Bill Gates y el Ministerio Mundial de la Verdad

Con la excusa de fortalecer el periodismo y proteger los cimientos de nuestras sociedades democráticas Microsoft, Adobe, la BBC y otras grandes empresas como Arm, Intel y Truepic se han asociado para crear la Coalición para la procedencia y autenticidad de contenidos (C2PA por sus siglas en inglés de Coalition for Content Provenance and Authenticity) que reúne otras iniciativas similares anteriores – Joint Develoment Foundation, Content Authenticity Iniciative y Project Origin – cuyo objetivo real, más allá del lenguaje eufemístico habitual en estos casos, no es otro que imponer el discurso oficial sobre los contenidos periodísticos y censurar o desacreditar cualquier visión crítica o alternativa. Una iniciativa totalitaria similar a la del Ministerio de la Verdad descrito en 1984, la famosa obra de George Orwell.

En la inquietante y visionaria novela 1984 de George Orwell el gobierno totalitario se ejercía a través de cuatro ministerios: de la Paz, del Amor, de la Abundancia y de la Verdad. Puesto que un elemento clave de la novela es lo que se denomina “doblepensar” esos ministerios designan en realidad lo contrario de lo que parecen decir. Así, el Ministerio de la Paz está dedicado a hacer la guerra permanente, el del Amor se encarga de asegurar los sentimientos de lealtad y amor de los ciudadanos mediante el terror, el de la Abundancia mantiene un estado permanente de pobreza y miseria y el de la Verdad se encarga de reescribir la historia y establecer el relato oficial del Gran Hermano (Big Brother) utilizando, entre otros recursos, a los medios de comunicación. Solo que en el mundo real presente no es el Big Brother quien te vigila y controla sino el Big Tech, es decir, el grupo que reúne a las principales empresas dedicadas a la tecnología de la información: Amazon, Apple, Facebook, Google y Microsoft… aunque algunos expertos incluyen a Netflix, Paypal y Samsung.

Hablamos de gigantes tecnológicos -popularmente conocidos como GAFAM o FAANG por las iniciales de las empresas mencionadas – cuya capitalización de mercado ha llegado en varias ocasiones a los dos billones de dólares y que a esos enormes capitales suman la tecnología más avanzada y presencia en todo el planeta pero sobre todo -en palabras de Jordi Gual, presidente de CaixaBank – “el principal activo de las big tech son los datos y su capacidad para extraer valor de ellos” .

Y es que ya no cabe la menor duda de que el futuro de la humanidad se está dirimiendo en nuestras mentes y es una guerra por la información, por el discurso o por el control de la verdad. Y si de algo podemos estar seguros es de que los Amos del Mundo lo saben muy bien y no cesan de ampliar y perfeccionar su arsenal para esa batalla decisiva.

UN PASO MÁS HACIA EL CONTROL INFORMATIVO TOTAL

Las élites económicas y políticas ejercen el control a través de una serie de herramientas entre las que destacan, en el caso concreto de la falsa pandemia, el engranaje sanitario (con la Fundación Bill y Melinda Gates a la cabeza) y el engranaje mediático (controlado principalmente por la Open Society de George Soros) con tentáculos en todos los rincones del planeta y ejerciendo dos funciones claves: la construcción y difusión mayoritaria del relato oficial y la censura o descalificación de los posibles relatos alternativos o críticos.

Asimismo [están implicadas] las grandes empresas de comunicación electrónica en la censura de información crítica a través de sus redes sociales: Google, Apple, Facebook y YouTube principalmente.

La presente iniciativa de Bill Gates es pues un paso más en la escalada del espionaje contra la información honesta e independiente solo que -asumiendo ya sin disimulo el más puro estilo Orwell- la iniciativa se plantea utilizando uno de los elementos más emblemáticos de 1984: la “neolengua”. Es uno de los pilares fundamentales del totalitarismo orwelliano y consiste en una simplificación del idioma eliminando conceptos o ideas que puedan poner en peligro la ideología dominante y uno de cuyos elementos importantes es el ya mencionado “doblepensar” que consiste en aceptar como verdadero lo que se sabe que es falso o en negar una realidad objetiva sabiendo que esa realidad existe.

Así, desde su misma denominación, la iniciativa de Gates utiliza la palabra clave “autenticidad” para referirse a los contenidos que van a impulsar e imponer a sabiendas de que son un puñado de falsedades.

Aunque de hecho todo el discurso y los textos de presentación de la Coalición repiten una y otra vez expresiones como “restablecer la confianza en el contenido digital a través de métodos que autentifican las fuentes” (que en neolengua significa descalificar toda fuente no oficial),“combatir la desinformación de los consumidores” (que en neolengua significa combatir la información verdadera),“contenido certificado” (validar como auténtica solo la información oficial), “empoderamiento de los consumidores para evaluar si lo que están viendo es confiable” (en neolengua controlar a las personas para saber si solo reciben las versiones oficiales o se interesan por otras), “detectar y frustrar contenido manipulado” (es decir, impedir que se difunda todo lo que discrepe de las verdades oficiales). Eso es lo que realmente se pretende aunque Eric Horvitz, responsable científico de Microsoft, lo presente así: “Hemos sido capaces de dar vida a soluciones prometedoras dirigidas a fortalecer el periodismo y proteger los cimientos de nuestras sociedades democráticas”, perfecto ejemplo de neolengua para decir que han encontrado cómo controlar toda la información, e imponer su voluntad a la sociedad […].

EL MINISTERIO MUNDIAL DE LA VERDAD DEL BIG TECH

La Coalición para la procedencia y autenticidad de contenidos o C2PA es una agrupación que según manifestó Microsoft el pasado 22 de febrero tiene como miembros fundadores a Adobe, Arm, BBC, Intel, Microsoft y Truepic. La iniciativa reúne en una sola entidad proyectos anteriores como el Proyecto Origen de Microsoft y la BBC y la Iniciativa de Autenticidad de Contenidos liderada por Adobe.

Según la nota de prensa de Microsoft “el estándar abierto C2PA brindará a las plataformas un método para preservar y leer contenido digital basado en la procedencia” y añade que “dado que cualquier plataforma en línea puede adoptar un estándar abierto es fundamental para aumentar la confianza en Internet (…) la colaboración con fabricantes de chips, organizaciones de noticias y empresas de software y plataformas es fundamental para facilitar un estándar de procedencia integral e impulsar una amplia adopción en todo el ecosistema de contenido”. No se preocupe el lector si no ha entendido nada porque esa es precisamente la idea ya que estamos ante una declaración enteramente redactada en neolengua que pasamos a traducirle a román paladino: esa iniciativa utilizará sofisticadas herramientas digitales para que las empresas del Big Tech – Google, Amazon, Facebook, Twiter yApple – puedan saber de dónde procede la información; si se trata de un medio amigo -como la BBC o el New York Times– o si proviene de un medio alternativo en cuyo caso la información será catalogada inmediatamente de «bulo» o noticia falsa (fake news).

Así lo explica Elena Berberana en el diario digital Descifrado: “Los algoritmos trabajarán para desechar de Internet esa noticia calificándola como «engañosa». Es el punto más controvertido ya que cualquier medio que contraste un reportaje del New York Times y ofrezca otra versión que contradiga sus fuentes puede arriesgarse al destierro digital impuesto por la gran Coalición de Microsoft y sus socios”. Y añade: “El multimillonario ofrecerá a las Big Tech un software que permita seguir la pista de la información que su coalición cree «engañosa», ya sea un artículo en un blog, un vídeo en una plataforma, un párrafo en una red social o un meme. En cualquier caso, se identificará tanto al autor como a los que han consumido esa noticia falsa”.

La propia Directora General de YouTube, Susan Wojcicki declaró en una entrevista a la CNN que la plataforma prohibirá los videos que contradigan la guía de la OMS sobre la pandemia o que compartan lo que ella califica de “remedios falsos o no comprobados para erradicar el coronavirus”.

VIGILANCIA Y CENSURA EN ESPAÑA

Y el Ministerio Mundial de la Verdad covidiano – al igual que el orwelliano- no cesa de extender sus tentáculos asociándose a iniciativas similares que persiguen objetivos comunes: la imposición de las verdades oficiales y la supresión de toda disidencia. En España han surgido dos nuevas iniciativas en esa línea de “verdad/censura” relacionadas con la falsa pandemia cuyo relato viene sufriendo un proceso creciente de cuestionamiento crítico por parte de colectivos cada vez más numerosos y con mayor capacidad de influencia.

Por una parte, la Asociación Española de Vacunología, el Consejo General de Colegios Farmacéuticos, la Sociedad Española de Pediatría de Atención Primaria, la Asociación de Enfermería Comunitaria, la Asociación Nacional de Enfermería y Vacunas, la Escuela de Pacientes de Andalucía, el Instituto Balmis de Vacunas y el Instituto SaludsinBulos han puesto en marcha la denominada Alianza contra los Bulos en Vacunas considerando que “una de las principales amenazas contra la vacunación es la desinformación que circula en redes sociales”.

Caben pocas dudas de que quién está detrás de las entidades que conforman SaludSinBulos es la industria farmacéutica”. Asimismo, tras las declaraciones políticamente correctas de sus responsables se ocultaban realmente “las intenciones inquisitoriales de colectivos preocupados por la cada vez mayor cantidad de información crítica con el modelo médico dominante que defienden y en el que medran”.

Y casi simultáneamente ha surgido la llamada Alianza contra la desinformación, fruto de un acuerdo alcanzado por Google News Lab con la Asociación de Revistas de Información (ARI) y el Club Abierto de Editores (CLABE) cuyo objetivo declarado es «consolidar un relato veraz y en defensa de los valores de la democracia». Como puede comprobarse, una copia descarada de los discursos en neolengua que venimos citando y volveremos a citar a continuación. Y es que Google News Lab forma parte de los proyectos de Google organizados en torno a Google News Initiative que se presenta escuetamente diciendo que se trata de una “iniciativa de colaboración con el sector del periodismo para que prospere en la era digital”. Y si se pide más información lo que se nos ofrece es el ideario del proyecto resumido en cinco puntos: la importancia del periodismo de calidad, de la innovación, de la expansión digital de las noticias, de las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías y de la colaboración con innovadores… Pura neolengua, una vez más.

GOOGLE: CONTROLANDO EL PERIODISMO DIGITAL

Entre los proyectos impulsados por esta iniciativa de Google se incluyen herramientas de formación tanto presenciales mediante acuerdos con escuelas de periodismo como talleres online y se vuelve a insistir en la innovación y la importancia de las nuevas tecnologías. Asimismo, entre los proyectos destacados se incluye el Google News Lab, “un equipo de Google News Initiative que colabora con periodistas y emprendedores para innovar en el sector de las noticias” y“abordar los desafíos más importantes del periodismo de hoy en día”. El punto número 1 de su modus operandi se centra en la lucha contra la “desinformación” y la “información falsa” y en ganarse la confianza de los consumidores.

Además, el Google News Lab tiene su propio centro de formación online para periodistas con numerosos cursos especializados sobre herramientas digitales de última generación desarrolladas por Google y cómo utilizarlas, incluyendo por supuesto un curso que permita a los profesionales “verificar la autenticidad de imágenes, videos o informes disponibles en las redes sociales o en internet”.

Uno de los consejos básicos que Google da no solo a los profesionales sino a los consumidores de noticias es que consulte los verificadores de hechos (fact cheking) e incluso dispone de un explorador de verificación de datos que recopila más de 100.000 verificaciones “de editores de renombre de todo el mundo”.

GOOGLE: INICIATIVAS COVID

Agregaremos que entre las iniciativas puestas en marcha por Google en relación con la Covid-19 destaca el Fondo Abierto de Lucha contra la Desinformación de la Vacuna COVID-19 destinado a “apoyar los esfuerzos periodísticos para verificar la información errónea sobre el proceso de inmunización COVID-19”, declaración en neolengua que significa que van a colaborar en reforzar las falsedades oficiales sobre las «vacunas Covid» y ocultar la información crítica que advierte de sus peligros. En este caso la colaboración se traduce en la financiación de proyectos periodísticos que, mediante un proceso de selección, se asegurarán de que estén dedicados a difundir el relato oficial. De hecho Google tiene previsto entregar hasta un millón de dólares a cada proyecto que pase su filtro (que en un principio incluye entre los requisitos para participar un historial demostrado de adhesión a las verdades oficiales). Obviamente lo dicen en neolengua: “Todos los solicitantes deben tener un historial probado en actividades de verificación y desacreditación de hechos o asociarse con una organización con tal reconocimiento”.

Añadiremos que la mayor garantía para Google de que eres un buen “verificador” consiste en ser miembro de la Red Internacional de Verificación de Datos, organización fundada en 2015 que forma parte del Instituto Poynter que a su vez está financiado por la Open Society de Soros, la Fundación Bill y Melinda Gates, Google y otras organizaciones similares como National Endowment for Democracy, Omidyar Network (E-bay) o La Fundación Arthur M. Blanck vinculada a la Fundación Rothschild.

En fin, entre los numerosos artículos publicados en la web de noticias internas de Google sobre el tema clave de la “desinformación” destacamos uno firmado por la doctora Karen DeSalvo – que se presenta como Directora de Salud de Google Health – y Kistie Canegallo -Vicepresidenta de Confianza y Seguridad- titulado Cómo encontrará información precisa y oportuna sobre las vacunas Covid-19. En él las autoras declaran que el ritmo de «vacunación Covid» no tiene precedentes y eso obligará a compartir información “para educar al público” lo que supone abordar lo que denominan “percepciones erróneas”, difundir la información oficial y “mantener la información errónea dañina fuera de nuestras plataformas. Aplicando el traductor a la “neolengua” lo que se pretende es machacar una y otra vez con la información oficial y censurar todo lo que la ponga en duda. Cabe resaltar que los paneles de información creados por Google que aparecen encabezando las búsquedas ya han sido vistos 400.000 millones de veces.

Esto por lo que respecta a nuestro país pero la censura se va extendiendo inexorablemente. Todo visitante habitual de las redes sabe perfectamente lo poco que dura un video crítico en YouTube y, de hecho, quienes tienen cosas “peligrosas” que decir hace tiempo que están migrando a otras plataformas que -por ahora- están a salvo de la censura. Aún así, autores controvertidos continúan sufriendo presiones, bloqueos o eliminación de contenidos. Así lo denuncia por ejemplo el conocido doctor Joseph Mercola que lleva décadas denunciando los abusos de las farmacéuticas y difundiendo información alternativa sobre salud y medicina. El pasado 4 de abril denunció en su web que la organización con sede en Reino Unido autodenominada Centro para la Lucha contra el Odio Digital (CCDH por sus siglas en inglés), que es en realidad uno de los principales grupos contrarios a la libertad de expresión en internet, le ha incluido en una lista negra publicada en Twittter que incluye a “las diez personas antivacunas que deben ser eliminadas de las plataformas digitales” . Un informe del CCDH titulado Anti-Vaxx Playbook considera a Mercola una de las seis personas “antivacunas” más influyentes de internet junto Robert F. Kennedy, Andrew Wakefield, Barbara Loe Fisher, Del Bigtree y Sherri Tenpenny. El CCDH admite que rastrea y espía 425 cuentas de Facebook, Instagram, YouTube y Twitter relacionadas con vacunas y que tienen en total casi sesenta millones de seguidores.

El doctor Mercola ya fue objetivo el pasado verano de otro grupo denominado Centro para la Ciencia en el Interés Público (CSPI por sus siglas en inglés) que lanzó una campaña contra él en las redes sociales y presionó a la FDA para que instara al doctor Mercola a que dejara de escribir sobre productos nutricionales relacionados con enfermedades respiratorias y la Covid-19.

En definitiva, la guerra por controlar las mentes se hace cada vez más cruenta y exige mayores esfuerzos por parte de quienes disponemos de recursos modestos para acompañar nuestra independencia y nuestras autoexigencias de rigor y veracidad. Nunca la información falsa al servicio de los poderes establecidos había provocado tanto daño a tantas personas. Y nunca la información crítica había tenido ante sí una responsabilidad tan enorme y trascendental, una responsabilidad que comparten las pocas personas que aún conservan lucidez y honestidad.

Jesús García Blanca

Revista Discovery Salud, nº 248