia de pacotilla. Parece mentida que nadie proteste. Malditos cobardes. El juego se llama ‘protege tu subvención, no abras la boca’. Se trata de dinero… el pretexto para seguir la línea y no ser críticos, cuando es obvio que hay fuerzas políticas y económicas dirigiendo todo esto”.

Cuando Peter Duesberg escuchó las noticias, se sorprendió especialmente de la reacción del presidente del Gay Men’s Health Crisis, Richard Dunne, quién dijo que ahora la GMHC urgía a “todo el mundo a hacerse pruebas” y, por supuesto, todos aquellos que dieran positivo “tenían que empezar el tratamiento con AZT”. “Esta gente se está precipitando en las cámaras de gas”, dice Duesberg. “Qué feliz se habría sentido Himmler si los judíos hubieran cooperado así”.

En aquella operación de ingeniería social, encontramos a un funesto personaje: Anthony Fauci, el corrupto i vil servidor de las multinacionales químico-farmacéuticas, el mismo que actualmente es el paladín de la extensión del terror pandémico y abanderado de las inoculaciones vacunales experimentales. Si en los años 80 fue un emisario de la muerte para miles de personas ¿Qué no será ahora con los mismos discursos e intereses? De todos modos deberemos esperar al próximo mes de Noviembre en que saldrá a la venta un libro de Robert Kennedy Jr. que lleva por título “The Real Anthony Fauci”, en el cual, según el autor “este libro puede desempeñar un papel transformador al exponer al Dr. Fauci como charlatán al mostrar al mundo que el Dr. Fauci, lejos de ser un sanador, es uno de los asesinos en masa más notables de la historia de la humanidad” (6).

Bajo el manto y colaboración científica–sanitaria de los años 80, fue paralelo un gran cambio de patrón tecnológico con la incorporación masiva de los microprocesadores en toda la estructura industrial y de servicios. Para llevarlo a cabo, ante una resistencia social a un empeoramiento de las condiciones de trabajo y millones de despidos en todo el mundo, como medida profiláctica de prevención de posibles disturbios, se instrumentó, con anterioridad, una campaña de terror (en algunos casos físico y en otros mediático) que agrupó aspectos sanitarios, culturales, políticos y económicos que dieron su fruto a 1979 en las elecciones británicas con la elección del programa neoliberal del Partido Conservador Británico y llevado a cabo por su representante Margaret Tatcher.

Una prueba piloto, en la periferia del sistema había tenido lugar en Chile desde 1973, donde por medio de un golpe de estado militar, en un país “occidentalizado” de América Latina se impusieron las recetas económicas que tenían de ser paralelas al cambio de patrón tecnológico, pero que en “Occidente” no podían imponerse de la misma forma pues había que mantener una aparente democracia.

En 1981 este programa neoliberal fue asumido por la sociedad de Estados Unidos dando el triunfo electoral al programa del Partido Republicano llevando a la presidencia del país al mediocre actor de cine Ronald Reagan, mientras al frente de la ONU, como Secretario General había un ex-nazi: Kurt Waldheim, que había sido miembro de la Abwehr, la contrainteligencia militar alemana y corresponsable de crímenes de guerra durante la ocupación de Yugoslavia (7).

Pero este proceso no se dio solo en el área capitalista, sino que impregnó el llamado “bloque socialista” que tuvo su punto de inflexión cinco años después, el 25 de febrero de 1986 en el XXVII Congreso del PCUS […].

La relación entre la “ciencia”, los “expertos”, los “consejos de administración” de las grandes corporaciones, el deleite de “control social” por parte de los gobiernos, acompañado por el entramado militar, forman un todo único en un contexto mundial en el que se concentran en pocas manos la administración global del capital: Fondos de inversión, industria química, farmacéutica, militar, conglomerados de medios de comunicación… contexto en el cual los gobiernos, desnudos de cualquier poder de decisión, tan solo les queda el recurso de la represión hacia aquellos que ponen en tela de juicio todo este entramado y se oponen al estado de las cosas.

Después de un ciclo de cuarenta años, […] a pesar de que los cambios constitucionales realizados en los países del antiguo bloque socialista desde 1990 hasta hoy, [se] han incorporado conceptos, premisas, similares a los que se realizaron en 1975 en la extinta URSS y ponen un interrogante sobre la consistencia del socialismo, puesto que una parte cada vez mayor de su economía está en manos privadas y las políticas culturales cada vez más alineadas a las modas del capitalismo occidental.

Las constituciones no son solo un referente jurídico-formal, son por encima de todo, un techo político-ideológico y un fenómeno social objetivo. Las constituciones son una categoría clasista y expresan, por consiguiente, los intereses de la clase dominante, afianzando la supremacía de una clase sobre otra; y como son una categoría clasista expresan la correlación real de fuerzas […] y constituyen, en el escenario de la creación jurídica una expresión de esta lucha en un momento histórico determinado y es por eso que generalmente responden a las relaciones sociales existentes y como tal vertebran y consagran los sistemas.

Todos estos cambios, renuncias,… se han realizado utilizando el legado de Marx, Engels, Lenin, Mao, y tomando prestado un vocabulario lleno de conceptos como “materialismo histórico” “materialismo dialéctico” socialismo científico”…, pero que ha aceptado acríticamente los paradigmas de la “modernidad”, madre ideológica del capitalismo. Entre ellos el concepto de “ciencia” y en consonancia con este, la aceptación de definiciones acordes con los intereses del capital mundial.

A medida que la utilización de las redes de comunicación digitales se han extendido por todas partes, y mayormente controladas por los administradores del capital, quedan pequeños resquicios en los cuales se expresan las voces discordantes, lo cual es considerado un grave peligro para dichos administradores y por ello una preocupación y una locura los embarga: el control y cómo hacerlo efectivo a nivel mundial para evitar cualquier impedimento en el nuevo cambio de patrón tecnológico insertado en la Agenda 2030 aprobada por las Naciones Unidas, organismo representativo no de todos los países del mundo, sino de las grandes corporaciones mundiales, sean estas norteamericanas, europeas o chinas.

Hace años que la orientación política – cultural expresada por los guiones cinematográficos de las grandes superproducciones (“Gattaca” o “Minority Report”) y las series noveladas para adolescentes (ejemplo puede ser “Los juegos de la hambre” o “Battle Royal”) han ido dibujando en el inconsciente de centenares de millones de espectadores y lectores un mundo futuro distópico en el cual cada gesto, cada actividad, cada palabra de las personas podía ser controlada por medio de sistemas digitales a gran distancia, los cuales podían reconocer la cara de cualquiera y en cualquier lugar donde se encontraran. Y como fondo la sublimación y normalización individualista de la supervivencia del más apto. ¡Cualquiera puede convertirse en nuestro mortal enemigo!

¿Cómo empieza este entrenamiento? En primer lugar maximizando el hedonismo y darwinismo, para velar por la “seguridad personal”, dicen. Y así sin prisa pero sin pausa, se incorpora a la vida cotidiana el concepto control. Sistemas de alarma domésticos con videovigilancia para evitar robos, dicen; cámaras en las calles, para hacerlas más seguras, dicen; cámaras a los bares, tiendas, restaurantes, trenes, autobuses, centros de trabajo, centros de estudio, centros de salud, centros de ocio… Todo para velar por nuestra seguridad.

Ser constantemente vigilado, se va convirtiendo en una nueva normalidad, pues se produce un cambio en el cual se trastoca el papel de los policías o voluntarios policiales, que tienen como función espiar las personas pero dentro de una limitación humana: no era posible poner un espía para cada persona, ni un interventor a cada teléfono, o a cada mensaje de texto. Este problema queda resuelto con la utilización de robots programados con algoritmos concretos y capacidad de almacenamiento de datos que escapa al cerebro más fantasioso.

Hasta no hace mucho, el problema era la utilización de estos datos puesto que el gran volumen de las mismas hacía necesario la parcelación por su utilización. Ahora, este año, hemos podido comprobar la existencia de una unidad de actuación a todos niveles: el mismo discurso, las mismas actuaciones, la censura de la disidencia, las mismas fotografías, la misma represión.

Tres ejes de un discurso para sembrar el terror: Un más que discutible cambio climático. Un enemigo mortal llamado virus. Y que cualquier persona puede representar un peligro para las demás. Por lo tanto, para podernos salvar individualmente hay que aceptar un cambio en el patrón tecnológico (la industria 4.0) que lleve incorporada la previsión de control digital de la población mundial, que nos defienda de un supuesto virus y que nos aleje de cualquier proyecto colectivo de transformación social.

Todo esto entra en la lógica del capital y sus sirvientes, pero lo que da escalofríos es el hecho de ver a organizaciones que se jactan de comunistas, defender sumisamente las consignas, propuestas y agresiones del que tendría que ser el enemigo a batir.

Insólito fue el espectáculo de ver los militares, no solo en España, sino en Francia, Alemania, Italia, Gran Bretaña, en todo Europa, aparecer en los medios de comunicación para realizar proclamas de estado de excepción, toques de queda y controles en las calles al estilo de la proclama firmada por el general Milans del Bosch el 23 de Febrero de 1981 en la ciudad de Valencia con los tanques en la calle. Decía así: “Artículo 5.º- Quedan prohibidas todas las actividades públicas y privadas de todos los partidos políticos, prohibiéndose igualmente las reuniones superioras a cuatro personas. Artículo 6.º- Se establece lo Toco de Queda desde las veintiuna a las siete horas, pudiendo circular únicamente dos personas como máximo durante lo citado plazo de tiempo poro la vía pública y pernoctando todos los grupos familiares en sus respectivos domicilios. Artículo 7.º- Sólo podrán circular los vehículos y transportas públicos, así como los particulares debidamente autorizados. Permanecerán abiertas únicamente las Estacionas de Servicio y Suministro de Carburantes que diariamente se señalen. Artículo 8.º- Quedan suspendidas la totalidad de las actividades públicas y privadas de todos los partidos políticos. Por último se espera la colaboración activa de todas las personas patriotas amantes del orden y de la paz, respeto a las instrucciones anteriormente expuestas” (8).

Por pueril que sea el paralelismo podemos afirmar que el objetivo en el año 2020 no era velar por el “bienestar” de la población, sino un golpe de estado “escondido” con todos los ingredientes para crear una psicosis colectiva de pánico, al cual ni se le hizo frente, ni se creó una línea de resistencia. Al contrario, se aceptó el “bando” militar efectuado por el General Villarroya a través de los medios de comunicación el 19 de Abril de 2020: “Sí, hoy se viernes en el calendario, pero en estos tiempos de guerra o crisis, todos los días son lunes. El esfuerzo no cesa por el día del calendario” “Ayer hablé de disciplina en esta rueda de prensa; tengo que felicitar a todos los españoles por la disciplina que están mostrando, todos los ciudadanos comportándose como soldados en este difícil momento… demostremos que somos soldados cada uno en el puesto que nos ha tocado vivir” (9).

Por primera vez hemos podido contemplar, en multitud de países, un despliegue inusitado de militares por las calles en “tiempos de paz” con la excusa de luchar contra un virus. Ni es casualidad, ni los virus se “matan”. Se trata de una puesta en escena de una futura “normalidad” en la cual militares y paramilitares se convertirán en los garantes de la salud pública, entendida esta, a tenor de este despliegue, como la disposición de la población al acatamiento de cualquier medida por irracional que sea. Junto al ejército, la policía nacional (65.000), guardia civil (78.000), policías locales (81.000), autonómicas (27.000), guardia forestal con funciones de policía judicial (6.000), a su lado 1.400 empresas privadas de seguridad con unos 89.500 vigilantes, de los cuales 35.000 con permiso de armas de fuego y, miles de “policías de balcón”, hombres y mujeres que teléfono en mano, estaban a punto de telefonear a la policía si algún vecino o vecina salía de casa a horas prohibidas.

Y, las organizaciones de nombre comunistas, o similares [anarquistas, revolucionarias, etc], no dieron un paso hacia la clandestinidad para hacer frente a estos atentados contra la sociedad, sino que hicieron público su consentimiento, y en algunos casos incluso reclamando todavía más rigor por lo que respecta a los arrestos domiciliarios.

Tal vez el problema radique en que [estas] organizaciones posmodernas han aceptado, sin decirlo, el fin de las ideologías y la subordinación de la política a las más bestiales teorías de los “expertos” dejando fuera del debate público cualquier referencia o disonancia a la opinión de ciertos científicos, todo y sabiendo que están a sueldo y órdenes de las grandes corporaciones. Pero, ¿Qué connotación tiene poner toda la vida en manos “de expertos” desde el nacimiento hasta la muerte? Es la renuncia a la autonomía humana y la vía libre al autoritarismo.

La ciencia, no tiene ningún cimiento ontológico en la naturaleza humana. No es la forma “superior” de conocimiento humano. Es la forma de conocimiento que desarrolla históricamente la sociedad occidental en base a priorizar radicalmente los valores de la producción, del trabajo y del control social. Y si la “ciencia” ha aparecido como fuente única de la VERDAD, es consecuencia del hecho que los valores y mitos que incorpora implícitamente, son los valores y mitos DOMINANTES dentro de la sociedad en la cual la ciencia se ha desarrollado.

Cada día, más aspectos y dimensiones de nuestras vidas están controlados, manejados, administrados a partir de un saber científico – técnico desde el cual se determina, sin dejar margen a cualquier otra opción, qué tenemos que hacer y cómo lo tenemos que hacer.

Langdon Winner menciona el concepto de “adaptación inversa” (10), es decir, la adaptación de los fines humanos a los medios disponibles. “La gente llega a aceptar las normas de los procesos técnicos como parte esencial de sus vidas. Se produce una alteración sutil, pero global, en la forma y contenido de su pensamiento y de su motivación”.

El paleontólogo marxista Stephen Jay Gould habla de la “ciencia” en estos términos: “El destino de millones de hombres y mujeres ha sido determinado a partir de sucesivas demostraciones científicas… Estas demostraciones han tenido a lo largo de los últimos siglos diferentes grados de sofisticación, desde las medidas de capacidad craneana (hoy desprestigiada como práctica), hasta la más compleja y sofisticada práctica de la medición de la inteligencia, con la cual se sigue midiendo, clasificando y jerarquizando a la población en el capitalismo avanzado” (11).

Y hoy, desde también pretendidas “demostraciones científicas” se quiere determinar el destino de miles de millones de personas en un capitalismo todavía más avanzado que el descrito por Gould, también midiendo, clasificando y jerarquizando la población en función de si se someten o no a irracionales test, inyecciones experimentales o arrestos domiciliarios.

Es por este conjunto de consideraciones que de cuando en cuando hay que volver la vista atrás, e intentar averiguar cuáles son las interpretaciones teóricas que tienen como consecuencia este extraño comportamiento de los integrantes de las organizaciones que se llaman comunistas , [anarquistas, etc] que, como si fuera un escarnio a la historia, han pasado de luchar para modificar el estado de las cosas, a una defensa y una subordinación total al mismo.

Josep Cónsola

Notas

(1) https://cima.aemps.es/cima/pdfs/es/ft/48671/48671_ft.pdf
(2) http://cleanhandss.blogspot.com/2011/03/influencias-los-intereses-economicos-en.html)
(3) Celia Farber. El nacimiento escandaloso del AZT. Spin, Nueva York. 1989
(4) Celia Farber. Fuera de control: SIDA y la corrupción de la ciencia médica
(5) https://www.globalresearch.ca/real-anthony-fauci/5753963
(6) Joseph Sonnabend en 2006 expresó su opinión que altas dosis de AZT habían “matado a miles” durante finales de la década de 1980 y principios de la de 1990. Hasta finales de la década de 1990, Sonnabend continuó afirmando que el tema de las causas del SIDA “permanecía abierto” y que muchos factores podrían estar involucrados. Esto llevó a algunos investigadores y activistas a asociarlo con “negacionistas del SIDA”
(7) https://adst.org/2015/06/the-long-arm-of-history-kurt-waldheim-banned-for-his-nazi-past/
(8) https://cadenaser.com/emisora/2016/02/23/radio_valencia/1456224371_385518.html
(9) https://www.lainformacion.com/asuntos-sociales/coronavirus-frases-miguel-villarroya-ejercito-jemad-soldados-espanoles-moncloa/6553414/
(10) Langdon Winner. Tecnologia autónoma. La técnica incontrolada como objeto del pensamiento político. 1979
(11) Jay Gould. The Mismeasure of Man, 1981.