Los orígenes de la obediencia

¿Es cierto que el falso relato en torno al coronavirus y la Covid-19 se ha logrado imponer internacionalmente por la manipulación de unos grandes medios de comunicación al servicio de los grupos de poder que dominan el mundo? ¿Es correcto decir que la mayoría de la humanidad es un gran rebaño de borregos ignorantes incapaces de reaccionar ante el abuso y las mentiras? ¿Es cierto que mediante el lenguaje se pueden introducir creencias en la mayoría de la población para conseguir unaobediencia total y absoluta? La respuesta a estas preguntas es afirmativa pero esas manipulaciones requieren crear unas condiciones previas que solo pueden imponerse mediante la distorsión de la esencia de lo humano en los comienzos de la vida: embarazo, parto, crianza y primeros años de educación.

En el año transcurrido entre marzo de 2020 y marzo de 2021 se ha conseguido que miles de millones de personas crean en la existencia de un nuevo virus mortífero sin prueba alguna de ello, que renuncien a sus derechos fundamentales y a sus libertades, que acepten solo porque lo dicen sus dirigentes políticos las ideas más absurdas, contradictorias, peligrosas y faltas de sentido común y que las integren y asuman comportándose conforme a ellas. Un terror ciego se ha apoderado de la población del planeta hasta el punto de justificar medidas que atentan contra la salud, ponen en peligro la vida de los niños, están hundiendo la economía de los más débiles, han aniquilado a decenas de miles de ancianos y amenazan con continuar provocando trastornos, enfermedades y muertes.

Eso sí, ha sido un descomunal negocio para los fabricantes de todo tipo de artilugios y productos supuestamente protectores o preventivos por no mencionar fármacos y vacunas. Parece claro que quienes perpetraron esta agresión contra la humanidad tenían objetivos ambiciosos y urgentes de reorganización del poder y reforzamiento de los dogmas de la «moderna» Medicina mecanicista, industrial y deshumanizada con funciones básicas de control. Ya hemos dedicado un buen número de artículos a explicar quiénes son así como a desvelar los detalles de esas mentiras y sus consecuencias de modo que la pregunta que tratamos de responder ahora es: ¿cómo han logrado hacerlo?

El gran sociólogo español Jesús Ibáñez decía que “el orden social solo funciona si es inconsciente” (1). Décadas antes, el científico austríaco Wilhelm Reich había escrito: “Todo orden social produce en la masa de sus componentes la estructura de carácter que necesita para alcanzar sus fines” (2). Y mucho después de ambos Casilda Rodrigáñez y Ana Cachafeiro explicaron con todo detalle cómo, por qué y para qué la clave que permite instaurar el estado de sumisión inconsciente se encuentra en la represión del deseo materno (3).

Pues bien, vamos a apoyarnos en estos y otros autores (4) que de una forma u otra se rebelaron contra ese «orden social» para ponerse del lado de los bebés, analizar el crimen que se comete con ellos desde hace milenios y explicar la función que tiene en nuestras sociedades pobladas de seres deshumanizados -hacen lo que se les ordena creyendo que actúan por voluntad propia- a fin de perpetuar la situación de generación en generación sin que sean conscientes de ello. De hecho algunos llegan al extremo de volverse en contra -a veces de modo violento- de quienes tratan de advertirlos y liberarlos.

Experimentos como el de la cárcel de Stanford o el denominado “experimento de Milgram” llevados a cabo en los años sesenta y setenta del pasado siglo XX demostraron que las personas obedecen incluso órdenes que suponen sufrimiento extremo y peligro de muerte para otras personas si la ideología imperante legitima esa violencia y existe apoyo institucional que fue, en definitiva, lo que ocurrió en la Alemania nazi y llevó a los oficiales juzgados en Núremberg a considerarse «inocentes» porque se habían limitado a «seguir órdenes» (5). Hablamos pues del concepto de «obediencia a la autoridad» y vamos a explicar cómo se logra y con qué objetivos lo que requiere que nos remontemos en el tiempo hasta el comienzo de las relaciones de dominio en las sociedades humanas para, posteriormente, analizar cómo el poder ha creado individuos dóciles y obedientes mediante una agresión biológica llevada a cabo en los comienzos mismos de la vida, durante el embarazo, el parto y los primeros años de crianza.

KALI YUGA: LA EDAD OSCURA

Hace casi dos mil cuatrocientos años Aristóteles escribió esta hermosa declaración: “El bien supremo es el fin de la política y ésta pone el máximo empeño en hacer a los ciudadanos de una cierta cualidad y buenos e inclinados a practicar el bien” (6). Sin embargo un simple vistazo a la historia -antes y después del empeño aristotélico de conjugar política y ética con vistas a un objetivo final que en su visión únicamente podía ser la virtud inspirada por el bien supremo- demuestra que lo sucedido en los últimos milenios es exactamente lo contrario.

Todas las civilizaciones conciben la historia como algo cíclico en el que hay períodos de luz y períodos de oscuridad, fases en las que predomina la espiritualidad, la armonía y el equilibrio y fases en las que predomina lo material, la confrontación y el desequilibrio. Pues bien, la tradición hindú llama a este último Kali Yuga, la edad oscura, en cuyas etapas finales nos hallaríamos actualmente según los estudiosos de la tradición (7).

¿Y cuándo habría comenzado este período aciago de la historia de la humanidad? No existen datos exactos y precisos pero el antropólogo suizo Johan Jakob Bachofenn(8) y la antropóloga lituana Marija Gimbutas (9) dan pistas reveladoras: la destrucción de las culturas matrifocales en las que los grupos humanos se organizaban en torno a las madres y sus crías. Ello supuso una alteración del ecosistema básico en el que se desarrollaban las criaturas, la relación entrañable de la que aquellos grupos humanos, entre finales del Paleolítico y principios de Neolítico extraían su energía nutricia y que no constituía una organización jerárquica sino una fuerza espontánea que representa lo viviente en contraste con el orden que impusieron los invasores, los pueblos nómadas, guerreros y esclavistas que transformaron el mundo inaugurando así la edad oscura (10). Quizás por eso la palabra más antigua conocida para designar la libertad es la sumeria amargi que significa literalmente “volver a madre” (11).

De hecho hasta la llegada de los pueblos indoeuropeos a la Vieja Europa no se conocía arquitectura defensiva, ni señales de casas quemadas, ni motivos militares, ni fabricación de armas. Los asentamientos urbanos estudiados por Gimbutas están en torno a los veinte mil habitantes y presentan escritura, muestras artísticas simbólicas, monumentos megalíticos y evidencia de comercio y navegación, todo ello entre el 7500 y el 5000 antes de Cristo. Una serie de invasiones de pueblos indoeuropeos nómadas, guerreros, de organización patriarcal jerarquizada y adoradores de dioses masculinos, transformó esa forma de vida y provocó el surgimiento de grandes ciudades-estado en las que unas relaciones de poder cada vez más complejas terminarían culminando en los primeros imperios históricos de Egipto, Acad, Asiria o Babilonia (12).

En esa transformación progresiva de las relaciones de poder desde los jefes o cabecillas de los primeros poblados -estudiados por el antropólogo Marvin Harris (13) – hasta los Amos del Mundo en la sombra de nuestra civilización actual moderna -a un paso del totalitarismo virtual-, el poder se ha ido reciclando, reorganizando y adaptándose a las condiciones en que podía ejercerse en cada momento y lugar o creando él mismo esas condiciones.

ORIGEN HISTÓRICO DE LA SUMISIÓN

En su obra Psicología de masas del fascismo -publicada en 1933- Wilhelm Reich desveló con lucidez las claves para el ejercicio del poder a gran escala: «Todo orden social produce en la masa las estructuras que necesita para alcanzar sus principales fines. Ninguna guerra es posible sin esas estructuras psicológicas de masas». ¿Y cómo se crean, se implantan y funcionan tales estructuras psicológicas? El planteamiento de Reich parte de cuatro descubrimientos de Sigmund Freud: el inconsciente, la sexualidad infantil activa, la represión de esa sexualidad y, finalmente, el papel de las instancias morales en esa represión. Es decir, la moral de nuestra sociedad autoritaria y castradora reprime la sexualidad infantil dejando un trauma en el inconsciente que transforma al individuo en un ser dócil y obediente sin que él mismo lo sepa ni conozca la causa_. Lo que nos deja ante una pregunta clave: ¿cuáles son los motivos de esa represión y quién está interesado en ejercerla?

Para responderla Reich fue más allá de lo individual y entró en el terreno social creando una nueva disciplina -en el libro antes mencionado sobre la deriva autoritaria en Alemania- que ampliaría diez años después para extender los mecanismos del fascismo a la Unión Soviética e incluso a Estados Unidos. Nos referimos a la Psicología Social que relaciona la represión de los individuos con los intereses del estado autoritario y demuestra que la institución encargada de ejercer tal represión es la familia patriarcal autoritaria.

Ahora bien, ¿por qué reprimir precisamente la sexualidad? Reich explica que si se reprimen las necesidades materiales primarias se promueve la revolución mientras que la represión de las necesidades sexuales crea unas defensas morales que la impiden: “El resultado –afirma– es el conservadurismo, el miedo a la libertad, una mentalidad reaccionaria”.

Los trabajos de dos antropólogos contemporáneos de Reich confirmarían sus hipótesis. Bronislav Malinowski y Margaret Mead constataron -cada uno por su lado- cómo en las sociedades no autoritarias de las islas del Pacífico en las que no se reprime la sexualidad no hay castigos porque no se fuerza el control de los esfínteres y no hay organización familiar patriarcal autoritaria y apenas hay además delitos sexuales, comportamientos destructivos violentos, psiconeurosis, psicosis ni el llamado “complejo de Edipo”. Sus trabajos demostraron que todas esas distorsiones no son naturales sino consecuencia de la represión por lo que no tienen origen biológico sino cultural (14).

En las polis helenas que inventaron la democracia llamaban idiotés (idiotas) a aquellos que no aparecían por la asamblea dejando en manos de otros las decisiones que afectaban a todos (15). La idiotez es pues el paradigma de la dejación y puede decirse que la inmensa mayoría de los idiotas no son tontos ignorantes como se cree sino personas que «ya saben lo que tienen que saber», es decir, lo que a quienes tienen el poder les interesa que sepan ¡y nada más!

En pocas palabras: gran parte de la población actual la integran «idiotas», es decir, personas pasivas, indolentes, acríticas e incapaces de hacerse preguntas, reflexionar y tomar decisiones propias. Son, en definitiva, personas obedientes.

Y tal es el reto que hay que asumir y entender hoy: no se trata de saber por qué mandan «los de arriba» sino por qué obedecen «los de abajo».

Hay tres ecosistemas básicos en los que se desarrollan los bebés -el cuerpo de la madre, el entorno familiar y la sociedad-, así como etapas del desarrollo y consecuencias de cada agresión.

PRIMER ECOSISTEMA: EL CUERPO MATERNO

Estas son las potenciales disfunciones durante las siguientes etapas:

En el embarazo: posibles alteraciones energéticas provocadas por bloqueos en la madre gestante.

En el parto: la medicalización y la separación física pueden provocar la llamada “falta básica” (Balint).

En el postparto: la separación y la lactancia artificial pueden dar lugar a “encogimiento biopático” (Reich).

En el período crítico biofísico (hasta 1 año): distorsión del desarrollo, problemas de maduración y no integración de las funciones.

En la crianza (hasta los 3 años): sustitución de deseos por necesidades y “acorazamiento” (Reich).

El ser humano tiene un nacimiento «prematuro» si se le compara con otros mamíferos pues una vez fuera del útero continúa dependiendo de forma casi absoluta de la madre; hasta el punto de que casi se le debería continuar considerando un “feto”: “Si en lugar de fijar el fin del proceso de desarrollo fetal en el parto lo establecemos hacia los diez o doce meses de vida extrauterina, es decir, en el momento en que se reúnen todas las bifurcaciones para constituir un biosistema unitario y coordinado, habremos abarcado el período crítico, decisivo para el futuro funcionamiento bioenergético; condicionando incluso el proceso de formación del psiquismo», diría Reich (16).

El primer año es clave para integrar las funciones biológicas básicas -incluidas la conexión de lo emocional y lo racional, la maduración del sistema nervioso, el funcionamiento enzimático y la inmunidad- pero es que además es vital el contacto físico continuo para el buen desarrollo del tracto respiratorio, las venas y arterias, las cubiertas de mielina que protegen las células nerviosas, el metabolismo del cerebro, la regulación de las pulsaciones del corazón… Se trata de una serie de procesos cuya evolución debe respetarse en lugar de forzarlos como es habitual. El control de los esfínteres debe ser espontáneo así como el desarrollo del habla, la capacidad para caminar erguido, etc.

El biólogo, etólogo y psicólogo francés Henri Laborit (17) desarrolló el concepto de “inhibición de la acción” para referirse a aquellas situaciones en las que al ser humano le es imposible responder a una agresión ni luchando, ni huyendo. Sabemos que el cerebro humano funciona en dos niveles: el cerebro evolutivamente más reciente lo hace como un ordenador procesando datos y el cerebro primitivo que, conectado con el sistema límbico, regula las respuestas hormonales y tiene vital influencia sobre la inmunidad, la sexualidad e, incluso, sobre lo trascendente. La “inhibición de la acción» que describe Laborit provoca reacciones profundas en el cerebro primitivo y puede dar lugar a trastornos en la inmunidad y la trasmisión nerviosa. Reich la denominaba “encogimiento biopático”.

Bueno, pues eso es lo que provocan las medicalizadas condiciones de los partos hospitalarios a las que el bebé reacciona primero con llanto y gritos de protesta, después con desesperación y, finalmente, con un mecanismo de defensa que lo hunde en la indiferencia, en la renuncia al vínculo biológico, lo que puede provocar alteraciones de la energía vital y la respuesta sexual, distorsiones en el desarrollo del sistema nervioso central, malformaciones en la glándula pituitaria y acorazamiento muscular y del carácter que reducirá en el futuro la capacidad para el placer, aumentará la predisposición a la enfermedad y, en definitiva, provocará el estado de dependencia y sumisión que era desde un principio el objetivo de estas agresiones.

Así lo describe la escritora francesa Christiane Rochefort: “La opresión de los niños es la primera y fundamental. Es el molde de todas las demás. Un adulto no es -como creen algunos- un ser acabado sino un estancamiento del desarrollo (…) La operación consiste en saltarle al cuello en cuanto llega aprovechando que no puede defenderse, enseñándole que tiene que vérselas con alguien más fuerte que él, inmovilizándole, aislándole y haciéndole comprender que su vida depende de una voluntad exterior con la que es mejor estar en buenas relaciones. Se aprovechará el tiempo en que se ve reducido a la impotencia para atar sus energías y sus deseos, y se le impondrá un estatuto de dependencia legal, económica e institucional de manera que no salga de la cuna si no es para meterse en el arnés, que se encariñe con él y no lo abandone hasta que consienta ‘libremente’ ser explotado” (18).

El médico gallego Juan Rof Carballo (19) señala tres «inmadureces básicas» en el mamífero humano: la del sistema nervioso, la inmunológica y la enzimática. E indica que para su integración y maduración es imprescindible el contacto epidérmico, la atención constante de la madre y la lactancia natural acompañada de una instintiva interacción entre madre y bebé.

El psicoanalista y bioquímico húngaro Michael Balint llegó tras medio siglo de práctica psicoanalítica a la conclusión de que el sufrimiento y las patologías de sus pacientes provenían de una carencia primaria, una herida en la psique que denominó “falta básica” y consideraba originada en la frustración de un amor primario, del amor maternal (20).

“El útero – explican Rodrigáñez y Cachafeiro (21) – es un seno donde anidan los óvulos fecundados. No es como los huevos de algunas especies animales de usar y tirar, ni es algo básicamente exterior a la hembra. Es parte del propio cuerpo de la mujer integrado en el mismo sistema nervioso y regado por sus flujos sexuales. El útero, al igual que el estómago o la vagina, desea verse colmado y lleno. Cuando se produce una fecundación la mujer inicia un ciclo sexual distinto. El útero se hincha, crece, se hace pesado y presiona suavemente la vagina y el recto. Durante los nueve meses de gestación compartimos con el feto la comida, el oxígeno y una misma sangre impulsada por un solo corazón que late al unísono en los dos cuerpos, uno totalmente dentro de otro”.

Quizás estas autoras hayan sido las que con más precisión -pero también con estremecedora emotividad- han puesto en evidencia la estrategia destructiva del poder sobre el ser humano con el propósito de dominarlo desvelando las íntimas relaciones entre la madre y su criatura, incluyendo la conexión con la sexualidad infantil y la femenina que el poder pretende camuflar, esconder, desviar y manipular: “El parto – escriben- es un acto sexual en el que toman parte una pareja de seres. La excitación sexual de la mujer inducida por el feto que ha llegado a término, si no estuviese bloqueada por el miedo y la cultura milenaria que pesa sobre ella, produciría una relajación, el abandono al deseo y los flujos maternos necesarios para que el parto y el nacimiento fueran acontecimientos gozosos y placenteros para ella y para la criatura; y también para que las criaturas, una vez fuera del útero materno, encontrasen un regazo, un vientre y unos pechos palpitantes de deseo dispuestos a satisfacer los propios anhelos de calor, de contacto físico, de nutrición, higiene y protección”.

Las autoras oponen el concepto de “madre entrañable” al de “madre patriarcal” considerando que ésta última es una especie de sucedáneo que funciona al servicio del orden social y no según sus deseos. Existe pues una necesidad para el poder de destruir a la madre entrañable con el fin de hacer de las criaturas seres sumisos al orden establecido. Las autoras añaden que el deseo maternal es peligroso para el orden puesto que se opone al sufrimiento de las criaturas y, por tanto, a su domesticación. Y concluyen: “El parto violento y la separación de la madre inmediatamente después del parto es una cuestión clave para el asentamiento del principio de autoridad en el inconsciente colectivo”.

Y es que la criatura reprimida deja de moverse impulsada por sus deseos y lo hace para llenar una necesidad que se le ha creado sometiéndose a la autoridad que se le presenta como la única capaz de protegerla y satisfacer esas necesidades.

“La criatura aprende a vivir humillada en un mundo en donde impera el miedo y la carencia -agregan-. De ahí el por qué la sublimación arraiga con tanta fuerza. Tiene que neutralizar el dolor de la herida y la angustia del miedo y detener la fuerza del deseo”. Una triple tarea que se lleva a cabo mediante la sublimación, término que en psicoanálisis significa sustituir los impulsos instintivos por actos aprobados o aceptados por la moralidad social vigente. La sublimación equivale pues a sumisión: “Aceptar que lo que deseamos no cuenta y que lo que cuenta es lo que manda la autoridad”.

El pediatra neonatólogo sudafricano Nils Bergman explica (22) por su parte que en el rombencéfalo -que reúne el cerebelo, el puente tromboencefálico y el bulbo raquídeo funcionando conjuntamente como soporte de procesos orgánicos vitales- hay tres programas neurológicos de los cuales solo puede funcionar uno en cada momento: el de defensa, el de nutrición y el de reproducción. Pues bien, cuando se separa a la criatura de la madre se abre el programa de defensa y, por tanto, se cierra el de nutrición. La criatura ha entrado en estado de alerta y llora para que la devuelvan a su hábitat. Mientras tanto, su temperatura corporal baja, sus ritmos respiratorio y cardíaco disminuyen y se disparan las hormonas del estrés. Si la separación se prolonga pasará de la alerta a la angustia y las hormonas del estrés provocarán una toxicidad bioquímica que puede perjudicar enormemente la formación del sistema neurológico dañando células cerebrales así como dar lugar a una desregulación duradera de la bioquímica cerebral.

Las investigaciones de Bergman se extienden también a la lactancia y explican que el biberón no puede sustituir a la lactancia materna porque ¡mamar no es solo alimentarse! El ejercicio que hace el bebé al mamar es muy diferente al que hace tomando el biberón: al succionar la leche del pezón emplea un músculo de la cabeza que le permite mantener el ritmo de la respiración y la oxigenación pero al tomar el biberón utiliza los mismos músculos de la garganta que necesita para respirar y eso altera su ritmo respiratorio y el cardíaco provocándole estrés. Además mamar implica un movimiento de la mandíbula que estimula el paladar e induce la segregación de hormonas tranquilizantes y del placer, algo que no sucede al tomar el biberón.

Por otra parte, la estimulación del paladar y el contacto piel con piel hijo/madre proporciona el tono vagal necesario -es decir, la modulación adecuada del sistema nervioso- para mantener abierto el programa de nutrición y cerrado el de defensa.

Según Bergman la importancia vital de mantener juntas a madre y criatura viene dada por la necesidad de maduración del humano que nace en unas condiciones muy inferiores a las de otros mamíferos que en el momento de nacer tienen ya el 80% del desarrollo cerebral que tendrán de adultos mientras el humano tiene al nacer solo un 25% y no llega hasta el 80% hasta doce meses después de haber nacido. De hecho el bebé dispone de más sinapsis en su cerebro que en ningún otro momento de su vida y durante el proceso de desarrollo se suprimen ciertas sinapsis y se desarrollan otras en función de las sensaciones y experiencias que viva en ese tiempo (23).

SEGUNDO ECOSISTEMA: EL ENTORNO FAMILIAR

Potenciales disfunciones debidas al entorno familiar:

Crianza (hasta los 3 años): separación y escolarización antes de la etapa de socialización.

Educación infantil (hasta los 5 años): educación represiva y distorsión del desarrollo sexual.

En todo el período: retraso o distorsión de las funcionalidades psicofísica y motriz y de la verbalización.

Reich consideraba la familia «la institución clave del poder» a la hora de reproducir y perpetuar los mecanismos de represión que transforman los deseos del individuo en carencias y necesidades. Por su parte, Rochefort lo explica de este modo: “Definida en términos de Empresa, la familia -institución bajo control- es una pequeña unidad que produce por medios artesanales no precisamente niños sino un determinado modelo de humano adecuado para asegurar, como explotado en general y como explotador en el caso de algunos ejemplares seleccionados, la continuación y la expansión del Negocio. La función de los padres es elaborar a partir del material en bruto ‘niño’ el modelo domesticado que satisface la demanda” (24).

El psicólogo clínico especializado en terapia reichiana Xavier Serrano, que viene realizando una larga investigación sobre el desarrollo infantil, considera por su lado que “a partir de la alteración de nuestro ecosistema biosocial más próximo, es decir, la estructura familiar incapaz de satisfacer las necesidades del mamífero humano, éste se ve sometido a un distrés en su período de integración de las funciones básicas biopsicosomáticas, período que comprende fundamentalmente los 6 primeros años de vida. La estratificación de mecanismos defensivos, tanto somáticos como psíquicos, fue definido por

Reich como una ‘coraza caracteromuscular’ que produce la pérdida de contacto con nuestros procesos intrapsíquicos y un marcado bloqueo emocional” (25).

Es decir, la “coraza” es una rigidez de la musculatura que impide el flujo de energía vital ya que la persona neurótica percibe esa energía como desagradable, negativa o angustiosa. Esa especie de armadura desarrollada como protección en realidad bloquea las emociones y dificulta o impide el contacto con el exterior; facilitando incluso una visión mecanicista de lo vivo que, a su vez, promueve una visión reduccionista y rígida de la salud predisponiendo a la aceptación de los dogmas de la Medicina industrial farmacológica y su planteamiento belicista de la salud y la enfermedad.

TERCER ECOSISTEMA: LA SOCIEDAD

Potenciales disfunciones debidas al entorno social:

Dependencia legal. La infancia, estado de sitio.

Educación primaria y secundaria obligatoria (6-16 años).

Mantenimiento de adultos: Enseñanza superior / Programas de educación permanente. Medios de comunicación de masas e ingeniería lingüística.

Centros disciplinarios y de reclusión. Psicofármacos y psicoterapias normalizadoras.

La verdad es que podría decirse que la infancia es, en sí misma, como un estado de sitio para un adulto ya que el niño carece de libertad, tiene limitado el espacio en el que puede moverse y no se le permite expresarse libremente, ni reunirse con quien quiera. Sus derechos quedan a la discreción -o capricho- de los adultos que se constituyen en sus “responsables” y “protectores”. Pues bien, esa agresión primordial perpetrada en los primeros años establece las condiciones idóneas para que el resto de herramientas de manipulación funcionen con éxito y ayuda a convertirlos en «idiotas». Algo que se consigue cuando a continuación se le adoctrina en el mismo comportamiento en la escuela, el instituto, la universidad y la empresa. Por eso los «fracasados», quienes no han tenido oportunidad o no han podido asistir a clases en el sistema educativo, no han podido aprender a ser «buenos ciudadanos» y son, en general, «díscolos».

El caso es que todo ello se complementa luego con la manipulación y adoctrinamiento de la ciudadanía a través de los grandes medios de comunicación de masas cuyos propietarios son los grandes grupos de poder así como de las estrategias de ingeniería lingüística de las que ya se ha hablado en esta misma revista (26). Y cuando todo ello no es suficiente se recurre a otra herramienta básica de «integración» que es la constituida por los psicólogos y psiquiatras que reciclan a quienes se desmadran, tienen la tentación de abandonar el rebaño o, simplemente, reaccionan a tanta presión con un mínimo de expansión vital que hay que reconducir de inmediato por lo que los casos extremos se llevan a variados centros de reclusión, encierro y castigo.

La Psicología y la Psiquiatría académicas -dominantes en este sistema- complementan pues este modelo domesticador del ser humano aportando justificación para medicalizar todas aquellas conductas que se aparten de lo establecido así como para justificar intervenciones manipuladoras y represivas que alteran el desarrollo natural e imponen las definiciones de «normalidad» en el terreno educativo, laboral, clínico y social. Todo ello tomando como base el famoso Manual de Diagnóstico y Estadística de los Trastornos Mentales (conocido como DSM por las siglas de Diagnostic and Statiostical Manual of Mental Disorders) que impone una clasificación simplista del sufrimiento humano escondiendo las verdaderas causas y criminalizando las conductas y comportamientos que no respondan a los intereses del poder. Especialmente en el caso de niños y adolescentes que reaccionan con rechazo a situaciones traumáticas o normas aberrantes, reacciones sanas que son etiquetadas como “trastornos” y tratadas con peligrosos psicofármacos. El grado de corrupción en la elaboración de ese manual quedó en evidencia en su última edición (2013) al saberse que la gran mayoría de los asesores que conforman sus comités de elaboración estaban relacionados con la industria farmacéutica.

Como decía Erich Fromm, “La salud mental es la adaptación a las formas de vida de una sociedad determinada, sin importar para nada si esa sociedad está cuerda o loca. Lo único que importa es si uno se ha adaptado” (27).

LA AUTORREGULACIÓN: UNA ESPERANZA

En definitiva, ¿se entiende ahora por qué la mayoría de la población obedece todas las «órdenes» que recibe? Pues porque ¡no puede dejar de hacerlo! Se les ha condicionado mentalmente desde bebés a obedecer a la autoridad. Cuestionar órdenes supondría para la mayoría un auténtico descenso a los infiernos. Se encontrarían con los traumas y terrores más primitivos, los que permanecen enterrados en sus mentes. Por eso es tan fácil condicionarles desde la sombra hasta en sus decisiones más trascendentes. El poder lo logra con sencillez y sin apenas hacerse notar. La pregunta que cabe pues hacerse es si es posible cambiar este estado de cosas ahora que sabemos que no es natural sino creado. Reich así lo creía: “El futuro destino de la raza humana lo creará la estructura caracterial de los niños del futuro. En sus manos y corazones estará esta gran decisión. Tendrán que limpiar el caos del siglo XX. Y esto nos concierne a nosotros, a los que vivimos en medio de este caos”(28). Lamentablemente nadie le hizo caso y ahora, casi setenta años después, las consecuencias arrasan el planeta. Los «niños del futuro» se hicieron adultos modelados por las herramientas de poder que el propio Reich denunció y otras mucho más terribles y perversas que vinieron después. Solo unos pocos sobrevivieron, los pocos que ahora gritan aquí y allá sin que nadie los escuche o los entienda.

Sin embargo, quizás aún no sea tarde y podamos recuperar nuestra parte «animal», la que nos conecta con los ritmos naturales, con los flujos de energía, con la espontaneidad y lo vivo. Solo habría que redescubrir lo que Reich denominaba “autorregulación” que no es un conjunto de normas, un proceso intelectual o una técnica artificial sino exactamente lo opuesto. Supone potenciar la intuición, la conexión con lo espontáneo, con la energía que sustenta la vida y la organiza, con las fuerzas que palpitan en nuestro interior y nos conectan con el Universo. Posibilitar la autorregulación implica buscar las grietas en nuestra coraza para comunicarnos con nuestros bebés y entender que deben seguir su propio camino. Supone pues un doble sufrimiento: el de abrir nuestras heridas -que tanto nos costó cicatrizar- y el de aprender a soportar la libertad y capacidad de nuestros hijos para decidir por sí mismos, esos que quisiéramos tener para siempre pero que como dijo el poeta libanes Jalil Yibran «son hijos e hijas de la vida, deseosa de sí misma». […]

Jesús García Blanca

Revista Discovery Salud nº 247, Abril 2021

Notas

(1) Ibáñez, J. El regreso del sujeto. Amerindia, 1991.

(2) Reich, W. Psicología de masas del fascismo. Roca, 1973.

(3) Rodrigáñez, C. y Cachafeiro, A. La represión del deseo materno y

la génesis del estado de sumisión inconsciente. Crimentales, 2007,

Cauac, 2008.

(4) Ver bibliografía y recomendaciones de lecturas (al final).

(5) Victoria Bekiempis. What Philip Zimbardo and the Stanford

Prison Experiment Tell Us About Abuse of Power. Newsweek, august 4,

2015. (https://www.newsweek.com/stanford-prison-experiment-age-justice-reform-359247)

Milgram, Stanley. Behavioral Study of Obedience. Journal of Abnormal

and Social Psychology. 67 (4): 371–8, 1963. (https://content.apa.org/record/1964-03472-001).

(6) Aristóteles. Ética nicomaquea.

(7) Manrique Miguel Mom. Ciclos Cósmicos de la Humanidad. (https://www.ciclologia.com/cicloscosmicos.htm)

(8) Bachofen, J. J. Mitología arcaica y derecho materno. Anthropos, 1986.

(9) Signs out of time. La historia de la arqueóloga Marita Gimbutas

(Documental). EEUU, 2004. (https://www.suarra.com/2%C2%AA-parte-el-neol%C3%ADtico-de-la-matr%C3%ADstica-a-los-imperios-patriarcales/11-documental-sobre-la-arque%C3%B3loga-marija-gimbutas/)

(10) Guillermo Piquero. Europa Indígena. El Neolítico: de la

matrística a los imperios patriarcales (https://www.suarra.com/el-neol%C3%ADtico-de-la-matr%C3%ADstica-a-los-imperios-patriarcales/2-la-matr%C3%ADstica/)

(11) Iribarren Nadal, M. Volver a madre. (https://www.vialactea.org//sites/default/files/Volver%20a%20madre%20-%20Mariona%20Iribarren.pdf)

(12) Gordon Childe, V. Nacimiento de las civilizaciones orientales.

Planeta, 1986.

(13) Marvin Harris. Jefes, cabecillas y abusones. Alianza Editorial,

1993.

(14) Malinowski, B. The sexual life of savages in North-western

Melanesia. Beacon Press, 1929.

Mead, M. Adolescencia, sexo y cultura en Samoa, 1928; Educación y

cultura en Nueva Guinea, 1930; Sexo y temperamento en tres sociedades

primitivas, 1935.

(15) Escohotado, A. Idiotas. El País, 5 de mayo, 1993.

(https://elpais.com/diario/1993/05/05/opinion/736552801_850215.html)

(16) Reich, W. La escisión esquizofrénica. En Análisis del carácter.

Paidós, 1980.

(17) Laborit, H. L’Inhibition de l’action. Masson & Cie, 1979.

(18) Rochefort, Ch. Los niños primero. Tusquets, 1977.

(19) Rof Carballo, J. Cerebro interno y mundo emocional. Labor, 1952.

(20) Balint, M. La falta básica. Paidós, 1993.

(21) Ver nota 3.

(22) http://kangaroomothercare.com/articles/nils-articles/

(23) Rodrigañez Bustos, C. El matricidio y la represión del deseo

materno a la luz de la neurobiología y de la investigación clínica

neonatal./Curso de Verano de la Universidad de Zaragoza, Jaca, 2006.

(https://sites.google.com/site/casildarodriganez/el-matricidio-a-la-luz-de-la-neurologia)

(24) Ver nota 17.

(25) Serrano, X. Contacto-Vínculo-Separación. Orgón, 1994.

(26) Muro, A. El lenguaje como arma de guerra durante la Covid-19

Discovery DSALUD, 245, febrero 2021.

(27) Fromm, E. La patología de la normalidad. Lecciones de 1954.

Paidos, 1994.

(28) Reich, W. Children of the Future. Farrar, Strauss & Giroux, 1985.

 

Fuentes:

*Bachofen, J. J.* /Mitología arcaica y derecho materno/. Anthropos, 1986.

*Baker, E*. /Man in the trap. /McMillan Company, 1969.

*Balint, M*. /La falta básica./ Paidós, 1993.

*Bowly, J. */Vínculos afectivos./ Morata, 1986.

*Fromm, E.* /El complejo de Edipo y su mito/. Península, 1986.

*Fromm, E. */Anatomía de la destructividad humana./ Siglo XXI, 1987.

*García Blanca, J. */Wilhelm Reich, inspirador de rebeldía./ Cauac

Editorial Nativa, 2017.

*García Calvo, A.* /Familia: la idea y los sentimientos./ Lucina, 1983.

/Signs out of time. La historia de la arqueóloga Marita Gimbutas/. EEUU,

2004.

https://www.suarra.com/el-neol%C3%ADtico-de-la-matr%C3%ADstica-a-los-imperios-patriarcales/11-documental-sobre-la-arque%C3%B3loga-marija-gimbutas/ 

*Guntin, M.* /La madre, la gran ausente./ Matte Canal, 1992.

*Janov, K.* /La biología del amor./ Apóstrofe, 2001.

*Kropotkin, P*. /El apoyo mutuo. /Madre Tierra, 1989.

*Leboyer, F.* /Por un nacimiento sin violencia. /Daimon, 1978.

*Liedloff, J.* /The continuum concept. /Pinguin, 1986.

*Malinowski. B.* /The sexual life of savages in North-western melanesia.

/Beacon Press, 1987.

*Mereló-Barberá, J.* /Parirás con placer. /Kairós, 1980.

*Miller, A.* /Por tu propio bien./ Tusquets, 1985.

*Moia, M.* /El no de las niñas./ La sal ediciones, 1981.

*Montagu, A.* /La naturaleza de la agresividad humana. /Alianza

Editorial, 1988.

*Montagu, A.* /La vida prenatal./ Troquel, 1966.

*Montagu, A.* /El sentido del tacto./ Aguilar, 1981.

*Odent, M.* /El bebé es un mamífero/. Mandala, 1990.

*Raknes, O.* /Sex-economy: a theory of living functionings./

International Journal of Sex Economy and Orgone Research, 3, 1944.

*Reich, W.*/Infancia y prevención de la neurosis./ Revista Energía,

Carácter y Sociedad, 2.

*Reich, W.* /Análisis del Carácter./ Paidós, 1980.

*Reich, W.*/Children of the Future./ Farrar, Strauss & Giroux, 1985.

*Rich, A.* /Nacida de mujer./ Noguer, 1978.

*Rochefort, Ch.* /Los niños primero./ Tusquets, 1977.

*Rodrigañez, C. y Cachafeiro, A.* /La represión del deseo materno y la

génesis del estado de sumisión inconsciente./ Crimentales, 2007, Cauac,

2008.

*Rodrigañez, C.* /Pariremos con placer./ Cauac Editorial Nativa, 2009.

*Rodrigañez, C.* /La sexualidad y el funcionamiento de la dominación./

https://sites.google.com/site/casildarodriganez2/home/la-sexualidad-y-el-funcionamiento-de-la-dominacion

*Sau, V.* /La maternidad: una impostura./ Revista Duoda, 6, 1994.

*Szasz, P. */La fabricación de la locura./ Kairós, 1970.

*Serrano, X.* /Contacto-Vínculo-Separación./ Orgón, 1994.

*Serrano, X. y Sanchez Pinuaga, M. */Ecología Infantil y Maduración

Humana/. Orgón, 1997.

*Stettbacher, K*. /Pour quoi la souffrance?/ Aubier, 1991.