Pasteur el impostor

En 1878, Pasteur ordenó a su familia que NUNCA REVELARA EL CONTENIDO DE SUS CUADERNOS DE LABORATORIO PRIVADO. Durante más de un siglo, sus instrucciones fueron honradas.

Los cuadernos permanecieron en manos de su familia y sus descendientes. En 1964, el nieto y último descendiente directo de Pasteur, el Dr. Pasteur Valery-Radot, legó la gran mayoría de la colección familiar a la Biblioteca Nacional. Sin embargo, el acceso a estos documentos permaneció limitado hasta la muerte de este último en 1971.

Durante más de 20 años, Geison se ha dedicado a descifrar la escritura fina y apresurada de Pasteur.

Lo que emerge de él es impactante por decir lo menos. Pasteur destruyó a un rival robándole su propia investigación y presentándola como suya.

Pasteur conocido en la alta sociedad y que frecuentaba Napoleón III, quien le contrató como científico, recibe crédito por el trabajo del otro investigador. Dichos trabajos del otro se centraron en la fermentación (gérmenes y aseptización).

El otro investigador, al final de sus notas, CONCLUYE: LA EXPERIENCIA DE VACUNACIÓN, ACEPTABLE CON ANIMALES, ES SIN EMBARGO PENAL EN EL HOMBRE …

Su asistente, Adrien Loir, sabía todo esto en ese momento. Gritó en escándalo. Fue llamado envidioso y celoso.

Loir sabía que los animales que Pasteur realmente había vacunado estaban todos muertos.

Los que había utilizado para su brillante manifestación (2 de junio de 1881, en Pouilly-le-Fort), frente a la prensa y muchos dignatarios, habían sido vacunados con agua destilada.

La experiencia tenía que probar la declaración hecha anteriormente, es decir: la inoculación de una enfermedad, en pequeñas cantidades, protege contra el ataque de esta misma enfermedad más adelante.

Durante este tiempo, Antoine Béchamp, profesor de Pasteur (químico) en la Sorbona, comienza el experimento (30 años de investigación) en el laboratorio. Su alumno está demasiado ocupado manteniendo su propia leyenda y haciendo sus propias estadísticas sobre las vacunas (las suyas), en la rue d’Ulm. No admitiría a nadie para verificar sus afirmaciones.

Béchamp dirá, al final de su investigación, que la vacunación es la aberración más mortal que existe para la humanidad.

El Dr. Joseph Tissot se hará eco en 1946 al publicar el resultado de más de veinte años de investigación bajo el título: Constitución de organismos animales y vegetales y causas de las enfermedades que los afectan. Entendió que inmunidad es una palabra inventada por la medicina para tratar de explicar la teoría de la vacuna sin fundamento y la de los anticuerpos. La interpretación de los síntomas en relación con los agentes externos conduce a los dogmas pasteurianos en los que se basa la microbiología.

Estos dogmas incluyen: panspermia atmosférica, monomorfismo bacteriano, aspiración de los vivos y transmisión hipotética o contagio de la enfermedad. En esta primera división, en la segunda, el reinado de especialistas se conforma con la especificidad de las enfermedades cuyo tratamiento conduce a la química de las drogas y las cirugías abusivas. Esta especificidad de los pacientes inclina el sistema para estandarizar a los pacientes (¡números!).


Paul Boullier publicó en 1887 un pequeño volumen (La verdad sobre Pasteur) donde lo bautiza sarcásticamente como el ilustre erudito y donde describe las acciones del charlatán. Boullier es veterinario. Asiste impotente a las hecatombes de animales vacunados. No tiene apoyo político. Amenazado, se refugia en silencio.

Paul Combes, presidente de la Unión Científica Internacional, está de acuerdo con Bouiller. Él ha sabido durante mucho tiempo que la sudoración es el único tratamiento racional para la rabia en humanos (un hecho extremadamente raro), como lo ha demostrado en muchas ocasiones el Dr. Buisson, especialista en el tema, quien está sorprendido que una enfermedad tan rara se generalizara de repente.

Afirma que Pasteur creó el miedo a la rabia; rabia inoculada a sí mismo; que sus estadísticas son falsas y que el único resultado positivo obtenido por este pseudo científico fue llenar sus bolsillos.

Enumera las virtudes de Pasteur: coraje (que lo hizo huir a Copenhague frente a la epidemia que él mismo propagó), modestia (que nunca le impidió proclamarse un gran científico), en medio de la academia, y cubrirse con adornos decorativos en el pecho y la espalda; la gentileza, que provoca en él ataques de ira y ataques de apoplejía ante la más mínima oposición que encuentra; y sobre todo la falta de interés que nos muestra amargado con la cura, atiborrándose de subsidios, pensiones, suscripciones.

Este siervo del imperio, se convirtió en oportunista, jesuita y masón, que prostituye la ciencia por dinero, ha inoculado a la población con la enfermedad más terrible que existe: ¡el MIEDO!” escribe Bouiller.

El biólogo Louis-Claude Vincent, contratado por una cadena farmacéutica europea como investigador para demostrar la veracidad de las vacunas y, en consecuencia, su consumo a escala mundial a través de la Organización Mundial de la Salud, atacó el problema de las inoculaciones y llegó a demostrar científicamente la nocividad de todas las vacunas cuya administración cambia el pH de la sangre y los fluidos intersticiales del organismo inoculado a la etapa reductora.

Hizo curvas colocando enfermedades contagiosas y la desviación orgánica hacia la cancerización de los tejidos.

No hace falta decir que este trabajo objetivo ha sido excluido de las publicaciones mundiales de información por temor a desacreditar las vacunas lo suficiente como para provocar una protesta pública.

Los resultados de su trabajo están disponibles en Vie & Action, el movimiento CEREDOR, dirigido por el Dr. André Passebeck, médico, cuya sede está en Vence, en 388 boul. Joseph-Ricord.

No voy a contar la historia de Jenner, o la de Salk, quien, al final de su vida, fue llamado loco porque de repente dudaba de la efectividad de sus vacunas.

El Dr. Chèvrefils escribió: si las personas conocieran la parte inferior de las vacunas, los epidemiólogos serían enterrados mañana por la mañana.

¡Sin embargo, consumen fondos públicos y ocupan oficinas en el edificio del parlamento!

En cuanto a las obras falsificadas de Pasteur. En The Private Science of Louis Pasteur, publicado en 1995, el autor, Gerald Geison (historiador científico de la Universidad de Princeton), declara que una lectura cuidadosa de los cuadernos de laboratorio dejados por Pasteur revela una historia que va completamente contra la leyenda El gran científico habría engañado, a sus colegas y al público en general en más de una ocasión. El trabajo no será traducido. En Francia, todavía no estamos listos para aceptar este ultraje.

Louis Pasteur alcanzó una notoriedad poco común durante su vida, copiando las poderosas técnicas de persuasión eclesiástica (propagando el miedo) pero la laca de su monumento comienza a empañarse (a menudo es criticado por su carácter imposible y su desproporcionada ambición profesional, pero eso no es nada …) porque uno descubre en su viaje científico (amigo de poetas y escritores de su tiempo, lo encontramos con más frecuencia en salones que en el laboratorio …) engaño y fraude.

Cuando una mentira puede crear billones de dólares y es enseñada a cada siguiente generación como un hecho, es un asunto bastante serio; es más, es un acto revolucionario confrontarla. Incluso la peor mentira puede vestirse con un manto de respetabilidad si no ha sido públicamente expuesta por un tiempo considerable. Hubo un tiempo en el que Pasteur no gozó del respeto divino concedido a él hoy, y en vez de eso, se le consideró un fracaso en casi todos sus experimentos, causando muerte e inmensas pérdidas financieras a aquellos que siguieron sus creencias. Actualmente, la teoría de los gérmenes de la enfermedad, incluyendo la vacunación y la intervención farmacéutica, ha sobrevivido para convertirse en la base de la industria de las enfermedades. Es interesante notar que hubiéramos heredado un mundo muy diferente, si aquellos que estaban a favor de Béchamp hubieran podido ofrecer algo rentable al entonces emergente negocio con la enfermedad. En vez de eso ellos decían: “Es la salud de la célula lo que es importante, no los gérmenes”. Hoy, los gérmenes son importantes y la salud de la célula es tan poco importante, que ninguna universidad está dedicada a eso, mientras que se están invirtiendo billones para aprender todo acerca de los gérmenes y en esto tenemos éxito; sin embargo, ni siquiera sabemos cómo describir la salud, excepto como la ausencia de la enfermedad. Un mundo verdaderamente confuso, que se mantiene deliberadamente de esa forma.

 Los gérmenes causan enfermedades

Podríamos haber evitado epidemias modernas de enfermedades innecesarias, como cáncer, diabetes, enfermedades cardíacas, si tan sólo la civilización hubiese seguido a Bechamp en vez de a Pasteur. El trabajo del biólogo francés Antoine Béchamp (1816-1908) demostró que la enfermedad causa gérmenes; Louis Pasteur, contemporáneo de Béchamp (y su ex-alumno), anunció que sus estudios probaron que los gérmenes causan enfermedad. Un hombre ha sido olvidado por la historia; el otro se considera el padre de la medicina moderna. El trabajo de Pasteur, al contrario del realizado por su profesor, encantó a la emergente industria de los fármacos.“Si los gérmenes son atacantes externos que invaden el cuerpo, entonces podemos desarrollar y comercializar un arsenal sin fin de armas con las cuales matarlos. Pero, si el daño o desequilibrio con el cuerpo origina gérmenes, entonces nosotros simplemente debemos restablecer el equilibrio para quitar las condiciones de las cuales se alimentan los gérmenes”. En vez de introducir veneno, necesitaríamos introducir solamente los elementos naturales faltantes. La teoría de los gérmenes de la enfermedad de Pasteur, dio a luz la era farmacológica. Si la medicina hubiera adoptado la teoría de la enfermedad de gérmenes de Béchamp, y el trabajo subsiguiente de los doctores Brewer, Warburg, Pauling y otros, sería de conocimiento común que los síntomas de la enfermedad se previenen o invierten mediante la nutrición a nivel celular. Hoy en día, miles de investigadores y médicos saben que fuimos engañados, pero el resultado final ha sido tan catastrófico que hasta el concepto mismo de verdad ha sido dañado momentáneamente mientras recorremos los siglos XX y XXI. Hombres de aparente rectitud moral, tienen temor de admitir que ninguna cantidad de toxicidad puede sanar, y en vez de eso, siguen un credo que saben es errado. Parece ser que hace un buen tiempo, cometimos el más increíble de los errores y hombres conocedores y sofisticados morirían antes de admitir que han sido tontos y no reconocieron lo obvio. Ahora en el siglo XXI, un público iluminado y unos pocos investigadores valientes se atreven a liderar la exposición de un imperio mafioso, tan corrupto que ni siquiera le importa que todos hayamos descubierto la verdad. Créanos -dice la industria fármaco – alópata – y nosotros limpiaremos nuestro propio actuar… de verdad. Pero el imperio fármaco-alópata ya está en un avanzado estado de daño irreparable, ocasionado por varias generaciones de ignorancia, revestida de arrogancia. No existen señales de un deseo genuino de reforma, y aquellos pocos que tratan de practicar la curación verdadera, son atacados viciosamente por sus propios pares. Hoy en día, es realmente un infierno tratar de practicar la curación real, ya que si usted no utiliza los venenos más tóxicos para aplicarlos donde es imposible que puedan curar, y a cambio usa un método alternativo natural, los otros médicos y la industria de los fármacos lo etiquetan de “charlatán”. 

Pasteur vs Béchamp

¿Será posible que una sociedad aparentemente avanzada pueda estar viviendo en un estado de total engaño, siempre tratando de lograr algo que está condenado al fracaso, simplemente porque no sabemos suficiente acerca de nosotros mismos como para tomar las decisiones correctas? Ciertamente se ve así en el área de la salud.¿Será que aún viviendo en el siglo XXI, la industria moderna de la enfermedad entera descanse sobre una de las mayores mentiras del mundo? Los gérmenes causan enfermedad.


Antoine Béchamp (1816-1908) El biólogo francés demostró precisamente lo contrario: la enfermedad causa gérmenes. Probó que “todas las materias orgánicas naturales (materias que vivieron alguna vez), protegidas absolutamente contra los gérmenes atmosféricos, invariable y espontáneamente se alteran y fermentan, porque ellas necesaria e intrínsecamente, contienen dentro de sí mismas los agentes de su espontánea alteración, digestión, disolución”. Bechamp pudo probar que todas las células del animal y de la planta, contienen estas partículas minúsculas, las cuales continúan viviendo después de la muerte del organismo y a partir de ellas, se desarrollan microorganismos. En su investigación, Bechamp fundó las bases para la comprensión del pleomorfismo (la habilidad de los organismos de cambiar). Siempre que hay alguna cosa en la naturaleza que se está muriendo, comenzando a decaer, algo aparece y se lo come, puesto que sus partículas se convierten en microbios que salen de las células del tejido fino para limpiar cualquier toxina o materia en descomposición que se encuentra en el cuerpo. Para eso están los microbios (gérmenes). Son el resultado, no la causa de la enfermedad.


Las partículas más pequeñas

Mientras que una muestra de sangre, puesta en una placa de vidrio para observación microscópica (platina) envejece en uno o dos días, los pequeños organismos literalmente pueden verse moviéndose mientras salen de las células de la sangre, organismos que cambian a formas más degeneradas y más patológicas mientras avanza el proceso. Cuando el proceso de la descomposición o de la putrefacción termina, cuando no hay nada más que los recién formados “virus”, bacterias y hongos puedan comer, se destruyen, desaparecen, y vuelven a la forma que tenían. Se les puede observar haciendo esto a través del microscopio a x100 o más.

Mientras que los microsomas de las bacterias destruidas también viven, lo que sigue es que estos microsomas son el final vivo de toda la organización celular que a su vez, se convierten en todas las cosas vivas, seres, órganos, todo. Son el fin y el principio de toda la vida física. Todas las células, órganos, todas las formas vivas se construyen a partir de estos pequeños cuerpos.” A. Bechamp

Cuando rompes un elemento en pedazos más y más pequeños, terminas con un átomo de ese elemento. Cuando rompes la materia orgánica, la vida física, en pedazos más y más pequeños, terminas con esta partícula, no importando la forma de materia orgánica viva con la que comenzó. Los resultados del profesor Bechamp fueron enterrados, ignorados y alejados de las generaciones siguientes de estudiantes, que hoy en día ni siquiera saben que Béchamp era el investigador superior que trabajaba con paciencia y orden (probando científicamente lo que las medicinas naturales tradicionales habían explicado de otro modo, sin microscopios ni tecnología), mientras que Pasteur recibía los elogios por un trabajo que fue plagiado, y a menudo alterado.. Esto se descubrió cuando en 1901 sus notas finalmente fueron hechas públicas para que la gente las leyera. Hoy hemos descubierto todo esto, pero una industria construida en base a Pasteur, no va a ceder terreno. En vez de eso, debemos trabajar en dos esferas diferentes. Lo que descubrió Béchamp fue que las células de nuestro cuerpo no son atacadas por gérmenes externos portadores de enfermedades, como sugiere la teoría de Pasteur, sino que nuestras células se deterioran, degeneran y dañan por el estrés de la vida diaria o por toxinas introducidas (físicas o químicas) y se degeneran hasta un punto en que se debilitan, envenenan o enferman. Bajo esta condición, aumenta su acidez, lo que destruye su propio tejido degenerativo, mediante el uso de lo que él llamó microsomas, siempre presentes en la célula. Básicamente, Béchamp descubrió que la célula se autodestruye si se contamina o degenera. Pasteur dijo que los gérmenes externos entran al cuerpo y destruyen las células. La teoría de Béchamp dice que si mantenemos la célula sana y fuerte, ésta se desempeñará bien, pero si no, esto permitirá que los pequeños microsomas, que reaccionan a las condiciones pobres de acidez de la célula, la fermenten o se la coman. La teoría de Pasteur dice que sin importar si la célula es saludable o no, los gérmenes externos ingresan y causan la muerte o la contaminación de ésta. Esto fue aceptado inmediatamente como explicación para todas las enfermedades, y así crecieron las industrias gigantescas que conocemos hoy como drogas, medicamentos y vacunas. Junto con ellas, evolucionó la teoría de deshacerse de los síntomas, cortándolos, quemándolos con radiación o calor, y envenenándolos con sustancias tóxicas. Hoy esos métodos parecen haber alcanzado el máximo de lo que pueden ser aplicados y todavía siguen apareciendo las enfermedades que se supone nos traen los gérmenes, como si no se les estuviera tratando en lo absoluto. Esto ha originado mucha investigación en nuestros tiempos debido a que se hace cada vez más obvio que utilizamos teorías erradas en la medicina actual. El descubrimiento más importante que la ciencia (hoy en día) ha hecho, es que las toxinas no curan. Parece ser que mientras más envenenamos nuestras células con curas químicas y contaminantes, más nos enfermamos. Muchos investigadores han vuelto a los descubrimientos de Béchamp y después de leer sus informes, descubrimos que conocíamos la solución, pero ésta había sido ocultada muy astutamente para que la industria de la enfermedad pudiera florecer, basada en la destrucción de los microbios sospechosos de causar enfermedad. Sin embargo, las células no pueden resistir la enfermedad si se permite que se debiliten o envenenen. El método actual de tratar la enfermedad, es ignorar las necesidades biológicas o nutritivas de las células y al mismo tiempo, atacarlas con sustancias tóxicas, con la esperanza de que los gérmenes mueran y la célula viva. Una célula con deficiencia de nutrientes es envenenada al mismo tiempo. Este es un procedimiento estándar. El profesor Pierre Jacques Antoine Béchamp era médico, profesor de química y farmacia, y uno de los investigadores líderes del siglo XIX, el mismo período de Pasteur. Béchamp condujo experimentos que encontraron que la bacteria crece dentro del cuerpo como formas evolucionarías de granulación pequeñísimas que viven dentro de las células de todas las formas vivientes. Llamó a éstas microsomas y creyó que podían encontrarse en todo tejido vivo sano. Estos microsomas son fisiológica y químicamente activos, y son los constructores de nuestras células, además de ser agentes de descomposición después de la muerte de una célula en nuestros tejidos u órganos. Béchamp descubrió que los microsomas se desarrollaban a bacterias, cuando los tejidos del cuerpo estaban envenenados, dañados o imposibilitados de funcionar. De su investigación se desprende su declaración de que la bacteria es un producto de la enfermedad, no su causa. La gente se enferma porque sus células están comprometidas, lo que las desequilibra y las hace susceptibles al crecimiento de la bacteria desde dentro, en lugar de ser invadidas desde el exterior, de acuerdo a lo que expresó Pasteur. Su filosofía se basó en la prevención de una invasión de bacterias desde el exterior del organismo, mientras que Bechamp se basaba en la prevención del crecimiento de las bacterias desde dentro del organismo. Con el tiempo, hemos descubierto quién tenía la razón, pero una industria construida únicamente sobre sustancias tóxicas, que requiere una fortuna para permanecer viable, no va a cambiar o sacar sus garras de la billetera más grande del mundo. El método de Béchamp nos habría permitido desarrollar la salud de la célula. Pasteur nos ha permitido desarrollar todo tipo de toxinas para atacar los gérmenes invasores. Las células sanas no necesitan ser protegidas por las toxinas. Las toxinas ocasionan que las células sanas se enfermen, y como descubrió Bechamp, ellas se autodestruyen cuando ya no pueden funcionar.

Si volviese a vivir, dedicaría mi vida a probar que los gérmenes buscan su hábitat natural, tejido enfermo, en vez de ser la causa de la enfermedad del tejido; al igual que los zancudos buscan el agua estancada, pero no son los causantes de los charcos estancados.” Rudolph Virchaw, padre de la patología.

Incluso los grandes científicos de nuestro tiempo pudieron, en algún minuto de sus carreras, admitir que la medicina moderna ha sido llevada de paseo. Pasteur, admitió al morir que: “Los gérmenes no son nada y el tejido en el que crecen , lo es todo”. Las mentiras son un equipaje pesado cuando nos enfrentamos a la muerte, y el dinero ya no es más una motivación. Tampoco es un consuelo cuando se hace una sumatoria del sentido de nuestras vidas.

 ¿Cuáles son las diferencias básicas entre Pasteur y Béchamp?

Teoría de los Gérmenes – Pasteur (tal cual se le enseña a los estudiantes modernos)


La enfermedad surge de microorganismos fuera del cuerpo. Por lo general, debemos resguardarnos de los microorganismos. La función de los microorganismos es constante. Las formas y colores de los microorganismos son constantes. Cada enfermedad se asocia a un microorganismo en particular. Los microorganismos son los agentes causantes primarios. La enfermedad puede atacar a cualquiera. Para prevenir la enfermedad debemos matar a los microorganismos


Teoría celular – Béchamp (como se le enseñó a Pasteur y a otros durante esta era)


Las enfermedades surgen a partir de microorganismos dentro de las células del cuerpo. Estos microorganismos intracelulares normalmente funcionan para construir y ayudar en los procesos metabólicos del cuerpo. La función de estos organismos cambia para ayudar en los procesos catabólicos (desintegración) del organismo anfitrión cuando éste muere o es dañado, que puede ser tanto químico como mecánico. Los microorganismos cambian sus colores y formas para reflejar al medio. Cada enfermedad se asocia con una condición particular. Los microorganismos llegan a ser ‘patógenos’ mientras que la salud del organismo del anfitrión se deteriora. Por lo tanto, la condición del organismo anfitrión es el agente primario. La enfermedad se construye a partir de condiciones no saludables dentro de la célula. Para prevenir la enfermedad debemos crear salud 

LAS MICROZIMAS DE BECHAMP

Bechamp fue el primero en demostrar que los mohos que acompañan la fermentación eran, o contenían, organismos vivos.
Esto estaba en su mente en 1858, seis años antes de que Pasteur llegara a las mismas conclusiones.
Siendo el primero en comprender que estos fermentos eran organismos vivos, fue también el primero en intentar determinar su verdadera naturaleza, funciones y sus orígenes. Al poner algunos bajo el microscopio, notó una gran diversidad en la apariencia de los mohos y pronto estuvo envuelto en el estudio de la vida celular.
En sus primeros experimentos, Bechamp había usado varias sales, incluso carbonato de potasio, en presencia de la cual la inversión del azúcar no tuvo lugar. Pero cuando repitió este experimento usando carbonato del calcio (la tiza común), en lugar del carbonato de potasio, vio que esa inversión del azúcar se daba, aunque se agregara creosota.
Esta observación era tan inesperada que él la omitió de su memoria más temprana para verificarla antes de la publicación del hecho.
En los experimentos cuidadosamente controlados encontró que cuando el carbonato del calcio químicamente puro, CaCO3, se agregaba a sus soluciones de azúcar, no se daba la inversión, pero cuando si se usaba tiza ordinaria, la inversión siempre ocurría.
Al calentar la tiza común a 300 grados, encontró que perdía sus poderes de fermentación, y al examinar al microscopio la tiza común sin calentar, vio que contenía unos “pequeños cuerpos ” similares a los encontrados en antes, y no existía en el CaCO3 químicamente puro , ni en la tiza sometida al calor.
Éstos “pequeños cuerpos” tenían el poder de moverse y eran más pequeños que cualquier microfito visto en fermentación, eran los fermentos más poderosos que había encontrado previamente. Su poder de movimiento y fermentación le hizo considerarlos organismos vivientes.
En diciembre de 1864, avisó a Dumas de su descubrimiento de organismos vivos en la tiza, y después, el 26 de septiembre de 1865, escribió una carta que Dumas había publicado. Él declaró: “La tiza y leches contienen seres vivos ya desarrollados que se demuestran por el hecho que la creosota, empleada en una dosis no coagulante, no impide que la leche se vuelva kumis, ni la tiza, sin ayuda ajena, convierta el azúcar y el
almidón en alcohol y luego en ácido acético, tartárico ácido butírico”

Bechamp encontró que las tizas parecían estar formadas principalmente de restos minerales o fósiles de un “mundo microscópico” y contenían organismos de tamaño infinitesimal que él creía estar vivo.
También creyó que ellos podrían ser muy antiguos, y rastreó el bloque de caliza que había usado y vio que provenía del Periodo Terciario. Encontró que ese corte de piedra sin exponerse al aire, tenía “maravillosos poderes fermentativos” que él remontó a los mismos “pequeños cuerpos” que había encontrado en la fermentación en sus experimentos más tempranos. Concluyó que ellos debían haber vivido en la piedra por muchos miles de años.
En 1866 envió a la Academia de Ciencia una memoria titulada “El papel de la tiza en la fermentaciones butírica y láctica y el organismo vivo contenido en él”
En este estudio, él denominó a esos pequeños cuerpos “microzimas”, derivado del griego “pequeños fermentos”. También estudió las relaciones de las microzimas de la tiza con las granulaciones moleculares de las células animales y vegetales, con muchos más exámenes geológicos, y escribió un estudio titulado “Sobre las Microzimas Geológicas de
Varios Orígenes.”
Demostró que las granulaciones moleculares encontradas en las levaduras y en las células animales y vegetales tenían individualidad y vida y también el poder de causar fermentación, por eso también las llamó microzimas.
Él encontró sus microzimas geológicas “morfológicamente idénticas” con las microzimas de los seres vivos.
En innumerables experimentos de laboratorio, ayudado ahora por el Profesor A. Estor, otro científico muy capaz, encontró microzimas, en toda materia orgánica, por todas partes en los tejidos sanos y enfermos, dónde los encontró asociados con varios tipos de bacterias.
Después de este cuidadoso estudio ellos decidieron que las microzimas eran las unidades primarias de la vida en lugar de la célula, y eran de hecho los constructores de los tejidos celulares. También concluyeron que las bacterias son una forma evolutiva de las microzimas que ocurre cuando los tejidos enfermos deben reciclarse en sus elementos
constitutivos.
En otros términos, él creyó que todos los organismos vivientes, desde una ameba a la humanidad, eran asociaciones de estas diminutas entidades vivientes, y su presencia era necesaria para desarrollar la vida celular y para reparar las células.
¡Ellos demostraron que las bacterias, pueden desarrollarse de las microzimas atravesando ciertas fases intermedias que ellos describieron, y qué otros investigadores han considerado especies diferentes! Los gérmenes del aire, eran meramente microzimas, o bacterias libres de su anterior hábitat destruido, y concluyeron que los “pequeños cuerpos” en la caliza y las tizas eran los sobrevivientes de seres vivos de edades muy antiguas.
Concluyó tras varios experimentos que las microzimas eran los restos vivientes de plantas y animales que en reciente o distante pasado, habían sido los elementos celulares constructivos, y que eran de hecho los elementos anatómicos primarios de todo ser vivientes.
¡Él demostró que en la muerte de un órgano sus células desaparecen, pero las microzimas permanecen, imperecederas! Cuando los geólogos estimaron que las rocas y las vetas de tiza de los que Bechamp tomó sus “microzimas geológicas” tenían 11 millones de años, estaba claro estas microzimas podrían vivir en un estado inactivo
durante etapas prácticamente ilimitadas de tiempo.
Cuando encontró de nuevo bacterias en los restos del segundo experimento, trabajando en el primero, concluyó que había demostrado, debido al cuidado tomado para excluir organismos aerotransportados que las bacterias se desarrollan de las microzimas, y son de hecho una forma recicladora de las microzimas, que se desarrolla cuando la muerte, el deterioro o la enfermedad necesita reparar o reciclar una cantidad extraordinaria de vida celular.
Bechamp escribió en 1869:
“En la fiebre tifoidea, la gangrena y el ántrax, se han encontrado bacterias en los tejidos y la sangre, y estábamos considerándolos como simple parasitismo. Es evidente que la afección no ha tenido como su origen la introducción de gérmenes extraños en el organismo, solo se trata de una alteración de la función de microzimas, indicada por el
cambio que ha tenido lugar en su forma”.
Esta consideración coincide con la moderna visión de que todos los gérmenes encontrados en la naturaleza, excepto aquellos en el cuerpo que todavía son considerados como los causantes de las condiciones en que se encuentran, en lugar de ser el resultado de estas condiciones.
No es de hecho ninguna exageración decir que la existencia del hombre depende de la actividad de bacterias; de hecho sin las bacterias no podría haber ninguna cosa viviente, en el mundo; cada animal y planta debe su existencia a su vez a la fertilidad de la tierra y esta depende de la actividad de los micro-organismos que habitan la tierra en números casi inconcebibles.
Las bacterias encontradas en el hombre y animales no causan la enfermedad. Ellos tienen la misma función que las encontradas en la tierra, o en el alcantarillado, o en otra parte en la naturaleza; ellos están allí parar reconstruir el tejido muerto o los tejidos enfermos, para reciclar los desperdicios, y se sabe bien que ellos no quieren o no pueden
atacar los tejidos saludables. Ellos son parte importante y necesaria de la vida humana como aquellos encontrados en otra parte en la naturaleza, y está en la realidad así como indemne si nosotros vivimos correctamente, como Bechamp tan claramente mostró.
¿Por què tantos investigadores que están frente a un microscopio no han encontrado esto?
La enseñanza mèdica oficial condiciona en gran medida para ver solo lo que se conoce, lo demás es desechado. De esta manera cada persona crea un filtro para recoger solo lo que se amolde a sus ideas preconcebidas y los fenómenos se interpretan bajo la óptica de lo conocido. Por eso diariamente se niegan evidencias que no encajan con nuestra forma de ver el mundo.

Nota de Terraindomita:

Recientemente el biólogo Stefan Lanka ha concluido que la importancia de la vida reside no tanto en las células, como afirmaba Bechamp, sino más en los tejidos y membranas. Esta matización refuta parcialmente los descubrimientos de Bechamp, redimensionándolos, y nos adentran en un fascinante campo de investigación que ayuda a no sostener categóricamente nada – menos aun si sigue el absolutista y arrogante método científico -, siguen sepultando la inválida teoría de Pasteur y siguen reforzando las visiones de las medicinas tradicionales (Ayurvédica, Medicina Tradicional China,…) que sostenían el equilibrio del cuerpo y la importancia de la actividad energética sobre el papel de las “agresiones” exteriores y la importancia única de la actividad química del cuerpo. Metodologías occidentales para cuestionar la propia ciencia cartesiana que refrendan lo dicho hace miles de años por los antiguos, sabidurías ancestrales que poco a poco fueron recortadas y deformadas por religiones institucionalizadas, estados, imperios y posteriormente por la civilización tecno-industrial. Afortunadamente las mentiras y manipulaciones del poder no se sostienen para siempre y poco a poco, cada vez más gente las cuestiona e investiga por su cuenta. No obstante la mayoría de la población se sigue comportando cual rebaño. ¿Hasta cuándo?

Loulou Bedard

Francois Leduc

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