El covid-19 es un arma bioenergética

Peter Gariaev afirma que el ADN es un “texto” que se puede sobre-escribir, y al igual que los textos gramaticales, puede cambiar completamente de “significado” si sufre de “inserciones artificiales en su aparato genético.” En un artículo reciente Gariaev asegura que esas inserciones artificiales son “lo que cambió completamente el coronavirus neutro a un Covid-19 patógeno”. Además, afirma haber “visto y grabado” la evidencia al analizar el patógeno, cuyos genes “no sólo tienen la capacidad de desmaterializarse y convertirse en campos electromagnéticos (energía), sino que pueden volver a materializarse, como lo demuestra la física cuántica con las partículas elementales”.

El siguiente texto de Garaiev, publicado en una revista científica es interesante por varios motivos.

El primero porque afirma que los virus son neutros, de hecho la inmensa mayoría beneficiosos, al ser únicamente paquetes de información genética en una cápsula de proteína, pero pueden ser “armados” para alterar la homeostasis del cuerpo a través de ondas electromagnéticas; lo mismo ocurre con las bacterias.

En segundo lugar porque afirma que este coronavirus ha sido “armado” de forma artificial, siendo el desencadenante de la covid-19, enfermedad que, como bien explicó la Dra María José Martínez Albarracín (medico y homeópata), no fue causada por un agente biológico que se contagia sino por diversos factores ambientales y químicos (iatrogenia, vacunas, fármacos, tóxicos en el airea, agua y alimentación, ondas electromagnéticas – como afirma Garaiev -, metales pesados, contaminación atmosférica, estrés fruto de una vida demencial de trabajo, tecnologías, tensiones emocionales, etc., clima, y otras muchas circunstancias), activados por un agente biológico probablemente artificial.

El tercero porque es evidente, según las afirmaciones de Garaiev que esa activación ha salido de un laboratorio, al no ser natural.

Y en último lugar porque su trabajo, al igual que el de otros científicos heréticos como Luc Montagnier, Máximo Sandín, etc, empiezan a reafirmar en el propio lenguaje endemoniado de la ciencia cartesiana (a la que están cuestionando y poco a poco desmontando aunque quizás involuntariamente), lo que las medicinas naturales y muchas formas de conocimiento no cartesiano llevan afirmando desde hace milenios: la importancia, ignorada por la medicina industrial y la ciencia cartesiana y capitalista, de las fuerzas naturales tales como la bioelectricidad, el magnetismo, el calor,… para la salud del ser humano (por ejemplo la noción del “qi” de la medicina tradicional china) y la esterilidad de focalizar todas las soluciones en la bioquímica industrial, gran beneficiada del concepto capitalista de salud.

Sencillamente, algunos científicos se empiezan a cuestionar la propia ciencia y su utilidad. Como dijo hace poco Luc Montagnier: “Estoy acostumbrado a los ataques de estos académicos que no son más que burócratas jubilados, cerrados a toda innovación. Yo tengo las pruebas científicas de lo que digo”.

El propio Montagnier declaró que este supuesto coronavirus era un arma biológica creada en un laboratorio. El aspecto más poderoso de las declaraciones recientes del virólogo y Premio Nobel Dr. Luc Montagnier en la política mundial no es que respalde la teoría de que el COVID-19 fue creado en laboratorio, sino más bien que ha propuesto un programa internacional de terapia de ondas electromagnéticas para tratar las enfermedades, en vez de invertir en vacunas. Montagnier ha explicado que sería mucho más sensato que las naciones del mundo lanzaran un proyecto de choque bajo un enfoque muy distinto de los tratamientos virales al que es comúnmente usado actualmente en la sociedad educada. ¿Qué consecuencias traerían esta y otras propuestas de Montagnier al multimillonario complejo industrial farmacéutico regresivo que se basa en mantener al mundo encerrado en una práctica de medicamentos químicos y vacunas?

Montagnier respalda las tesis de Garaiev quien afirmó, en el artículo ya citado lo siguiente:

Obtuvimos resultados experimentales únicos, que, probablemente están relacionados con la pandemia de Covid. Vimos y grabamos, que los genes reales pueden desmaterializarse y ser componentes de campos electromagnéticos no reales. Y los genes pueden reaparecer como materia, como lo demuestra la física cuántica para partículas elementales —fotones, electrones etc.

Sin embargo, ¿de dónde viene la pandemia de coronavirus?

Sus genes, como una colección de partículas elementales, también (supongo) pueden adquirir el estado de un campo electromagnético. Como resultado, los genes desaparecen temporalmente como materia. Esto significa que, bajo ciertas condiciones, nuestros genes y los genes de un virus pueden fluctuar de manera cuántica, luego desaparecer, y luego volver a surgir.

¿Qué pasa con el ADN y el código genético? La falta de comprensión del trabajo de nuestro aparato genético y viral es particularmente grave ahora, cuando la medicina oficial es casi impotente contra Covid-19.

Usar máscaras y aislar a las personas unas de otras no puede ofrecer nada sustancial. La medicina no puede crear una vacuna contra Covid, porque el virus cambia constante y rápidamente sus componentes (muta), reemplazándolos por análogos, que excluye la creación de una vacuna, como ya es el caso del virus de inmunodeficiencia humana (VIH).

Tenemos, en primer lugar, la genética de ondas lingüísticas (BTY), que desarrollamos desde 1984, enfrentando una tremenda resistencia e inhibición por parte de la ciencia oficial.

El modelo genético es incorrecto, y por lo tanto, malo en absoluto.

Su error es que ignora la parte lingüístico (textual) de la codificación genética; niega el significado (a nivel) de los genes como partes de textos con sus componentes —palabras, las raíces de las palabras, prefijos, morfemas, fonemas, puntuación, declinaciones, conjugaciones, algunas veces, aspectos probabilísticos de los significados de textos genéticos, etc.

El segundo aspecto, también ignorado (aunque en menor medida), es el estudio de la codificación de nivel de información genética, el funcionamiento de los genes de proteínas a nivel material y de onda, que no se excluyen entre sí, sino que se complementan.

Hay desprecio y persecución de personas que trabajan en este vasto campo del conocimiento, lo que nos ha arrojado al desastre global genético asociado con el uso de alimentos genéticamente modificados.

Pero ¿cómo se manifiesta este estado de las cosas cuando los “ingenieros genéticos” trabajan con el coronavirus?

Por ejemplo, si se cambia solo una letra en la palabra “alegría”, se invierte completamente el significado y se obtiene una nueva palabra… Incluso moviendo una coma de un lugar a otro en los textos también puede cambiar completamente su significado. Esto es lo que cambió completamente el coronavirus neutro a un Covid-19 patógeno debido a inserciones artificiales en su aparato genético (cromosoma de ARN).

La prueba y el significado del ARN del coronavirus inicial se distorsionó y lo que se consiguió, lo que obtuvieron fue un “virus armado” (de batalla), que no podemos controlar porque aún no entendemos su lenguaje genético, incluyendo el de los genes virales.

¿Y ahora que se puede hacer? Aprender esos idiomas. Ya he publicado 5 artículos sobre este tema… Pero son poco leídos, pues cambian el viejo modelo del código genético, el cual es falso, pero recurrente… y siempre es difícil volver a aprender.

El texto del ARN del cromosoma Covid-19 debe devolverse a su forma original. Pero esto no es posible para todos los coronavirus, y sus miles de millones de personas enfermas.

Sin embargo, pueden, como se dijo anteriormente, estar presentes sin materializarse y pueden ser parte de nuestros cromosomas, pero solo después de materializarse y reescribir su texto de ARN a ADN debido a la enzima presente en nuestras células –la transcriptasa inversa.

Esto puede conducir a la transformación del coronavirus en otro retro virus a través de una vía metabólica bastante compleja. Pero los ingenieros genéticos, con conocimiento incompleto de la teoría de la codificación genética también podrían cometer otro crimen contra la humanidad, además de lo que ya se ha hecho con respecto a la creación del Covid-19 armado.

Digamos que, en el laboratorio, devolvimos el Covid-19 al viejo, de condición no peligrosa. ¿Pero cómo hacerlo para desplazar patógenos?, ¿para superponer de forma cuántica el coronavirus que ha vuelto a un estado relativamente neutro para todos los coronavirus? Digamos que lo logramos, ¿pero esto conducirá al resultado deseado? No se sabe.

La única forma de salir de las circunstancias más bien sombrías que prevalecen es comenzar de inmediato la investigación mundial en el campo de la genética de ondas lingüísticas. Ya contamos con una cierta base teórica y experimental en esta área, cuya parte principal es que ya podemos operar con copias cuánticas de genes, lo que en el futuro nos permitirá desactivar los genes de ARN de Covid-19 y otros virus patógenos, como el ARN, y ADN que contiene. Apagar sus genes de manera cuántica significa desactivarlos. Esta es otra forma de resolver el problema Covid-19.

Además, obtuvimos un resultado positivo en bacterias patógenas, introduciendo cierta destrucción en su aparato genético. Recibimos un espectro espintrónico de tal daño. Este espectro bloqueó el desarrollo de bacterias patógenas. De hecho, obtuvimos una vacuna cuántica contra estas bacterias. Tiene sentido continuar este trabajo con respecto al Covid-19.”

Cada vez queda más claro que no es posible confiar en la actual ciencia cartesiana y capitalista cuando incluso muchos de sus prestigiosos científicos empiezan a dudar, aunque sea parcialmente de ella, reconocen que hay una ciencia oficial ignorante y herramienta del poder y empiezan a valorar otras fuentes de conocimiento no científico e incluso a respaldarlo con sus investigaciones. ¿Primer paso para desmoronar el entramado?