Tres armas de la plandemia: “virus” artificiales, 5G y vacunas

Se conoce una nueva sustancia, altamente tóxica, contenida en las vacunas covid-19. Se ha probado que algunos denominados “virus” pueden ser activados mediante ondas electromagnéticas y, para rematar, se está desplegando la red 5G que, además de tener efectos nocivos para la salud, coincide en un alto porcentaje con los lugares del mundo donde las cifras de covid-19 son más altas. Parece que “virus” artificiales, rede 5G y vacunas son tres armas de la plandemia para enfermar a la población y justificar las medidas (restricciones, chips y una nueva agenda global) de control social que anuncian un nuevo (y aun peor que el viejo) orden mundial.

Existen evidencias, aceptadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), de que los campos magnéticos afectan al cuerpo humano.

“La ciencia siempre estuvo muy interesada en dilucidar por qué en ciertas condiciones los virus se activan y en otras no. Y hace unos 30 años estableció un impacto de esa frecuencia que hoy conocemos como 5G en la actividad del virus del herpes, que afecta al 67% de la población adulta del mundo”, reveló el fundador de la Zero Emissions Research and Initiatives (ZERI), Gunter Pauli.

Cuando el 31 de diciembre de 2019 se informó de una epidemia de casos de neumonía, de origen desconocido, en la ciudad de Wuhan, en China, poco se sabía sobre esa nueva cepa de coronavirus. Sin embargo en mayo la OMS determinó el origen animal del virus, algo que rechazaron diversos científicos -tildados en seguida de “conspiranoicos”, algo que era de esperar- como el controvertido virólogo francés Luc Montagnier, ganador del Premio Nobel por su trabajo sobre el SIDA, quien aseguró que el SARS-Cov-2 surgió cuando se insertaron genes del VIH-1 en un coronavirus de murciélago. En declaraciones a CNews France el investigador deslizó la sospecha de que la reciente instalación de 10.000 nuevas antenas 5G en distintos países podría haber contribuido “despertar” al Covid-19.

Pauli recogió el guante. Desde hace años, asesorado por un grupo de científicos, estudia la crisis ecológica que sufre el planeta ligada a la sobreexplotación, a la industria y a las nuevas tecnologías que dañan el medio ambiente, muchas veces de manera silenciosa. Es el caso de los campos magnéticos, creados por los pequeños electrodomésticos y en mayor medida por las antenas utilizadas para las telecomunicaciones.

Cuando la epidemia de Covid-19 superó las fronteras geográficas, el economista e investigador belga escribió un tuit en el que preguntaba si había disposición para buscar correlaciones, a través del método científico, e identificar así las causas y efectos de la pandemia. Tuvo cientos de miles de respuestas que dieron origen al libro “Las 100 preguntas de Gunter Pauli”.

Allí cita investigaciones científicas que describen los efectos negativos de los campos magnéticos creados por el hombre: desde estrés oxidante hasta genotoxicidad (este tipo de ondas daña la información genética de las células, que podrían causar mutaciones y, a su vez, derivar en cáncer). Para él es clave preguntarse cuál es el impacto potencial de este tipo de ondas en bacterias y virus.

“El 1997, un estudio de virólogos del Instituto Nacional Italiano de Investigación hizo una serie de ensayos con ondas de radio electromagnéticas y advirtieron que cuando el ser humano estaba expuesto a una intensidad de frecuencias de este tipo (50Hz) había un aumento de brotes de herpes. Lo sorprendente es que entonces no se hablaba de Internet ni de teléfonos móviles pero la onda de radio que aplicaron aquellos científicos es la misma que hoy se utiliza para el 5G”, explicó Pauli.

Además, señaló que una investigación anterior había demostrado que el campo electromagnético continuo de 60Hz había resultado en un aumento de los niveles de actividad viral.

“Cuando hablo de esto me dicen estoy loco. Pero toda frecuencia tiene un impacto. Obviamente, no tengo pruebas y establecer una correlación directa entre el impacto del 5G y el surgimiento del Covid-19 requiere comprobación científica. Pero no hay interés en investigarlo”, lamentó Pauli.

Si de hacer correlaciones se trata, vale aclarar que casualmente en los países donde existen mayores concentraciones de antenas destinadas a las comunicaciones de quinta generación el coronavirus hizo estragos.

China encabeza desde 2018 la carrera por el 5G: tiene una cobertura inicial de 50.000 estaciones en 50 ciudades y la primera que contó con esa tecnología fue… Wuhan. En tanto, Estados Unidos tiene la red nacional de 5G más extensa, con cobertura en más de 5.000 ciudades.

También se hicieron instalaciones en otros 17 países. Por citar solo algunos: España cuenta desde 2018 con 30 antenas en Madrid, Barcelona, Sevilla, Málaga, Bilbao y Valencia (y ahora también Valladolid); el Reino Unido posee cobertura en 78 poblaciones; Alemania en 50 ciudades e Italia en 33. Roma, Milán, Turín y Bolonia fueron las pioneras en junio de 2019 y este año el país europeo espera alcanzar las 100 ciudades.

“En las grandes metrópolis, como Nueva York, Berlín, París y Londres, en un kilómetro cuadrado hay un millón de conexiones inalámbricas. Estamos de acuerdo en que es un lujo, pero esa densidad de radioondas activadas exige la instalación de una gran cantidad de antenas. Y la aceptación por parte de los ciudadanos de un baño de electromagnetismo permanente, día y noche”, destacó Pauli.

En “Las 100 preguntas…” el investigador indica que la mayoría de las personas están expuestas a campos electromagnéticos y que la hipersensibilidad magnética (EHS) provoca reacciones de la pupila, cambios en el ritmo cardíaco, daño a eritrocitos (contienen una proteína llamada hemoglobina, que transporta oxígeno desde los pulmones a todas las partes del cuerpo) y una alteración en el metabolismo de la glucosa en el cerebro, comprobaciones que “llevaron a recomendar que se incluya la EHS en la Clasificación Internacional de Enfermedades”.

“La frecuencia y la intensidad de la exposición a los campos magnéticos aumentó y se está acelerando con los rápidos avances en la ciencia y la tecnología, en especial con la proliferación del Internet de las Cosas. Por eso me pregunto cómo es posible que la industria de telecomunicaciones móviles no haya hecho investigaciones ni descartado, con amplios estudios científicos, el efecto negativo de las radioondas electromagnéticas”, dijo.

Todo parece indicar que la respuesta está en los millones desembolsados en torno a la licitación de frecuencias e instalación de antenas 5G en todo el mundo. Las grandes inversiones se imponen a las investigaciones. Las previsiones sobre los beneficios económicos del 5G son enormes, de acuerdo a un estudio publicado por la Comisión Europea (Identificación y cuantificación de datos socioeconómicos clave para apoyar la planificación estratégica para la introducción de 5G en Europa). Indica que el despliegue de esta tecnología, solo en los sectores de salud, transporte y suministros podría alcanzar los 62.500 millones de euros. Un volumen que se elevaría a 113.00 millones al sumar los impactos indirectos, según las estimaciones.

“Está claro que el nuevo petróleo es la captación de datos, por eso proliferan las antenas 5G. Pero es necesario preguntarse una y otra vez qué significa esto para nuestra salud y bienestar”, concluyó Pauli.

Esto nos lleva a la siguiente casilla del deterioro de nuestra salud y de nuestro sometimiento: la vacuna. Los poderosos te fabrican la enfermedad (o más bien el síndrome) a través de un virus (o quizás una proteína de espiga artificial llamada Magneto), inoculado presumiblemente a través de las vacunas convencionales contra la gripe, la activan gracias a los campos electromagnéticos y te rematan con un medicamento experimental para “protegerte” (o quizás terminar el trabajo). Se siguen conociendo las “beneficiosas” sustancias que llevan las “seguras” vacunas. A la proteína magneto, el grafeno y los metales pesados y a la más que probable modificación del ADN le sigue una nueva sustancia descubierta en la vacuna de Moderna.

El Departamento de Salud Pública de Connecticut ha publicado la lista de ingredientes para la “Vacuna” COVID Moderna y esa hoja de datos confirma que contiene la sustancia química “SM-102”.

La hoja de datos de seguridad de materiales SM-102 describe este producto químico como “no apto para uso humano o veterinario” Según el fabricante, Cayman Chemical Company en su presentación ante la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA), este químico causa “Toxicidad aguda” fatal en contacto con la piel “.

En esa misma presentación de OSHA, el fabricante declara SM-102 “Provoca daños al sistema nervioso central, los riñones, el hígado y el sistema respiratorio a través de exposiciones prolongadas o repetidas”. Esto parece ser lo que inyectan en su brazo cuando recibe la “vacuna”. ¡Está Vd. siendo envenenado!

¿Quizás es por eso que tantas personas están teniendo “reacciones adversas” a la llamada “vacuna”?

Sin embargo, departamentos de salud, medios de comunicación, políticos y celebridades no se cansan de insistir en que esta vacuna es “segura”. Eso constituye, sencillamente, publicidad engañosa.

¿Y qué hay de los gigantes de las redes sociales (con mucho dinero) como Facebook, Twitter, Reddit, Google / Youtube? No solo promueven información falsa, sino que también bloquean activa y agresivamente la información veraz sobre las reacciones adversas que están teniendo lugar, y censuran o cierran las cuentas que intentan hacer llegar los hechos al público. Son cómplices de crímenes contra la humanidad.

La publicación de información completa del Departamento de salud de Connecticut, que enumera los ingredientes, se puede descargar directamente del sitio web del gobierno del estado de Connecticut aquí.

La hoja de datos de seguridad de materiales completa sobre el químico “SM-102” se puede descargar del sitio web de Cayman Chemical Company aquí.

Ahora que esta información está disponible, es posible que usted desee reconsiderar cuidadosamente si desea o no que alguien le inyecte esto. Claro que para que se lo inyecte ya están las amenazas de despidos, apoyados por el WEF, para los no vacunados, y la atemorización por parte de los científicos y de los medios de comunicación, aplicando doctrinas del shock, infodemias y falsedades.

Cualquier abogado puede decirle que a las compañías de vacunas se les otorgó inmunidad como condición para lanzar su vacuna experimental. Pero la Corte Suprema de los Estados Unidos ha sostenido en el pasado que “el fraude vicia todo” y si estas compañías de vacunas le dijeron al gobierno que su vacuna era “segura” cuando su propia lista de ingredientes dice lo contrario, entonces puede ser que esas empresas hayan cometido fraude … y el fraude vicia todo. Por lo tanto, tal vez un tribunal dictamine que esas compañías de vacunas NO tienen inmunidad. Eso sí, no se ilusione porque todos sabemos cómo funciona la justicia, para qué sirve y en manos de quién está

Las empresas farmacéuticas están obligadas a poner un inserto en sus productos que enumere los ingredientes y todos los efectos secundarios conocidos. Pero esos insertos en caja con las “vacunas” … ¡están en blanco!

Pero no se preocupen, todo esto es pura casualidad, la realidad es que un murciélago le pasó un virus a un pangolino que fue comido por un animal indeterminado que acabó en un mercado de mariscos y de ahí se extendió por todo el mundo. Vacúnense, las vacunas son seguras y pónganse las mascarillas (de hello kitty si así se sienten más diferentes) de tela que les protegerá de un virus mortal que ha aniquilado al 0,04% de la humanidad (el 80% ancianos vacunados con patologías previas).

Fuentes:

https://www.thetruthseeker.co.uk/ (traducción: Astillas de Realidad)

Maria Zacco – https://www.telam.com.ar/