DARPA, Moderna, el G7 y la guerra biológica

En 2013, el portal de internet de Moderna Therapeutics, la empresa pionera en la tecnología de terapia ARNm, anunció que:

la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa (DARPA) concedió a la empresa hasta 25 millones de dólares para investigar y desarrollar su plataforma de terapia ARNm como forma rápida y fiable de fabricar fármacos productores de anticuerpos para protegerse contra una amplia gama de enfermedades infecciosas emergentes conocidas y desconocidas y amenazas biológicas de ingeniería.” [1]

En 2013, un Tribunal estadounidense dictaminó que la modificación del genoma humano mediante una inyección de ARNm crea un nuevo genoma que puede patentarse y ser propiedad del titular de la patente [2].

En 2020, Moderna Therapeutics declaró ante la Comisión de Bolsa y Valores​​ de los Estados Unidos que “la FDA considera la tecnología ARNm como un Producto de terapia génica” [3].

Como advierte la prestigiosa Red Voltaire [4], por chocante que parezca, la trama de la fuga del laboratorio de Wuhan y los Fauci Mails, si bien son reveladores, en realidad “no prueban que el laboratorio de ‎Wuhan haya estado implicado en el inicio de la epidemia de Covid-19”:

En cambio, el laboratorio militar estadounidense de Fort Detrick fue responsable de la producción ‎de las esporas de ántrax enviadas por vía postal a varios políticos y medios de prensa ‎en Estados Unidos después de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Ese laboratorio ‎estadounidense realiza investigaciones consideradas ilegales en Estados Unidos y dispone de ‎varias dependencias fuera de ese país, como el Richard Lugar Center for Public Health Research, en ‎Georgia. ‎En el verano de 2019, el laboratorio militar estadounidense de Fort Detrick fue cerrado ‎temporalmente por orden del Center for Disease Control and Prevention (CDC, la autoridad ‎sanitaria estadounidense a cargo del control y prevención de enfermedades). Posteriormente, en ‎diciembre de 2019, una misteriosa infección respiratoria apareció entre los vecinos de ‎Fort Detrick… precisamente al mismo tiempo que aparecía el Covid-19 en Wuhan. [Por ello] la República Popular China ha iniciado una campaña mediática para obtener información sobre las ‎actividades del laboratorio militar estadounidense de Fort Detrick.‎”

La historia enseña que la maquiavélica estrategia imperial del orden a través del caos se basa en la creación de un problema —por ejemplo, un patógeno— que le permita a un imperio implantar objetivos definidos antes de la creación del problema —por ejemplo, aplicar una vacuna con terapia génica incluida y reducir la población mundial. Mientras tanto, para dirigir la atención hacia afuera y evitar un conflicto interno, el imperio debe culpar a un enemigo geoestratégico —por ejemplo, China— y buscar enfrentarlo en el exterior [5].

 Pero esta historia de amor entre Moderna y DARPA no queda aquí, uno de los motivos para prolongar esta pandemia indecentemente ha sido la rehabilitación del buen nombre de la terapia génica, que fue repudiada hace 20 años por su letalidad. No es casualidad que la mayor parte de las vacunas que se han puesto en marcha en occidente, sean de esa misma factura, porque tienen el apoyo financiero del ejército de Estados Unidos, lo mismo que Moderna, una empresa creada ex novo con ese mismo fin.

Proyecto Dart

Hablar de Moderna es lo mismo, como hemos visto, que hablar del Pentágono. Tras varias subvenciones a lo largo de los años, ahora la colaboración es aun más estrecha, pues ambos se han embarcado en el Proyecto Dart o Tecnología de ARN Acelerada Desplegable. Un equipo de 15 científicos del centro de investigación de Moderna en Norwood, Massachusetts, lleva unos meses trabajando con el Pentágono para miniaturizar la producción de vacunas de ARNm.

En el mercado actual los remedios van por delante de las enfermedades. No conocemos la próxima pandemia, pero ya están trabajando para adelantarse a los acontecimientos. Habrá pandemia y tendremos una vacuna preparada.

Seguirá el modelo de la comida rápida: tenemos un amplio menú de fármacos contra cualquier enfermedad que a Usted le diagnostiquen y se lo servimos a domicilio por mensajería casi instantánea. El propio trabajador de reparto le pondrá la inyección intravenosa, sin coste adicional.

Las unidades experimentales Dart se están diseñando para que el proceso de fabricación quepa en un cubo de dos metros y produzca 500 dosis de una vacuna contra prácticamente cualquier virus. Solo hay que introducir el código genético del bicho que se quiere aniquilar, y si aún no se conoce el código genético, no se preocupe: se lo inventan con un ordenador y una base de datos que nadie de dónde ha salido.

Antes una vacuna tardaba ocho años en fabricarse; con el coronavirus hemos pasado ya a ocho meses, según dicen, porque parece que ya estaban preparadas de antemano. La comida rápida no espera a que Usted tenga hambre. El repartidor ya tiene la pizza de aceitunas en su bicicleta antes de que Usted llame por teléfono.

Las fábricas de vacunas serían muy simples y se podrían dispersar por todo el mundo para llevar vacunas en cuanto un “experto” detecte un virus en las aguas fecales de una alcantarilla, o una depuradora, o en los retretes de un bar. Los rastreadores de virus serán un nuevo y prometedor oficio para hurgar en los excrementos y las meadas, en busca de los malvados virus que dejan los usuarios de los inodoros.

Moderna anunció el proyecto en octubre y cuenta con una financiación del Pentágono de 47 millones de euros. La máquina Dart es un robot que genera una plantilla de ADN de longitud completa en un proceso sin células. El ARN mensajero, que constituye la columna vertebral de la vacuna, se fabrica a partir de este ADN.

Esta farmacia militar es capaz de fabricar vacunas en cadena, como quien fabrica zapatos, pero el ejército de Estados Unidos no está solo porque la competencia capitalista es descarnada. El desarrollador de vacunas alemán CureVac trabaja con una filial de Tesla para desarrollar lo que Elon Musk ha llamado “microfábricas de ARN”.

SQZ Biotech también está trabajando en cápsulas de producción de vacunas miniaturizadas.

El oscuro invierno: los juegos de guerra biológicos nos robaron la libertad

Y es que, las vacunas, que ya han matado a más de 27.000 personas y herido gravemente a más de 1.600.000 son una parte más de la guerra biológica llevada a cabo por las grandes potencias, en particular EE.UU y sus laboratorios, farmacéuticas y empresas de alta tecnología. Por ejemplo, muchos se han preguntado cómo políticas tan ineficaces y a la vez tan perjudiciales para la vida y las libertades de tantas personas se han puesto en marcha tan rápidamente, y aparentemente de forma casi global, en respuesta a la crisis de Covid. 

Parte de la respuesta la ha proporcionado una investigación del periodista y escritor alemán Paul Schreyer, quien hace un seguimiento de una serie de ejercicios de simulación de pandemia realizados al más alto nivel durante muchos años entre las naciones industriales más influyentes de Occidente. 
Altos funcionarios estaban “preparados” para responder como lo hicieron, una vez que la Organización Mundial de la Salud declaró la propagación pandémica de un nuevo coronavirus, el SARS-CoV-2, casi sin tener en cuenta la naturaleza del virus o el grado del daño que podía causar. 

Esto ayuda a explicar cómo las opiniones de miles de médicos, científicos y otras personas que han cuestionado el enfoque oficial de la pandemia, basado en el miedo, llegaron a ser ignoradas; en el caso de muchos científicos – antes aclamados – pese a su estatus de nuevos sacerdotes. Pero parece que la ciencia también se tacha a sí misma de anti-científica cuando cuando se sale del patrón marcado por los nuevos gurús de la religión científica.
Schreyer sostiene que las decisiones políticas durante la crisis no surgieron de la nada, sino que se derivaron de una “guerra contra los virus” iniciada en la década de 1990, junto con la “guerra contra el terror”. 

Era como si hubiera que crear un nuevo enemigo, tras el fin de la época de la Guerra Fría, en la que las superpotencias Rusia y Estados Unidos se enfrentaban con armamentos y presupuestos militares inmensos y potencialmente suicidas. 


“Me estoy quedando sin villanos. Me estoy quedando sin demonios”, dijo el general Colin Powell en una entrevista a un periódico en 1991. “Me quedan Castro y Kim Il-Sung”. En aquel momento era el militar de más alto rango de Estados Unidos. 
En ese contexto comenzó la lucha contra el terror, incluidos los preparativos para combatir el armamento biológico. Un atentado en 1993 contra el World Trade Centre de Nueva York, atribuido a terroristas islamistas, impulsó las demandas de que se siguiera utilizando el ejército estadounidense en el extranjero, y un ataque similar, aunque de origen misterioso, contra un edificio federal en Oklahoma City en 1995 reforzó los temores de un “enemigo en la sombra” dentro. 
Al mismo tiempo, se realizaban peligrosas investigaciones biológicas en instalaciones estadounidenses, supuestamente destinadas a comprender mejor la amenaza que podría suponer un Estado o un terrorista con un arsenal biológico. 


El Coronel Dr. Robert Kadlec, Director de Programas de Biodefensa del Departamento de Seguridad Nacional, escribió en un documento de estrategia del Pentágono de 1998

“El uso de armas biológicas bajo la cobertura de una enfermedad endémica o natural ofrece al atacante la posibilidad de una negación plausible. El potencial de la guerra biológica para crear importantes pérdidas económicas y la consiguiente inestabilidad política, junto con una negación plausible, supera las posibilidades de cualquier otra arma humana”.

Ese mismo año se fundó el Centro Johns Hopkins de Estrategias de Biodefensa Civil, que posteriormente pasó a llamarse Centro de Seguridad Sanitaria. Esta institución ha desempeñado un papel fundamental en la pandemia de Covid, recopilando, mostrando y analizando datos en un tablero de mando global utilizado por los medios (en su mayor parte, de forma incuestionable) de todo el mundo. 


Y fue este centro el que organizó varios ejercicios de simulación importantes en el ámbito de las estrategias de respuesta a las catástrofes. 
El primero, el Simposio Nacional sobre la Respuesta Médica y la Salud Pública al Bioterrorismo, se celebró en Arlington, sede del Pentágono, en febrero de 1999. Participaron cientos de delegados de diez países. La viruela era la supuesta arma biológica, y los delegados asistieron a una serie de sesiones en las que se simulaba cómo se podría gestionar un ataque y los problemas que podrían surgir
¿Hasta dónde podría llegar la policía para detener a los pacientes? ¿Cómo proceder a la vacunación? ¿Debería aplicarse la ley marcial? ¿Cómo controlar el mensaje que se transmite a la población? Las cuestiones de salud pública se trataban por primera vez como problemas militares, y el Departamento de Salud se convertía en parte del aparato de seguridad nacional estadounidense. 
Un ejercicio similar tuvo lugar en noviembre de 2000 en Washington DC, esta vez utilizando la peste como pandemia simulada. Los escenarios que se representaron ante los funcionarios de alto nivel que asistieron incluyeron: “La presencia militar armada en las ciudades de EE.UU. ha provocado protestas por el recorte de las libertades civiles… la cuestión es, ¿cómo la aplicamos y hasta qué punto? ¿Cuánta fuerza utilizamos para mantener a la gente en sus casas?”. 
Un tercer ejercicio, denominado Dark Winter, realizado en una base militar a pocos kilómetros de Washington en junio de 2001, simuló una emergencia de viruela a gran escala. En él participaron periodistas de conocidos medios de comunicación, entre ellos la BBC, para interrogar a los políticos y funcionarios de alto nivel, de modo que pudieran conocer el tipo de cuestiones que se plantearían. Entre las conclusiones: 

  • Estamos mal equipados para prevenir las nefastas consecuencias de un ataque con armas biológicas.

  • Estados Unidos carece de las reservas de recursos necesarias para una respuesta adecuada, incluyendo vacunas, antibióticos y medios de distribución eficaces.

  • Las restricciones forzosas a los ciudadanos pueden ser probablemente las únicas herramientas disponibles cuando se agoten las reservas de vacunas.

  • Los estadounidenses ya no pueden dar por sentadas las libertades civiles básicas, como la libertad de reunión o de viajar.

En un canal de noticias ficticio creado como parte del ejercicio, Kadlec anunció: “El problema es que no tenemos suficientes vacunas… significa que este podría ser un invierno muy oscuro en Estados Unidos”. 
Cuando se produjo la verdadera Covid-19, Kadlec se convirtió en el máximo oficial responsable de la preparación para emergencias, coordinando la respuesta tanto del Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU. como del gobierno federal. 


Días después de que Joe Biden fuera declarado vencedor de las elecciones presidenciales, advirtió de que se avecinaba un “oscuro invierno”, e instó a seguir usando mascarillas. “Se podría decir que es una coincidencia, aunque también se podría sospechar que su elección de palabras estaba relacionada con el ejercicio”, dice Schreyer. 

Los atentados del 11 de septiembre de 2001 pusieron de manifiesto la amenaza terrorista para todos los miembros de la comunidad mundial. Los cambios legales propuestos para ampliar los poderes estatales de vigilancia encontraron resistencia en EE.UU., pero esta desapareció tras los llamados ataques con ántrax en octubre del mismo año. Se enviaron cartas con esporas de ántrax a varias oficinas de medios de comunicación y a dos senadores que se habían opuesto a los cambios


“Hasta el día de hoy no está claro quién fue el responsable de esos ataques”, dice Schreyer, que los interpreta como “una señal de que no se debe cruzar una determinada línea roja”. 
Un mes más tarde, en noviembre de 2001, a iniciativa del Gobierno de EE.UU., se fundó una nueva organización internacional denominada Iniciativa Mundial de Seguridad Sanitaria (GHSI). 
Se hizo hincapié en que todos los gobiernos corrían el riesgo de recibir un agente patógeno mortal, y que era necesario unirse y actuar conjuntamente. Los países participantes fueron Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, México, Gran Bretaña y Estados Unidos. La Unión Europea también se adhirió a la iniciativa y la OMS participó como asesor técnico. Los ministros de sanidad y los altos funcionarios se reunieron periódicamente para debatir sobre el bioterrorismo y la mejor manera de coordinar la respuesta. 


En 2002 se dio un paso crucial: El grupo declaró que la amenaza no sólo tenía que ser de origen humano, sino que también podía provenir de la naturaleza, como en el caso de una pandemia de gripe. La preparación de emergencia era necesaria para ambos escenarios, a escala mundial. 
A partir de entonces, se coordinaron ejercicios a nivel internacional. El primero, llamado Global Mercury, convocado en 2003, representaba un ataque de terroristas ficticios autoinoculados para propagar la viruela a nivel internacional a los países objetivo. Un grupo de planificación del ejercicio fue dirigido por Canadá y estaba compuesto por “agentes de confianza” de todas las naciones u organizaciones participantes. Participaron cientos de personas. 


Otro ejercicio importante, convocado en 2005, se denominó Atlantic Storm. Muchos de los representantes de los países eran personas actuales o antiguas con responsabilidad gubernamental. Por ejemplo, la exsecretaria de Estado de EE.UU., Madeleine Albright, interpretó al presidente de EE.UU. en la vida real. 
Entre las cuestiones clave que se destacaron en el informe posterior al ejercicio figuran las siguientes: 

  • ¿Cómo deben los líderes nacionales determinar medidas como el cierre de fronteras o la cuarentena?

  • Si se adoptan medidas que restrinjan la circulación de las personas, ¿durante cuánto tiempo deben mantenerse? ¿Cómo se coordinarían internacionalmente y cómo se tomaría la decisión de levantarlas?

La premisa básica de todos los escenarios, dice Schreyer, era destacar los procesos de toma de decisiones y las competencias en una emergencia de salud pública. Pero también implicaban la declaración del estado de emergencia, la implantación de un liderazgo autoritario, la elusión del parlamento y la investidura de ciertos funcionarios federales con un mayor poder de decisión, al tiempo que se suspendían los derechos civiles fundamentales y se llevaban a cabo planes de vacunación de la población. 
Lo que me llama la atención es la suspensión de los derechos humanos básicos cuando se responde a una pandemia o a un ataque bioterrorista, porque no es necesariamente una consecuencia lógica. 
“Observando todo esto, surge la pregunta: Tal vez estos ejercicios podrían haber servido para encubrir y probar el estado de emergencia y comprobar cómo se podría manejar una situación política de este tipo”. 
Una lección que podríamos extraer de la gestión de la crisis de Covid es que, aunque los políticos sienten comprensiblemente la necesidad de prepararse para catástrofes mundiales, corren el riesgo de causar mucho más daño que bien siguiendo líneas de actuación rígidamente predeterminadas para ser “la ciencia” de la situación pero que en realidad obstruyen las respuestas racionales.

Ahora vemos cómo estos juegos se están haciendo realidad y como un objetivo esencial para estos poderes es la vacunación de la población, gracias, técnicamente hablando, a agencias como DARPA y empresas como Moderna y su tecnología de ARNm. Planes de vacunación que están costando miles de vidas y de dolencias graves en EE.UU y Europa, lugares, junto con Argentina, donde aun se contabilizan, pues las cifras en el resto del mundo son un misterio.

27.000 muertes y 3.130.000 efectos adversos por la vacuna de Covid en Europa, EEUU y Reino Unido

Europa: 17.503 muertes 1.687527 efectos adversos, 837.588 heridos graves.
EE.UU: 9.048 muertes y 438.441 eventos adversos totales.
Reino Unido: Pfizer: 450 muertes entre las 236.550 reacciones adversas
AstraZenenca 960 muertes entre 775.940 reacciones adversas

Total: Más de 27.000 muertes y 3.130.000 efectos adversos por la vacuna en Europa, EEUU y Reino Unido

Europa

La base de datos EudraVigilance informa que hasta el 3 de julio de 2021 se han reportado 17.503 muertes y 1.687.527 lesiones luego de inyecciones de cuatro inyecciones experimentales de COVID-19:

Del total de heridos registrados, la mitad de ellos (837.588) son  heridos graves .

Aquí están los datos resumidos hasta el 3 de julio de 2021.

Reacciones totales para el ARNm experimental vacuna Tozinameran  (código  BNT162b2 , Comirnaty ) de BionTech /  Pfizer:  8.426 muerte s  y 632.623 lesiones en 03/07/2021

  • 17,754 Trastornos de la sangre y del sistema linfático, incl. 99 muertes
  • 14,858 Trastornos cardíacos incl. 1,165 muertes
  • 126 Trastornos congénitos, familiares y genéticos, incl. 12 muertes
  • 7951 Trastornos del oído y del laberinto, incl. 5 muertes
  • 324 Trastornos endocrinos incl. 2 muertos
  • 9.319 Trastornos oculares incl. 19 muertes

Reacciones totales  para el ARNm experimental vacuna ARNm-1273 ( CX-024 414) a partir  Moderna:  4,605 muerte s  y 157.802 lesiones al 03/07/2021

  • 2.890 Trastornos de la sangre y del sistema linfático, incl. 35 muertes
  • 4.491 Trastornos cardíacos incl. 503 muertes
  • 66 Trastornos congénitos, familiares y genéticos, incl. 4 muertos
  • 1.972 Trastornos del oído y del laberinto
  • 110 Trastornos endocrinos incl. 1 muerte
  • 2,498 Trastornos oculares incl. 9 muertos
  • 13.626 Trastornos gastrointestinales incl. 161 muertes
  • 42.716 Trastornos generales y alteraciones en el lugar de administración, incl. 1.928 muertes
  • 269 ​​Trastornos hepatobiliares incl. 17 muertes
  • 1.349 Trastornos del sistema inmunológico incl. 5 muertes
  • 4.793 Infecciones e infestaciones incl. 259 muertes
  • 3.378 Lesiones, intoxicaciones y complicaciones de procedimientos, incl. 92 muertes
  • 3.359 Investigaciones incl. 93 muertes
  • 1.616 Trastornos del metabolismo y de la nutrición, incl. 94 muertes
  • 19,416 Trastornos musculoesqueléticos y del tejido conjuntivo incl. 88 muertes
  • 175 Neoplasias benignas, malignas y no especificadas (incluidos quistes y pólipos) incl. 18 muertos
  • 28.239 Trastornos del sistema nervioso, incl. 465 muertes
  • 338 Embarazo, puerperio y afecciones perinatales, incl. 2 muertos
  • 24 Problemas con el producto
  • 3,193 Trastornos psiquiátricos incl. 75 muertes
  • 1.061 Trastornos renales y urinarios incl. 66 muertes
  • 723 Trastornos del aparato reproductor y de las mamas, incl. 2 muerte
  • 7.268 Trastornos respiratorios, torácicos y mediastínicos incl. 438 muertes
  • 8.400 Trastornos de la piel y del tejido subcutáneo, incl. 32 muertes
  • 690 Circunstancias sociales incl. 16 muertos
  • 540 Procedimientos médicos y quirúrgicos incl. 42 muertes
  • 4.602 Trastornos vasculares incl. 160 muertes

En EE.UU.

Los datos publicados hoy muestran que entre el 14 de diciembre de 2020 y el 2 de julio de 2021, se informaron al VAERS un total de 438.441 eventos adversos totales , incluidas 9.048 muertes , un aumento de 2.063 con respecto a la semana anterior. Se informaron 41.015 lesiones graves durante el mismo período, un aumento de 6.950 en comparación con la semana pasada.

En los EE. UU., Se habían administrado 328,9 millones de dosis de la vacuna COVID al 2 de julio. Esto incluye : 134 millones de dosis de la vacuna Moderna , 182 millones de dosis de Pfizer y 13 millones de dosis de la vacuna COVID de Johnson & Johnson (J&J).

De las 9.048 muertes reportadas al 2 de julio, el 22% ocurrió dentro de las 48 horas posteriores a la vacunación, el 15% ocurrió dentro de las 24 horas y el 37% ocurrió en personas que se enfermaron dentro de las 48 horas posteriores a la vacunación.

Los datos de esta semana para jóvenes de 12 a 17 años muestran:

Los datos totales de VAERS de esta semana, desde el 14 de diciembre de 2020 hasta el 2 de julio de 2021, para todos los grupos de edad muestran:

En el Reino Unido

Datos del informe 23 extremadamente preocupante cuando se considera que solo del 1 al 10% de las reacciones adversas se informan debido a la negativa de los médicos y enfermeras a informar sobre reacciones adversas al esquema. , las personas que no saben que pueden notificar las reacciones adversas por sí mismas, la dificultad para notificar la reacción adversa a través del esquema y las personas que ni siquiera saben que existe el esquema; 

Datos de los gobiernos del Reino Unido de la vacuna Pfizer que puede encontrar aquí  , de la vacuna de Oxford que puede encontrar aquí .

En total, ha habido 450 muertes entre las 236.55 reacciones adversas a la vacuna de ARNm de Pfizer notificadas al esquema MHRA Yellow Card al 30 de junio de 2021.

Parece que los juegos de guerra biológicos se han hecho realidad y salen muy bien, pero claro la pandemia ha sido un accidente fortuíto y la culpa no es de nadie.

 

Notas

[1] Moderna, Inc.: DARPA Awards Moderna Therapeutics a Grant for up to $25 Million to Develop Messenger RNA Therapeutics™; 2 de octubre de 2013.

[2] Tribunal Supremo de Estados Unidos: “Association for MolecularPathology Vs. Myriad Genetics, Inc. 569 U.S. 576 (2013)”.

[3] United States Securities And Exchange Commission: Commission File Number: 001-38753; Quarterly Report Pursuant To Section 13 Or 15(D) Of The Securities Exchange Act Of 1934, For the quarterly period ended June 30, 2020; página 70.

[4] Red Voltaire: ¿Y si el Covid-19 se escapó de un laboratorio militar de Estados Unidos?

[5] Maquiavelo, el consejero de la Familia Medici, uno de los linajes de la nobleza negra veneciana del medioevo —que hoy sigue operando a través de sus epicentros en la Ciudad de Londres, Suiza, el Vaticano y Washington DC—, cuenta que dio ese consejo a sus mentores en su obra El Príncipe.

 

Fuentes

mentealternativa

mpr21

cienciaysaludnatural

es.sott.net