Una pandemia orquestada: La larga y deliberada preparación del SARS-CoV-2 y sus vacunas

Dr. David E. Martin, Director de M-CAM, empresa de control de patentes de innovación en todo el mundo revela que la supuesta «novedad» del SARS CoV-2 no es tal. Existen 73 patentes otorgadas a diversas farmacéuticas desde hace más de una década para explotar comercialmente esta «pandemia».

Durante dos décadas al menos el mundo farmacéutico viene preparando lo que está pasando

 Todo lo que se dice que es «novedoso» en esta versión del virus -sitio de clivaje polibásico, dominio de unión al receptor de ACE2, y proteína espiga- es conocido y hay patentes emitidas para aprovecharlo lucrativamente desde hace muchos años 

El “virus” ni es natural, ni escapó de un laboratorio

 El concepto «Nueva Normalidad» fue introducido en 2004. Se viene trabajando en la conceptualización y respuesta a un fenómeno de suelta deliberada de un SARS desde hace décadas. 

 La OMS presentó su «manual» sobre cómo manejar la situación en setiembre de 2019, recogiendo experiencia acumulada durante quince años

 

La secuencia genética reportada, que se dijo que fue aislada como un nuevo coronavirus, e indicada como tal por el ICTV, el Comité Internacional de Taxonomía de los Virus de la Organización Mundial de la Salud, carece de validez científica. Tomamos las secuencias genéticas reales que fueron reportadas como nuevas, y las revisamos contra los registros de patentes que estaban disponibles en la primavera de 2020. Y lo que encontramos, como verán en nuestro informe, son mas de 120 pruebas patentadas que sugieren que la declaración de un nuevo coronavirus era en realidad una falacia completa. No había ningún coronavirus nuevo.

Hay innumerables y muy sutiles modificaciones de las secuencias de coronavirus que han sido cargadas. Pero no se encontró ningún coronavirus nuevo identificado en absoluto. De hecho, encontramos registros, en los archivos de patentes, de secuencias atribuidas a lo que se consideró ahora novedoso, que se remontaban a patentes que se solicitaron ya en 1999. Así que esto no era ninguna novedad. En realidad no sólo no era novedoso el año pasado, sino que no ha sido algo novedoso por más de dos décadas. Pero vamos a hacer un breve recorrido por el panorama de las patentes para asegurarnos de que la gente entiende lo que pasó.

La proteína spike está patentada hace 21 años

Como saben, hasta 1999, la actividad de patentes en torno al coronavirus era algo que existía y se aplicaba exclusivamente a las ciencias veterinarias. La primera vacuna patentada para el coronavirus fue en realidad buscada por Pfizer. Me refiero a la aplicación [a una patente] tendiente a la la primera vacuna para el coronavirus, la cual consistía específicamente en esta proteína S, o espiga (spike). Es exactamente lo mismo que, supuestamente, nos hemos apresurado a inventar ahora. La primera solicitud fue presentada el 28 de enero de 2000. Hace veintiún años.

De modo que la idea de que misteriosamente nos tropezamos con la forma de intervenir en las vacunas no sólo es ridícula, sino que es increíble. Porque Timothy Miller, Sharon Clapford, Albert Paul Reed y Elaine Jones, el 28 de enero de 2000, presentaron lo que en última instancia se emitió como la patente de EE.UU. 6372224, que era la vacuna contra el virus de la proteína de la espiga: una vacuna para el coronavirus canino, que es en realidad una de las múltiples formas de coronavirus.

Pero, como he dicho, los primeros trabajos hasta 1999 se centraron en gran medida en el ámbito de las vacunas para animales. Los dos animales que recibieron más atención fueron conejos y perros. Así se refleja en los trabajos de Ralph Baric sobre los conejos, y la cardiomiopatía de los conejos, que se asoció con problemas importantes entre los criadores. Y luego, en el trabajo de Pfizer, el coronavirus canino, para identificar cómo desarrollar esencia del guión de la proteína S para las candidatas a vacuna de la proteína. Esto nos muestra una evidencia obvia, que dice que ni el concepto de la vacuna de coronavirus, ni el principio del coronavirus mismo, como patógeno de interés con respecto al comportamiento de la proteína espiga, es nada novedoso en absoluto. De hecho, tiene 22 años de antigüedad, según los registros de patentes.


SARS CoV explorado como vehículo para vacuna HIV y su ganancia de función inicial

Lo que es más problemático, y más grave, es que Anthony Fauci y el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID) encontraron que, debido a su maleabilidad, el coronavirus resultaba un candidato potencial para las vacunas contra el VIH. De modo que el SARS [Severe Acute Respiratory Syndrome: Síndrome Respiratorio Severo Agudo] no es en realidad una progresión natural de una modificación genética del coronavirus. De hecho, muy específicamente en 1999, Anthony Fauci financió una investigación en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, específicamente para crear … -y uno no puede sino lamentar lo que voy a leer, porque esto viene directamente de una solicitud de patente presentada el 19 de abril de 2002; y sí, has oído bien la fecha: 2002. En esa patente, entonces, el NIAID dice haber creado un «coronavirus infeccioso de replicación defectuosa» [an infectious, replication defective, coronavirus«], ajustado específicamente al epitelio pulmonar humano. En otras palabras, construimos la enfermedad SARS, y lo patentamos el 19 de abril de 2002.

Esto fue antes de que hubiera un supuesto brote en Asia que, como saben, ocurrió varios meses después.


La conversión del SARS CoV en un arma biológica

Esa patente se emitió como patente de los EE.UU. 7279327. Ella establece claramente en la secuenciación de genes muy específicos, el hecho de que sabíamos que el receptor de la ACE, el dominio de unión ACE2, la proteína espiga S1, y otros elementos de lo que hemos llegado a conocer como este flagelo patógeno, no sólo fueron diseñados, sino que pueden ser modificados sintéticamente en el laboratorio, utilizando nada más que las tecnologías de secuenciación de genes, tomando el código informático y convirtiéndolo en un patógeno, o un intermedio del patógeno. Y esa tecnología se financió exclusivamente, en los primeros tiempos, como un medio por el cual podríamos aprovechar realmente el coronavirus como vector para distribuir una vacuna contra el VIH.

OK. Pero luego, la cosa empeora. A mi organización se le pidió que vigilara las violaciones del Tratado de Armas Biológicas y Químicas en los primeros días del año 2000. Usted recordará los eventos de ántrax en septiembre de 2001. Nosotros formamos parte de una investigación que dio lugar a la investigación del Congreso, no sólo sobre los orígenes del ántrax, sino también sobre lo que era un comportamiento inusual en torno a la droga ciprofloxacin de Bayer, que era un medicamento utilizado como tratamiento potencial para el envenenamiento por ántrax. Y a lo largo del otoño de 2001, comenzamos a monitorear un enorme número de patógenos bacterianos y virales que estaban siendo patentados a través de los Institutos Nacionales de Salud (NIH), el NIAID, el AMRIID, que es el programa de enfermedades infecciosas de los servicios armados de los Estados Unidos, y una serie de otras agencias a nivel internacional que colaboraban con ellos. Y nuestra preocupación era que el coronavirus, estaba siendo visto no sólo como un potencial agente manipulable para su uso potencial como vector de vacunas, sino que también estaba siendo claramente considerado como un candidato a arma biológica.

De modo que nuestro primer informe público sobre esto tuvo lugar antes del brote de SARS, a finales de 2001. Ustedes se pueden imaginar lo decepcionado que estoy al estar sentado aquí 20 años después, habiendo señalado 20 años antes que había un problema que se avecinaba en el horizonte con respecto al coronavirus.

La detección por RT-PCR patentada también

Pero después del supuesto brote, y siempre diré supuesto brote porque creo que es importante que entendamos que el coronavirus, como patógeno circulante dentro del modelo viral que tenemos, en realidad no es nuevo en la condición humana, ni es nuevo en las últimas dos décadas. En realidad ha sido parte de la secuencia de proteínas que circula desde hace mucho tiempo. Pero el presunto brote que tuvo lugar en China en 2002, hasta 2003, dio lugar a una presentación ante la oficina de patentes muy problemática, en abril de 2003, por parte del Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC). Y este tema es de vital importancia para precisar bien los matices. Porque además de presentar la secuencia genética completa de lo que se convirtió en el coronavirus del SARS, lo que en realidad es una violación de la Sección 101 del Código 35 de los Estados Unidos, porque uno no puede patentar una sustancia que se da naturalmente.

Tal violación de la Sección 101 del Código 35 de los Estados Unidos resultó en la patente número 7220852. Ahora bien, esa patente también tenía una serie de patentes derivadas asociadas a ella. Estas son solicitudes de patentes que se separaron porque eran de materia patentable múltiple. Estas incluyen la patente de EE.UU. 7776521. Estas patentes no sólo cubrían la secuencia del gen del coronavirus del SARS, sino que también cubrían los medios para detectarlo utilizando la RT PCR.

Ahora bien, la razón por la que esto es problemático es que si uno posee tanto la patente del gen en sí, como la patente de su detección, uno obtiene una astuta ventaja para poder controlar el 100% de la procedencia no sólo del virus en sí, sino también de su detección. Lo que significa que se tiene el control total, tanto científico como respecto de lo que se comunica. Y esta patente, buscada por el CDC, fue supuestamente justificada por su equipo de relaciones públicas como solicitada para que todo el mundo fuera libre de poder investigar el coronavirus. El único problema de esta afirmación es que es una mentira. Y la razón por la que afirmo que es una mentira es que la oficina de patentes, no solo una sino dos veces, rechazó la patente de la secuencia genética como no patentable, porque la secuencia genética ya era de dominio público. En otras palabras, antes de que los CDC solicitaran la patente, la oficina de patentes encontró un 99,9% de identidad con el coronavirus ya existente, registrado en el dominio público. Y pasándole por encima al rechazo del examinador de patentes, y después de haber pagado una «multa de apelación» en 2006, y en 2007, el CDC anuló el rechazo de las oficinas de patentes, y finalmente, en 2007, consiguió que se le otorgase esa patente del coronavirus del SARS.

De modo que todas las declaraciones públicas que el CDC ha hecho diciendo que esto era de interés público resultan ser falsas, al ver este soborno pago a la oficina de patentes. Esto no es algo sutil. Y para empeorar las cosas, pagaron una tasa adicional para mantener su solicitud privada. Si uno trata de poner información a disposición de la investigación pública, uno no paga una tasa extra para mantener esa información privada.

Ojalá pudiera haberme inventado todo lo que acabo de decir. Pero todo eso está disponible en el Registro Público de Archivos de Patentes que cualquier persona en la audiencia puede revisar. Y el Public Pair -como se le dice a la Oficina de Marcas y Patentes de los Estados Unidos– tiene no sólo las pruebas, sino también los documentos reales -que tengo también en mi poder.

Esto, amigos míos, es la definición de conspiración criminal, chantaje y colusión. Esto no es una teoría. Esto es una evidencia. No se puede tener información que aun está en el futuro informando el tratamiento de una cosa que aun no existía.

Mi cita favorita de esta pandemia es una declaración hecha en 2015 por Peter Daszak. La declaración que fue hecha por Peter Daszak en 2015, reportada en The National Academies Press, el 12 de febrero de 2016. Cito: «Tenemos que aumentar la comprensión pública de la necesidad de contramedidas médicas, tales como una vacuna universal contra los coronavirus (pan coronavirus vaccine). Un impulsor clave son los medios de comunicación, y la economía seguirá la conmoción que se cree. Debemos usar esa conmoción a favor nuestro para ir a los temas reales. Los inversores responderán si ven beneficios al final del proceso«.

Peter Daszak es el principal de Eco-Health Alliance. Es la persona que estaba corroborando independientemente la no-teoría china de la no-fuga de laboratorio. No hubo ninguna fuga de laboratorio. Esto fue convertir intencionalmente la proteína espiga en un arma biológica, para inyectar a a gente y hacerla adicta a una vacuna universal contra el coronavirus. Esto no tiene nada que ver con un patógeno que se haya liberado. Y cada uno de los estudios que se ha lanzado para tratar de verificar una fuga de laboratorio es algo para desviar la atención.

La naturaleza ridícula de la historia de que esta vacuna es de alguna manera profiláctica o preventiva, se burla del 100% de la evidencia, porque la evidencia deja muy claro que no ha habido ningún esfuerzo por parte de ninguna empresa farmacéutica para combatir el virus. Se trata de hacer que la gente se inyecte con la proteína espiga, conocida por su carácter dañino. Así que la historia creada como fachada, es que si se obtiene una expresión de una proteína espiga, uno va a tener algún tipo de alivio sintomático general. Pero el hecho es que nunca ha habido una intención de vacunar a una población, si usamos la definición dentro del universo de la vacunación. Y es importante, quiero decir, vamos a revisar esto explícitamente. Cuando Anthony Fauci trataba desesperadamente de conseguir que se publicaran algunas de sus, cito, «vacunas de ARN sintético», sus propias patentes fueron rechazadas por la oficina de patentes. Y quiero leer lo que la oficina de patentes le dijo, cuando el propio Anthony Fauci del NIAID pensaba que podría generar una vacuna similar al ARNm, y patentarla como vacuna. He aquí la cita: «este argumento es persuasivo en la medida en que un péptido antigénico estimule una respuesta inmune que puede producir anticuerpos que se unen a un péptido o proteína específica, pero no es persuasivo en lo que respecta a una vacuna«.

Bien, esto es la oficina de patentes. Esto no es una especie de agencia de salud pública. Esta es la oficina de patentes. «La respuesta inmunitaria producida por una vacuna debe ser algo más que una simple respuesta inmunitaria. Debe también ser protectora. Como se señaló en la anterior Acción de la Oficina, el estado del arte reconoce que el término vacuna es un compuesto que previene la infección. El solicitante no ha demostrado que la vacuna reivindicada al instante cumpla incluso el estándar más bajo establecido en la especificación, y mucho menos la definición estándar para ser operativa. Por lo tanto, las reivindicaciones cinco, siete y nueve no son operativas, ya que la vacuna contra el VIH -que es en lo que estaba Fauci trabajando-, no es una utilidad patentable«. Así que el propio Anthony Fauci fue informado por la oficina de patentes de que lo que proponía como vacuna no cumplía el estándar de patentes, el estándar legal o el estándar clínico.

No hay nada como una variante Alfa, Beta, Gama o Delta. Este es el medio por el cual, lo que están desesperadamente buscando, es el grado en el cual puede coaccionarse a los individuos a que acepten algo que de otro modo no aceptarían.

David Martin