Siguen aumentando los enfermos y muertos por la vacuna de Pfizer.

 

Israel, Noruega, Bélgica, Suiza, Alemania…  añaden más muertos  y enfermos por la vacuna de ARNm a los que algunos de estos países ya tenían y a los de EE.UU, México, Portugal, Bulgaria y otros países.

Desde el pasado viernes, Noruega, país que ya ha recibido y administrado más de 20.000 vacunas, se encuentra en una profunda investigación a causa de 23 muertes registradas pocos días después de la inyección de las primeras dosis.

La vacunación ha desatado el miedo a ponerse las vacunas y la indignación tanto a sanitarios como a activistas antivacunas y a “negacionistas”.

Después de administrar más de 47.000.000 de vacunas en 49 países, este laboratorio ha anunciado recientemente su descenso del envío de suministros a los países europeos, tanto para “modificar sus procesos de producción” como para conseguir “aumentar la disponibilidad de las mismas”.

Las muertes acontecidas en Noruega han sido, principalmente, de personas mayores de 60 años con alguna patología o alergia previa.

Aun así, los responsables de crear esta vacuna, recomendaron las primeras dosis para los propios sanitarios o para los residentes en establecimientos de cuidados a largo plazo, como los recién fallecidos en Noruega.

Por consiguiente, tras la hecatombe que se está produciendo, la Agencia Noruega de Medicamentos y el Instituto Nacional de Salud Pública aseguran estar investigando estas muertes, de las que 13 ya han sido evaluadas. Tras las respuestas de esa decena de autopsias, esas organizaciones han hablado de las reacciones graves y efectos secundarios de esas dosis en personas ancianas y frágiles. Algo que, advierten, trata de incitar a “rastrear la seguridad de las vacunas contra el covid, especialmente aquellas que están basadas en tecnologías novedosas como el ARN mensajero”.

Mientras tanto, Bélgica informa de la muerte de una persona vacunada y en Suiza las autoridades han informado de la muerte en Lucerna de dos personas justo después de recibir la vacuna. En Alemania por su parte han fallecido decenas de personas. En este país el Instituto Paul Ehrlich investiga la causa de 10 de dichas muertes. Los expertos quieren demostrar que otros factores distintos a las vacunas han desempeñado algún papel en los fallecimientos.

Hasta el domingo el Instituto Paul Ehrlich había recibido 325 casos sospechosos con 913 efectos secundarios, incluyendo 51 casos sospechosos con efectos secundarios graves. Esto corresponde a 0,53 casos por cada 1000 dosis de vacuna o 0,08 casos sospechosos de efectos secundarios graves por cada 1000 dosis de vacuna.

Las 10 muertes que investiga el Instituto Paul Ehrlich se produjeron poco después de recibir la vacuna contra el coronavirus. Las personas gravemente enfermas han muerto dentro de los cuatro días siguientes a la vacunación, informó el Instituto Federal de Vacunas y Medicamentos Biomédicos de Langen, Hesse. Según los expertos, la relación de las vacunas con las muertes es bastante improbable: “Sobre la base de los datos de que disponemos, suponemos que los pacientes murieron como consecuencia de su enfermedad subyacente, en un plazo que coincide con la vacunación”, dijo Brigitte Keller-Stanislawski, jefa del departamento responsable de la seguridad de los medicamentos y los dispositivos médicos. Por “razones de protección personal”, no podía decir nada sobre los casos individuales, “pero se trata de pacientes muy graves con muchas enfermedades subyacentes”. Algunos fueron “tratados paliativamente”. Qué iba a decir. Hasta ahora, más de 800.000 personas en Alemania han recibido la primera dosis de la vacuna.

Antes de que la Unión Europea aprobara la vacuna de Pfizer, el presidente del Instituto Robert Koch, Lothar Wieler, admitió que, por pura probabilidad estadística, “las personas morirán con el tiempo con la vacuna”, porque “los ancianos y muy viejos” tienen generalmente más probabilidades de morir debido a su edad. Así mismo Wieler dijo que los efectos secundarios más frecuentes son, con mucho, los dolores de cabeza, el dolor en el lugar de la inyección, la fatiga y los dolores. Estos efectos secundarios temporales son algo más fuertes que los de una vacuna contra la gripe. Los efectos secundarios graves son muy raros y la relación es a menudo incierta, según el presidente del Instituto Koch. Al igual que con el cáncer y la leucemia, los “expertos” dicen que no hay “estudios concluyentes” que muestren relación alguna entre la contaminación medioambiental y electromagnética y cáncer, sin embargo los casos de cáncer y leucemia se disparan en lugares con centrales eléctricas, térmicas o ciudades supercontaminados, eso sin mencionar la alimentación convencional, llena de cancerígenos y otras sustancias perjudiciales.

Pero siguiendo con la vacuna y en contra de lo que los medios están difundiendo, Klaus Cichutek, Presidente del Instituto Paul Ehrlich, dijo: “De acuerdo con el estado actual de los conocimientos, no hay pruebas de que las vacunas aprobadas anteriormente sean eficaces contra las mutaciones del virus que han surgido ahora”.

Por otro lado el martes en una rueda de prensa, la directora del servicio de salud pública del Ministerio israelí de Sanidad, la doctora Sharon Elrai-Price, señaló que el 17 por ciento de los pacientes en estado crítico que se encuentran actualmente en los hospitales del país ingresaron tras recibir la primera dosis de la vacuna contra el coronavirus. A estas personas en cuidados intensivos (el 17% de todos los pacientes en cuidados intensivos del país) hay que sumar las dos personas muertas a los pocos días de recibir la vacuna.

En la rueda de prensa Elrai-Price no aclaró si los hospitalizados han ingresado como consecuencia de una reacción adversa a la vacuna o porque se siguen “contagiando”, a pesar de la vacuna.

Como cabía esperar, los “contagios” siguen su curso, a pesar de las vacunaciones masivas. La primera explicación de Elrai-Price sigue el guión establecido: una sola dosis de la vacuna contra el coronavirus no ofrece suficiente protección.

La segunda explicación es más de lo mismo: la nueva cepa del virus.

Es más, los contagios han aumentado a medida que se extendía la vacunación. Hasta la fecha, 4.500 personas han dado positivo por coronavirus después de recibir la primera dosis de la vacuna, 375 de las cuales han sido hospitalizadas. “El número de casos confirmados ha alcanzado un nuevo récord, con más de 9.000 pruebas positivas. Nunca ha habido un número como éste antes”, dijo Elrai-Price.

De los hospitalizados, 244 ingresaron dentro de la primera semana después de la vacunación, 124 dentro de la segunda semana y 7 más de 15 días después de recibir la vacuna.

Como consecuencia de ello, el gobierno de Tel Aviv ha impuesto el confinamiento por tercera vez.

Israel aparece en las portadas de los medios internacionales por la rapidez con que está vacunando a la población, pero hay otro “lado oscuro”, no está vacunando a los cinco millones de palestinos que viven en los territorios ocupados.

La Autoridad Palestina no quiere esperar a que la OMS apruebe la vacuna Covax, destinada a los parias de la Tierra y está negociando con Rusia la administración de Sputnik. Ésta es una vacuna convencional con virus atenuado, como la de Sinopharm (una de las vacunas chinas) pero a diferencia de la vacuna del país oriental o de las vacunas de ARNm, Rusia no está informando de los efectos de su vacuna. Nótese que decimos “no está informando”.

En medio de esta cascada de muertes y enfermedades, sumadas a las ya informadas en entradas anteriores de nuestro blog, la UE incluso le niega a sus propios eurodiputados acceso a los contratos y a la documentación relativa Pfizer. Tras el enorme desembolso que los gobiernos hicieron a fondo perdido a los laboratorios para que obtuvieran la vacuna (con el consiguiente beneficio en Bolsa para sus accionistas), y el acuerdo para exonerar de responsabilidad alguna a la industria farmacéutica de posibles contraindicaciones, siguen llegando noticias sobre el gran tinglado. En esta ocasión que los eurodiputadas y eurodiputados, después de que les fuera negada en primera instancia, “podrán ver” esta semana el contrato de la farmacéutica CureVac con la Comisión Europea para suministrar su vacuna para la COVID-19. Sobre Pfizer… nada de nada.

Se llevan meses pidiendo transparencia a la Comisión Europea respecto a esos contratos, pero lo único que hemos podido saber ha sido gracias a filtraciones involuntarias como en el caso de una ministra belga que  permitió saber el precio de cada dosis

¿Qué se podrá ver exactamente? Pues una versión «redactada» del contrato (esto es, una versión con partes eliminadas), durante sólo tres días y sólo en franjas horarias concretas de la vacuna de Curevac (ni de Pfizer, ni de AstraZeneca, ni de Moderna). Además, la sala habilitada está en un edificio de la Comisión Europa, no en la Eurocámara, y todo ello bajo unas condiciones estrictas ”estilo TTIP”: “nada de teléfonos móviles o cámaras, sólo podemos llevar folios y un lápiz y nos obligan a firmar previamente un contrato de confidencialidad que nos prohíbe difundir nada de lo que leamos en el contrato” dijo la eurodiputada Sira Rego.

La democracia por fín se quitó la careta definitivamente y se revela como lo que es, un obsoleto medio de control que va a ser sustituido por una más eficiente dictadura tecno-científica que nos está matando desde hace mucho tiempo. Todo en aras del progreso, por supuesto.

 

Fuentes:

euskalnews.com

mpr21.info

el correo de andalucía

reuters