EL CAPITALISMO COMO CONSPIRACIÓN SISTÉMICA

Uno de los puntos más débiles de los estudios de la conspiración es que, incluso considerando la abrumadora cantidad de información que con frecuencia es material empírico que pone de cabeza nuestro entendimiento sobre muchos sucesos históricos, los autores no son capaces de conceptualizarlos adecuadamente, lo cual hace que dichos estudios se transformen en una disciplina especial y/o que sean una reconstrucción a partir de cierto ángulo de disciplinas ya existentes. Para lograr esto fue necesario incorporar las conspiraciones a los problemas de análisis histórico y teórico del capitalismo como sistema, dado que las estructuras supranacionales cerradas (“secretas”) de los acuerdos globales y el control, y la posibilidad de que pequeños grupos sean capaces de dirigir el curso de la historia o, al menos, traten de hacerlo, fluyen lógicamente de la naturaleza social del capitalismo debido a su especificidad. Asimismo, el sistema capitalista (y solo a tal escala) es lo que da paso a las estructuras supranacionales cerradas del gobierno mundial y a la coordinación existente en el área de la “conspiración”. De hecho, sin ellas su existencia sería imposible. Son un rasgo del sistema capitalista como los ciclos de acumulación del capital o como los ciclos de batallas por la hegemonía y las guerras mundiales. Además, el desarrollo del capitalismo está fuertemente vinculado con los ciclos económicos y políticos del sistema mismo; se puede usar para juzgar a todo el sistema, ya que encarna los aspectos integrales (espacio) y de largo plazo (tiempo) de su funcionamiento. Hacia el final de su vida, Karl Marx señaló que si hubiera reescrito El capital , habría comenzado con el Estado y con el sistema internacional de los Estados. Hoy, yo añadiría: si reescribiéramos El capital , tendríamos que comenzar con lo que se llama el elemento “invisible”, es decir con la administración y las estructuras cerradas de coordinación supranacional, ya que el mero hecho de que existan elimina una de las contradicciones más importantes y esenciales del capitalismo. Sin este elemento invisible y sin las estructuras que lo personifican, sería imposible que el capitalismo funcionara. La conspirología como proceso y realidad (“como voluntad y representación”), es una condición necesaria tanto para la existencia del capitalismo como para el proceso de dicha existencia. En términos económicos, el capitalismo es un sistema supranacional de todo el orbe porque el mercado mundial no conoce límites. Su locus standi y su campo de empleo es el mercado mundial. En el plano político, sin embargo, el sistema capitalista no es un todo, sino la totalidad, el mosaico de Estados, su organización internacional, es decir, la organización de los Estados nacionales. Esta es una de las contradicciones más serias de dicho sistema: la contradicción entre el capital y el Estado, global y doméstico. Para mediados del siglo XIX , cuando el capitalismo se integró a un sistema para sí mismo, es decir, cuando se llevó a cabo la adquisición de una base material adecuada para el mismo —fuerzas productivas industriales—, el sistema adquirió una sólida base de manufactura. Las fuerzas productivas industriales, sin embargo, son regionales porque están concentradas en el Atlántico Norte; y en cambio, las relaciones industriales son globales por naturaleza, entran en conflicto con las formas político-estatales y tratan de romperlas. Así pues, la contradicción entre el carácter mundial integral de la economía y el carácter nacional de mosaico total de la organización político-estatal adquiere aún otra dimensión: las relaciones de producción mundiales (y las entidades que las personifican) no se oponen a fuerzas productivas mundiales sino regionales, y a las estructuras nacionales político-estatales y las entidades que las personifican. El resultado de esto es que, en primer lugar, los intereses de los Estados suelen estar, por regla general, relacionados profundamente con los intereses de los industriales, es decir, con el capital real y “físico” de la economía; en tanto que los intereses de los expertos en finanzas se oponen de manera objetiva a ambos. Naturalmente, la realidad es más complicada y a veces presenta varios giros y combinaciones que forman una artera interconexión de líneas de probabilidad generadas por la coyuntura y las circunstancias, tanto históricas como familiares y personales. No obstante, la contradicción fundamental mencionada anteriormente y las maneras para eliminarla continúan determinando toda la evolución y la movilidad del capitalismo. Pero me estoy adelantando un poco. En primer lugar, la gran burguesía y su segmento financiero, independientemente del país en que viva (en especial si se trata de un país grande), siempre tiene intereses que van más allá de las fronteras nacionales, de las propias y de las de otros. Y estos intereses solo se pueden consumar con la violación de las leyes del Estado de uno o de otro, y con mucha frecuencia, de las leyes de ambos. Además, no se trata de una violación que se lleve a cabo una sola vez, es constante y sistemática y, por lo tanto, debe ser frenada de alguna manera. Porque, después de todo, una cosa es cuando al capital se oponen políticas débiles o no tanto, en Asia, y ni mencionar en África, ya que la contundente versión de la “diplomacia de cañón” basta para ponerlo en su lugar. Pero, ¿qué hay del mundo de los países iguales o relativamente parecidos como Gran Bretaña, Francia, Rusia, Austria —a partir de la segunda mitad del siglo XIX —, Alemania, Estados Unidos y Japón? Es un asunto completamente distinto. En este caso no es sencillo, aquí no se necesita un arma de fuego sino una herramienta organizativa que formalice los intereses de las élites capitalistas de varios Estados, que elimine las contradicciones de estas con el Estado y que se convierta en una expresión de sus intereses integrales (extra/supranacionales) a largo plazo. Por consiguiente, como las cadenas de productos en el mercado mundial violan constantemente las fronteras político-estatales y con frecuencia entran en conflicto con los intereses de los Estados “afectados”, se necesita, en primer lugar, que exista el nivel superior de la clase capitalista, las estructuras/organizaciones supranacionales. En segundo lugar, si bien no es necesario que estas estructuras sean completamente secretas, sí es indispensable que por lo menos estén cerradas al público en general. Y en tercer lugar, dichas organizaciones/estructuras deberán ser capaces de influir sobre los Estados y sus líderes, quienes a su vez deberán estar por encima del Estado y el capital. Estas estructuras están involucradas en algo a lo que no se le puede llamar de otra manera que conspiración permanente e institucionalizada. Es por ello que deberíamos hablar del “sistema de conspiración”. Los sistemas capitalistas incluyen todo tipo de estructuras cerradas y operantes dentro de sus límites que, aunque no siempre, pero sí con frecuencia, son de carácter supranacional, como las logias masónicas, los clubes de caballeros o las sociedades secretas. La masonería liberal y la cuasimasonería no agotan en ningún caso los sistemas de conspiración, sin embargo, en el siglo XVIII y en buena parte del XIX , fueron la forma dominante de organización del sistema capitalista. Desde finales del siglo XIX y en particular en el siglo XX , surgen formas nuevas y más modernas de los sistemas de conspiración, las cuales no dejan sin efecto a las anteriores, con las que con frecuencia están relacionadas; pero sí establecen un vínculo mucho más directo con la política, la economía y la inteligencia.

1 De acuerdo con la teoría de historiador Andrei Fursov, el sistema de conspiración es el tercer “ángulo” del capitalismo como sistema y, de hecho, ocupa la punta superior del triángulo, por encima del capital y del Estado, que están ubicados en el mismo plano. Cuando la historia de la era capitalista solo se escribe y se cuenta como la historia de un Estado o Estados y el capital, se convierte en un reseña incompleta y falsa porque presenta una historia bidimensional, cuando en realidad estamos hablando de un sistema tridimensional. Sin el sistema de conspiración, es imposible comprender o explicar la historia de la era capitalista. Es más, esta historia debería estar inscrita en la del capital (de sus ciclos de acumulación) y la del Estado (en su lucha por la hegemonía). Asimismo, sus relaciones deberían analizarse como sujeto y como sistema porque solo así obtendremos una historia holística e integral de la era, y no nada más un esquema para satisfacer a los profanos. El sistema de conspiración no elimina solamente la subyacente contradicción política y económica que se discutió, sino también la contradicción entre las diversas formas del capital y, de la misma manera, entre las fracciones de la clase capitalista y entre los Estados. Los sistemas de conspiración representan tanto al capital como al Estado y los vinculan de una forma organizativa que se encuentra fuera de ellos mismos. Es por ello que los sistemas están por encima del Estado y del capital; expresan los intereses holísticos y de largo plazo del sistema capitalista, y actúan como una personificación de dichos intereses de la clase capitalista, como su columna vertebral. Aquí es necesario dar la definición elemental de capitalismo que estaré usando porque, como solía decir Cicerón, “Es necesario definir el significado de las palabras”. Si en el estricto sentido sistémico de la palabra, “Capital” significa labor materializada, es decir, realizarse como un valor que aumenta por sí mismo en el proceso de intercambio por la mano de obra viva, entonces el capitalismo es el sistema social basado en este proceso. Sin embargo, esta definición no es lo suficiente correcta. El capitalismo no es solo capital, el capital existía desde antes del capitalismo y, seguramente, seguirá existiendo después del mismo. El capitalismo es un complejo sistema social que institucionalmente (Estado, política, sociedad civil, educación masiva) limita al capital en sus intereses holísticos y a largo plazo (y por lo tanto extiende su tiempo) y provee expansión (espacio) para el mismo. La expansión es necesaria porque el capitalismo es un sistema que se orienta de forma extensiva: en cuanto el índice mundial de ganancias descendió, el capitalismo desgarró esta o aquella parte de la zona no capitalista y la convirtió en la periferia capitalista, en una fuente de insumos y mano de obra baratos. El agotamiento de las zonas no capitalistas (1991) significó la asfixia y la muerte relativamente rápida del capitalismo o, mejor dicho, su desmantelamiento. En este sentido, la globalización fue lo que dio fin no solamente a la Unión Soviética, al anticapitalismo sistémico, sino también al capitalismo como sistema, y de una manera muy sintomática. Dialéctica: la globalización es, en gran medida, producto de las actividades del “sistema de conspiración”. Por último, hablaré de otra contradicción esencial de la sociedad burguesa para cuya destrucción se ha apelado al sistema de conspiración. En la sociedad burguesa, el poder oficial no es sagrado; la secrecía no es su rasgo inherente. En las culturas “precapitalistas” de Asia, África y la América precolombina, este secreto era una característica inherente del poder, pero este se encontraba a plena vista. La gente sabía respecto al poder secreto, y el secreto del poder. En otras palabras, el poder mismo se percibía en muchos sentidos como algo misterioso y sagrado. Con el capitalismo como sistema, la situación es completamente distinta. Como en una sociedad capitalista las relaciones de producción son económicas y la explotación se lleva a cabo como un intercambio obvio de mano de obra por mano de obra materializada; el proceso social es casi transparente: el mercado, el dominio de las relaciones entre insumos y dinero; la separación institucional del poder y la propiedad, de la economía y la moralidad, de la religión y la política, de la política y la economía (la administración económica se separa del proceso político administrativo) y de la economía y la esfera social. Todo esto expone las relaciones sociales y de poder de la sociedad burguesa. La racionalización de las áreas y las relaciones económicas, sociales y políticas, abren al máximo los procesos que tienen lugar en estas esferas, los hacen legibles de forma fundamental, y los convierten en objeto de estudio de disciplinas especializadas como la economía, la sociología y las ciencias políticas. En este sentido, podemos decir que la teoría de conspiración es el análisis de uno de los aspectos más importantes, si no es que el más crítico, de la Modernidad, así como un proceso para compensar lo que la ciencia de la sociedad moderna no hace. El sistema de conspiración en sí mismo es también una reacción compensatoria del sistema capitalista ante la desviación, forzada por las circunstancias históricas, de su naturaleza. A través de estas organizaciones, en los intereses de lo más elevado de la clase capitalista, las contradicciones más importantes del sistema son: la básica entre integridad económica/capital y entre fragmentación político-estatal/Estado; y la contradicción entre el tiempo social y el espacio social (aunque debido a la globalización en esta lucha de tiempo y espacio terminó venciendo el tiempo, el precio de la victoria ha sido el agotamiento del capitalismo y la obligación de sus propietarios a desmantelarlo en consecuencia). Un capitalismo cubierto más allá del alcance de la sociedad dada como un tipo y como realidad, para que la otra contradicción —entre la mano de obra y el capital— no conduzca a una explosión porque la solución de una contradicción siempre la dicta la necesidad de resolver otra, y viceversa. Así, la creación de los sistemas de conspiración, las estructuras supranacionales del gobierno mundial y la reconciliación, son un imperativo para la cima de la clase capitalista, la cual incluye a los operadores del mercado mundial que se han convertido en capitalistas en contra de su voluntad. No obstante, la burguesía y la aristocracia orientada al capitalismo en el siglo XVIII —cuando esta necesidad y esta tarea ya habían sido reconocidas por completo—, no estaban listas ni podían prepararse para usar las organizaciones capitalistas “naturales” de nivel supranacional. Esto fue favorable para los judíos que vivían “en los poros” del mundo moderno —de la manera en que los fenicios vivieron “en los poros del mundo antiguo”—, porque pudieron aprovechar el sistema familiar y de parentesco como la estructura supranacional, así como lo hicieron los Rothschild a finales del siglo XVIII y principios del XIX , y porque de esta forma resolvieron el problema de organización en el nivel supranacional. Así se explica la cercana conexión entre los judíos y el capitalismo señalada por muchos académicos, comenzando por Karl Marx y Werner Sombart; y la sincronía de un acenso que comenzó a principios del siglo XVI y que se aceleró profundamente en el XIX . Naturalmente, fue por esta razón que la burguesía y la aristocracia orientada al capitalismo usaron en primer lugar las organizaciones disponibles, como la masónica por ejemplo. La aristocracia empezó a realizar nuevas funciones, incluyendo la de aclarar las relaciones dinásticas en medio de nuevas condiciones como la batalla mundial por los mercados; y también sirvió como un medio para luchar contra un Estado que ya era antifeudal pero no necesariamente burgués ni del “orden antiguo”. Una lucha que no solo realizó para la burguesía, sino también para otros grupos. Esta acción “para otros grupos” merece atención, en particular desde la perspectiva del análisis de la génesis del sistema de conspiración, que va de la mano del capitalismo porque son dos caras de la misma moneda. Como mencioné anteriormente, el sistema de conspiración elimina la contradicción fundamental del capitalismo porque esa es su función. Sin embargo, también se dice que como la clase capitalista no tenía estructuras prefabricadas para llevar a cabo esta función, adaptó las existentes, en especial las estructuras masónicas que no atendían exclusivamente los intereses de la burguesía, y que tampoco los atendían tanto como a los de otros grupos no necesariamente relacionados con el mercado mundial funcional. Así fue como las viejas estructuras adquirieron el novedoso contenido que las modificó: las viejas llaves empezaron a abrir nuevas cerraduras. Al mismo tiempo, sin embargo, el pasado influyó profundamente en este contenido, en especial porque los grupos que organizaban estas estructuras pertenecían en gran medida a la nueva clase capitalista. Nos referimos principalmente a la clase capitalista británica, pero no de forma exclusiva.

2 LA PECULIARIDAD DEL MODELO BRITÁNICO

El nuevo europeo, o mejor dicho, el súbdito de la nueva Inglaterra cuya “fusión” histórica comenzó en los 1530 y los 1540, se constituye con el pentagrama inglés del siglo XVI , es decir, con cinco elementos representativos: la nobleza inglesa, el capital inglés (la Ciudad —la City—), los piratas ingleses, el dinero judío y los venecianos. A pesar de ser cuantitativamente insignificante, este último elemento desempeñó un papel decisivo en la mutación histórica, a saber, el de catalizador y fijador al mismo tiempo. Los venecianos impulsaron el proceso de asamblea a pesar de la disimilitud con Inglaterra y los británicos, o quizá, tal vez gracias a esta. En el siglo XVI , Venecia e Inglaterra eran dos tipos de organizaciones completamente distintos que se desarrollaban en direcciones que, a pesar de ser también sumamente diferentes, en ocasiones convergían cuando se dirigían a sendos objetivos. Y en efecto, la síntesis veneciana-inglesa condujo a un resultado fantástico que modificó el curso del desarrollo de Eurasia y el mundo que se extiende hacia el futuro. A tal punto que quienes apoyaban a la Compañía de las Indias Orientales en el Parlamento Británico en la década de 1780 se hacían llamar a sí mismos Partido Veneciano. Un hecho muy elocuente de la popularidad del motivo veneciano entre las clases superiores británicas de finales del siglo XVIII , es que el Duque de Richmond, Earl Carlisle y muchos otros compraron obras de Antonio Canaletto (1697- 1768). El Duque de Bedford, por ejemplo, tenía veinticuatro pinturas del artista veneciano. ¿Cuál es la razón de esta popularidad? Canaletto creó la famosa serie de las vistas de Venecia, en las que la ciudad no es representada como en la segunda mitad del siglo XVIII , sino como solía hacerse entre los siglos XV y XVI : exitosa, llena de confianza, enmarcada por monumentos, en todo su esplendor. Canaletto encontró mucho de esa época. Para los representantes de la élite británica, Venecia era un gran símbolo de éxito. Creían que el motor del poder y la riqueza era el comercio exterior de la manera en que lo llevaron a cabo los venecianos de entre los siglos XV y XVI , de quienes tomaron la batuta. Esta es la razón por la que, de forma colectiva, adoraban las pinturas del gran artista de Venecia. Explica el historiador Fursov: siglo y medio después, en 1930, al instar a los banqueros europeos a apoyar a Hitler, Hjalmar Schacht argumentó que por fin se quebrantarían los Estados nación en el Viejo Continente y los banqueros recibirían una “Venecia del tamaño de Europa”. En muchos sentidos, más que las antiguas Atenas y Roma, lo que le dio forma al Occidente moderno fue la Venecia medieval que en el siglo XVI era administrada por cuarenta familias y sumaba una población de unas 200 000 personas. El papel de Venecia en la historia de Europa se confirma, ente otras cosas, por su contribución genética y genealógica. La aristocracia veneciana produjo diecisiete familias papales, incluidos los Borgia y los Orsini. Muchas familias estuvieron relacionadas con dicha aristocracia: los Médici, los Sforza, los Borbones de Francia y Parma, la Casa de Saboya, los Wittelsbach de Baviera, y seis o siete casas ducales y en margraviato; familias inmigrantes de Venecia como las familias judías de Morpurgo que financiaron a Napoleón; los Warburg, que financiaron tanto a Napoleón como a Hitler; los Cabot 3 estadounidenses y muchas otras. Por el lado femenino también hay bastantes personalidades industriales y de las finanzas de origen no aristocrático que tienen lazos con la aristocracia veneciana como, por ejemplo, la familia Agnelli, propietaria de Fiat y miembro de la Nobleza Negra veneciana. Venecia se ha convertido en un catalizador para la formación de un sujeto predatorio histórico del Nuevo Occidente Europeo, que resultó ser un “extranjero” no solo en relación con las civilizaciones no europeas, sino también con la misma civilización europea. La influencia veneciana sobre Inglaterra fue particularmente fuerte, sin embargo, ahí solo se fundó cierto proceso debido a la diferencia fundamental entre el capitalismo y todos los otros sistemas sociales. Esta diferencia es lo que crea la necesidad histórica de que existan las estructuras supranacionales cerradas de reconciliación y gobierno del mundo como una forma de organización de las élites occidentales. Posiblemente el secreto esencial, lo que diferencia metafísica y metahistóricamente al capitalismo de los sistemas que lo preceden, sea que desde un momento específico y más bien temprano, aproximadamente a partir de mediados del siglo XVIII , la historia del sistema haya adquirido un carácter nomogenético. No se puede decir que hasta el siglo XVIII , nadie, ningún grupo o fuerza, haya intentado dirigir el curso de la historia de una u otra manera. Sin embargo, con sus raras excepciones, estos intentos fallaron, en primer lugar, porque fueron de naturaleza local; en segundo, porque fueron de corto plazo y en general no tuvieron éxito; y en tercero, porque hasta mediados del siglo XVIII , y más precisamente hasta el marco temporal de las décadas entre 1750 y 1850, no hubo una base de producción seria para su ejecución. En el “largo siglo XVI ” 4 entre 1453 y 1648, lo que se conoce como el sistema mundial europeo (Atlántico Norte), la historia adquiere un carácter global. En ese lapso surgieron la necesidad y las condiciones suficientes para un diseño histórico realizado por los grupos que comenzaron desde la era del mencionado largo siglo, y que a menos de un siglo después de su término, se transformaron en operadores del mercado mundial y, por lo tanto, en operadores en potencia de la historia mundial. La masonería liberal inglesa dependiente del poder financiero de la City (de Londres), del poder de los operadores del mercado global (la burguesía), de los clubes aristocráticos y, por supuesto, del Estado de la Gran Bretaña fue una de las organizaciones capaces de dirigir el curso de la historia de cierta manera. A finales del siglo XVIII , los Illuminati o Iluminados de Baviera, un grupo “creado” por los jesuitas para luchar contra la masonería liberal pero del que finalmente perdieron el control, se “unieron” a los masones. Entonces los masones recibieron la base operativa que ellos mismos habían armado: un Estado nación polígono-histórico estadounidense creado de forma artificial, al que se transportaron los Illuminati por sí mismos, y que hasta la fecha continúa cosechando los beneficios del sistema de Estados Unidos a través de Yale con la sociedad secreta “Skull & Bones”, cuyos miembros, Bush y Kerry, representaron a los partidos Republicano y Demócrata en las elecciones presidenciales de 2004, sin mencionar a otros grupos y estructuras que se sentían “incómodos” en Europa. Sorpresivamente, a mediados del siglo XVIII surgió al mismo tiempo un objeto de manipulación adecuado: las masas (“objeto”), una robusta base financiera (dinero–”energía”), y nuevos flujos de información (“datos”). La mitad del siglo XVIII es el principio del crecimiento financiero, ya que si en la segunda mitad del XVII , las “altas finanzas” cosecharon lo sembrado en el “largo siglo XVI ”, a mediados del siglo XVIII tomó forma la base del sistema financiero moderno. Naturalmente, en la era precapitalista y en los albores del capitalismo en los siglos XV y XVI , los banqueros pudieron tener un impacto significativo en el curso de la historia: los venecianos financiaron la Tercera Cruzada (con la destrucción de Constantinopla, por ejemplo) y, en parte, la Reforma; en el siglo XIV , las familias venecianas Bardi y Peruzzi financiaron a los reyes ingleses, y en el siglo XVI , los Fugger financiaron a Carlos V ; la unión de banqueros y prestamistas de Lombardía, que debido a vínculos familiares y religiosos tenía una conexión cercana con los banqueros de Inglaterra y de la República Checa (Praga), era tan fuerte que desempeñó un papel relevante en la destrucción de los competidores: los Caballeros Templarios. No obstante, ninguna de estas fuerzas tuvo las capacidades que surgieron en los siglos XVII y XVIII con el inicio de la era capitalista. En primer lugar, en el siglo XVII hubo una revolución financiera que comenzó en el periodo entre 1613 y 1617 con la fundación del Standard Chartered Bank por parte de la familia Baruch y con el establecimiento del fondo de la empresa o goodwill en 1617; y que culminó con la fundación del Banco Central de Inglaterra en 1694 y con la invención de la deuda pública: la más poderosa arma financiera de la pérfida Albión en la lucha por la supremacía en Europa y el mundo. La explosión en el desarrollo del capital bancario en cuestión que la volvió omnipotente se produjo por tres factores que estimularon el crecimiento de las “altas finanzas”: la lucha franco-británica por el dominio mundial, la expansión colonial de los poderes europeos y el estallido de la Revolución Industrial. Todo esto exigió la obtención de recursos y el mejoramiento de la organización financiera. ¿Acaso hace falta decir en voz alta que los banqueros participaron activamente en el sistema de conspiración? 5 Así fue como, a partir de la segunda mitad del siglo XVIII , a una escala inusitada y por primera vez en la historia, se produjo una combinación de los elementos que estaban al frente de la lógica del desarrollo del capitalismo como un sistema de “grandes finanzas” (dinero, oro), flujos de información y enormes masas de la población pulverizada. En algún momento, el objeto (masa), la energía (dinero) y la información (flujos informativos de la idea) se fusionaron y se concentraron en las mismas manos controladoras. El punto de conexión y, simultáneamente, el sujeto de este último conector/controlador, fueron las estructuras supranacionales cerradas de coordinación y administración, y en este caso en particular, se trató del sistema de conspiración masónico. Cabe hacer énfasis en que esto sucedió de acuerdo con las leyes del desarrollo del capitalismo y su lógica. “Para utilizar dichas leyes de forma activa en el marco de su interés en una confrontación con la monarquía y la Iglesia, el sistema de conspiración les prestó mucha atención, identificó con rapidez las contradicciones entre ambas instituciones y el desarrollo del capitalismo, y articuló dichas contradicciones desde la perspectiva ideológica. En relación con el desarrollo de la esfera ideológica y de información, y las tareas de análisis de la realidad social, de pronto surge la necesidad de estructuras de conocimiento racional y, por consiguiente, de vertientes selectas de este conocimiento que permitan el análisis de los procesos de masas, del comportamiento de las mismas y de las leyes históricas.” 6 Para usar los procesos de masas e influir en ellas en los aspectos informático y energético con la dirección correcta, es decir, para dominarlas, es necesario estudiarlas. De acuerdo con Platón, sin embargo, este estudio debe ser cerrado en sí mismo. Recordemos que dijo que incluso si averiguáramos el nombre del creador de este mundo, no deberíamos compartir el “nombre” con todos. El sistema de conspiración fue lo que garantizó el modelo de circuito dual de la ciencia social en Occidente: externo para el uso general, para los legos; e interno para un círculo limitado, para quienes escriben la Historia y mueven las cuerdas, para sus súbditos. A pesar de todos los supuestos mercados espontáneos que han sido exagerados y mitificados de forma significativa (e incluso a pesar del mal llamado “mercado medio-victoriano” de entre 1850 y 1879, que no fue sino una institución social regulada, pero bien camuflada), el capitalismo es un proyecto real. Un proyecto que siempre está lejos de ser implementado de forma exitosa por un número relativamente pequeño de individuos relacionados de forma regular, y de grupos y estructuras que actúan organizadamente, con planes a largo plazo, de preferencia en la penumbra, y en general de forma secreta. De forma similar, las organizaciones de este proyecto, es decir, sus “oficinas de diseñador”, operan tras puertas cerradas: ¿Acaso un proyecto secreto (cerrado) no es sino una conspiración en el sentido más amplio de la palabra? Así, la “conspiración” es la esencia del funcionamiento normal del capitalismo, del capitalismo real y no del esquema ideológico que tan lejos está de ser científico, y que presentan tanto sus defensores como muchos de sus críticos del área académica profesional. Sin un entendimiento del gran cambio evolutivo que sucedió a mediados de siglo XVIII , no comprenderemos ni el pasado ni el presente del capitalismo, justo en el momento en el que el plan es precisamente desmantelarlo. No comprendemos, y por lo tanto, estamos perdiendo el Gran Juego Histórico, cuyo premio es tener una vida decente y ocupar un lugar bajo el sol en el mundo postcapitalista. El principio de la fase de diseño en la historia de Europa y el mundo coincidió con el surgimiento de los anglosajones, de Gran Bretaña y, de una manera más amplia, con el súbdito supranacional del Atlántico Norte, incluyendo su mosaico étnico y su sistema de conspiración. Esto es por diseño: las organizaciones masónicas originales como la primera imagen del sistema de conspiración de la era capitalista estuvieron estrechamente vinculadas con los intereses políticos y financieros del Estado inglés (y británico, a partir de 1707). Para la unión aristocrática de los operadores del mercado mundial y las políticas europeas/mundiales que adquirieron forma en el siglo entre la Revolución inglesa y la Guerra de los Siete años, por ejemplo, en un periodo lleno de la victoria final de la oligarquía británica sobre los Estuardo, es decir, que eliminó la amenaza de su restauración en un trono y que obtuvo dos victorias sobre Francia —Luis XIV y Luis XV —, Gran Bretaña se convirtió en algo más que un Estado y un imperio. Para ellos era un cúmulo de casas de comercio y de organizaciones masónicas, una cierta matriz en la que los nuevos intereses se concretaban al mismo tiempo que los intereses anteriores continuaban desarrollándose. Resulta significativo que esto haya sido a mediados del siglo XVIII , durante la guerra por la sucesión austriaca (1740-1748), y que Gran Bretaña haya iniciado guerras dominadas rotundamente por intereses comerciales y libradas exclusivamente por el saldo comercial y no por el equilibro en el poder. De manera significativa, a mediados del siglo XVIII , terminó por fin la confrontación de trescientos años entre Austria (los Habsburgo) y Francia, uno de los ejes geopolíticos más importantes entre 1450 y 1750, es decir, la era en que el feudalismo ya había llegado a su fin y el capitalismo, en un estricto sentido sistémico (“formación”), no había comenzado aún: la era del Orden Antiguo. Este es otro rasgo de lo que sucedió durante el punto de inflexión de mediados del siglo XVIII . En otras palabras, entre mediados del siglo XVII y mediados del XVIII Gran Bretaña tomó la forma de algo sin precedentes, una nueva forma de acuerdo de interacción entre lo antiguo, enraizado en la Edad Media inglesa y veneciana, en la antigüedad gnóstica y en el león alado de Oriente Medio proveniente de la antigüedad babilona y judía; fuerzas que, junto con las nuevas potencias, se convirtieron en operadores del mercado mundial a un nivel supranacional. Al mismo tiempo, el mercado y sus operadores representados por la burguesía y la nueva aristocracia, parecieron imbuirles vida a las formas antiguas, energía de una nueva era, y así tuvo lugar un intercambio de energía e información. Asimismo, para mediados del siglo XVIII surge una contradicción que se agudizará dos siglos más tarde en Estados Unidos, una contradicción entre este país como Estado y como un grupo de empresas multinacionales. 7 Algo similar a One World Company Ltd (Empresa Mundial S.A.), según la descripción de los asistentes de Bilderberg en su reunión anual de 1968 en Mont Tremblant, Quebec, Canadá. En la Gran Bretaña del siglo XVIII había una contradicción entre Gran Bretaña como Estado y Gran Bretaña como grupo, como red de estructuras comerciales y financieras, clubes aristocráticos y logias masónicas. En las áreas de desacuerdo entre los intereses del Estado y las logias había temas como el destino de la Compañía de las Indias Orientales y los sucesos en las colonias norteamericanas; en el área de coincidencia los temas eran la expansión de las logias en Europa (“en el continente”) y la destrucción de Francia como competidor. El Segundo Imperio Británico (de 1780 a la década de 1840) se convirtió en el proceso y la estructura, en el campo y el medio para eliminar estas discrepancias/contradicciones. No obstante, a esto le precedió un periodo de trabajo activo en tres “direcciones teológico conspirativas” en las que los intereses del Estado y las logias coincidieron hasta cierto punto y se opusieron en cierta medida: 1. La creación de una red de logias masónicas continentales manejada desde Londres. 2. La creación de un Estado masónico (Estados Unidos de América) libre de las restricciones tradicionales del Estado y, en este sentido, artificial, experimental y, por lo tanto, separado territorialmente de Europa. 3. El socavamiento de Francia en la arena internacional y desde el interior, para provocar agitación y varios problemas internos severos a través del uso activo de la francmasonería y de las logias masónicas como una poderosa arma de organización. Este fue el contenido principal de la primera etapa de desarrollo de las estructuras/sistema de conspiración. En conjunto, estas etapas coinciden con las principales fases de desarrollo del sistema capitalista, los ciclos de la acumulación de capital y la lucha por la hegemonía. La primera etapa es de 1710 a la década de 1770; la segunda etapa comienza con el surgimiento de los Illuminati y con la Revolución Francesa de 1789-1794, la cual dio inicio a un periodo de medio siglo de revoluciones masónicas que culminó con la formación del Segundo Reich y la unificación de las logias germano masónicas en una única “Alemania secreta”, a principios de la década de 1870. 8 En la década de 1880 comenzó la tercera etapa de desarrollo de las estructuras de conspiración como una forma intrínseca de organización de la principal élite de Occidente. Coincide con el inicio del declive de Gran Bretaña como la hegemonía del sistema capitalista mundial, y no resulta sorprendente que fuera la élite británica la que respondió a esto con la creación de estructuras elitistas cerradas de un nuevo tipo: el “Grupo” (“We ”) de Cecil Rhodes, la “Sociedad” (“Kindergarten ”) de Milner. Más adelante vemos el surgimiento de estructuras continentales alemanas, así como francesas: “Círculo” (“Cercle ”) y “Siglo” (“Siècle ”). El Club Bilderberg, creado en 1954 para reconciliar a los dos segmentos principales de la élite occidental: los angloestadounidenses y los germano-norditalianos asociados con el Vaticano, coronan esta serie. La crisis en la que entró el sistema capitalista a finales de los sesenta y principios de los setenta exigió nuevas estructuras, y estas surgieron: El Club de Roma (1968) y la Comisión Trilateral (1973). Resulta inevitable la conclusión de que el agravamiento de la crisis sistémica del capitalismo que está teniendo lugar actualmente requirió o la modificación de las estructuras cerradas de la élite occidental ya existentes o el surgimiento de nuevas estructuras. Estas aparecieron bajo la forma de proyectos globales.

Notas

1 Fursov, Andrei e Izborskii Klub. “Conspiración: la economía criptopolítica del capitalismo como base para el estudio de las élites occidentales”, http://www.dynacon.ru/content/articles/9551/

2 Ibid.

3 La familia judía Caboti de Lombardía que se mudó a Venecia en el siglo X .

4 Wallerstein, Immanuel, “World-systems Analysis”, en World System History , ed. George Modelski, en Encyclopedia of Life Support Systems (EOLSS ), Developed under the Auspices of the UNESCO , Eolss Publishers, Oxford, UK, 2004.

5 Op. Cit . Conspiración: la economía criptopolítica…

6 Balkiliç, Özgür. “Historicisizing World System Theory: Labor, Sugar, and Coffee in Caribbean and in Chiapas”. Gaziantep University Journal of Social Sciences, 2018.

7 https://izborskiy-club.livejournal.com/530592.html

8 https://izborskiy-club.livejournal.com/530592.html

 

Daniel Estulin