Las golosas propinillas de los “filántropos” y sus farmacéuticas

La industria de los opiáceos gasta mucho en las campañas políticas

A medida que las muertes por sobredosis de opiáceos fueron aumentando en Estados Unidos ininterrumpidamente durante la última década, una red poco definida de compañías farmacéuticas y grupos afines gastaron más de US$880 millones en contribuciones a las campañas electorales y cabildeo (forma elegante de decir soborno de políticos) a nivel estatal y federal.

Entre 2006 y 2015, miembros del poco conocido Pain Care Forum contribuyeron mucho más, incluso que el poderoso lobby de armas, a gastos políticos similares.

Según un análisis de The Associated Press y del Center for Public Integrity los miembros del Forum contribuyeron a las campañas de más de 8.500 candidatos en todo el país.

Algunos de esos candidatos apoyaron o derribaron legislación clave sobre opiáceos, afectando las prescripciones para pacientes y los ingresos de la industria farmacéutica.

En el 2012, por ejemplo, los legisladores estatales de Nuevo México estaban considerando limitar la primera prescripción de opiáceos para el dolor agudo a siete días, una medida destinada a reducir la adicción.

Pero ese año los fabricantes de opiáceos y sus aliados contrataron a 15 representantes políticos en Santa Fe, cuando el año anterior habían contratado a nueve.

Y el proyecto de ley murió en el Comité Judicial de la Cámara de Representantes de Nuevo México, la mayoría de cuyos miembros habían recibido contribuciones de la industria farmacéutica en 2012.

Las compañías farmacéuticas donan a las campañas políticas y emplean representantes para una serie de asuntos legislativos, incluyendo lo relacionado con los opiáceos.

Lo mismo se aplica a otros miembros del Pain Care Forum – cámaras de industrias de comercio y docenas de organizaciones sin fines de lucro que cuentan con el apoyo financiero de la industria. Las farmacéuticas dicen que ahora están combatiendo la epidemia de consumo de opiáceos.

“Nosotros y nuestros miembros estamos con los pacientes, los proveedores de servicios de salud, los encargados de hacer cumplir la ley, los encargados de la formulación de políticas y otros, y pedimos y apoyamos políticas y actividades nacionales para combatir el abuso de opiáceos”, dijo la Pharmaceutical Research and Manufacture of America (PhARMA)

Las ventas de opiáceos, los primos químicos de la heroína, se cuadruplicaron entre 1999 y 2010.

Las muertes por sobredosis también aumentaron aproximadamente al mismo ritmo. Hoy día, anualmente, en algunos estados el número de recetas escritas que se emiten superan su población total.

Sólo en 2015 se entregaron 227 millones de recetas de opiáceos en Estados Unidos, suficientes como para dar un frasco de píldoras a nueve de cada diez adultos estadounidenses. Estos medicamentos se han cobrado la vida de 165,000 personas y sumido a muchos otros en una demoledora adicción.

Entre 2006 y 2015, la industria y sus aliados gastaron en todo el país más de US$880 millones en cabildeo y contribuciones de campaña, más de 200 veces que lo que gastaron los defensores de aumentar el control sobre los fármacos y ocho veces más de lo que invirtieron en ese periodo los influyentes grupos de defensa de la libertad de armas.

Ejecutivos de Purdue, fabricante de OxyContin, se declararon culpables en 2007 de haber desinformado al público sobre la naturaleza adictiva de su producto y acordaron pagar US$600 millones en multas.

Los cabilderos farmacéuticos promocionan ahora propuestas para combatir el abuso de opiáceos al tiempo que fomentan un nuevo producto que protege sus ingresos: opiáceos patentados que disuaden del abuso.

Alertan sobre el aumento de las donaciones de la industria farmacéutica a la OMS

Un análisis realizado por la cadena española SER (la misma que ahora calla como un perro y tacha de negacionistas y conspiranoicos a quienes cuestionan el realto oficial covidiano) asegura que los laboratorios entregaron en 2015 más de US$30 millones en fondos, más US$60 millones en donaciones de medicamentos y vacunas.

Esto, afirman, condiciona el trabajo de la entidad. “Han privatizado la OMS, la financiación privada condiciona sus decisiones”, dijo un ex miembro de la OMS.

Desde hace años la OMS, en un esfuerzo por mejorar su transparencia, difunde cuál es su fuente de financiación.

Esta información es accesible y pública, y esta semana se conoció un análisis de los datos aportados por la agencia de la ONU para la salud al respecto.

De allí se desprende que las farmacéuticas son grandes donantes, lo que generó crítica de algunos especialistas. Glaxo, Novartis y Sanofi son las más “generosas al respecto”.

Desde su origen, los 194 estados que pertenecen a la OMS aportan una cuota fija – que se calcula en base al nivel de riqueza y su población-, el problema es que esa aportación obligatoria “se ha reducido desde hace varios años”, según admiten fuentes de la OMS.

De hecho, esa vía representa ya “menos de una cuarta parte de la financiación total de la OMS”. El resto de la financiación es voluntaria.

En los últimos tres años, la OMS ha recibido casi US$6.000 millones a través de ‘contribuciones voluntarias’ – esa fuente de financiación representa más del 75% de todo el presupuesto de la OMS-.

Se trata de donaciones que han llegado, principalmente, a través de los diferentes países de todo el mundo. Pero no son los únicos donantes.

Según los datos oficiales de la OMS, entre las donaciones voluntarias también se encuentran fundaciones filantrópicas y algunos de los gigantes de la industria farmacéutica.

En 2015, los laboratorios dieron, al menos, US$30.966.248 a la OMS en concepto de “contribuciones voluntarias especificadas” (los donantes son quienes autorizan qué programas concretos pueden ser financiados con su dinero).

El ranking de esas donaciones de las farmacéuticas lo encabeza Glaxo, dio US$7.769.202, le siguen Novartis con US$6.992.742 y Sanofi, que aportó US$6.158.152 , pero no solo se cuelan las grandes multinacionales, también otras compañías más desconocidas como Labiofam, el laboratorio más importante de Cuba.

Durante 2015, la OMS recibió de estas compañías material valorado en US$60.701.307.

Los laboratorios que más aportaron fueron, una vez más Glaxo con más de US$22 millones y Merck con US$15 millones.

Por encima de todos los donantes privados destaca uno, prácticamente nadie le supera, sus cifras son inalcanzables, es la fundación Bill & Melinda Gates, la organización del creador de Microsoft fue la entidad privada que más aportó a la OMS en 2015, desembolsó US$185 millones.

Para que nos hagamos una idea de la magnitud de esa contribución, esta fundación donó 95 veces más que España.

Estas aportaciones no están exentas de polémica. Hay voces que consideran que “la financiación privada condiciona las decisiones de la OMS”, según denuncia el ex director del Programa Mundial de Medicamentos de la OMS, Germán Velásquez.

En una entrevista, este doctor que trabajó más de 20 años en esta agencia, lamenta que la OMS “funciona en favor de intereses privados” porque “ha sufrido un proceso de privatización”.

Desde la OMS niegan que esto sea así, “las prioridades y los objetivos de la salud de la OMS los fijan los Estados Miembros (a través del Consejo de Administración y la Asamblea Mundial), ellos son quienes tienen la última palabra sobre los programas de salud, y no los donantes privados”, desde la OMS también aseguran que la escasa financiación obligatoria de los países “ayudan a reducir la dependencia de un grupo exiguo de donantes”.

Las cifras de donaciones han aumentado significativamente hasta alcanzar su culmen en 2020, donde las fundaciones Bill y Melinda Gates, Ford, Rockefeller y las grandes multinacionales farmacéuticas, junto con Coca Cola, son los máximos contribuyentes de la OMS.

Teniendo en cuenta estos hechos y que la OMS apoya públicamente el Gran Reinicio del Foro de Davos, no se puede deducir otra cosa más que esta pandemia es un hecho casual y fortuíto causado por un murciélago irresponsable y que los organismos supranacionales cuidan de nuestra salud. Venga, a seguir viendo el fútbol (o en el caso de los activistas a seguir corrigiendo las @ en los comunicados de “denuncia pública”), con la mascarilla puesta y bien vacunaditos, eso sí.

 

 

Fuentes

Mike Reicher – USA Today

Mirada Profesional

Medcitynews