El orígen de la covid-19 y los fondos del pentágono

Una poderosa ONG internacional llamada EcoHealth Alliance (Alianza por la EcoSalud) ha tenido un papel clave durante la pandemia para modelar la narrativa sobre los orígenes y el posible futuro de esta y otras pandemias, tanto en la prensa como en las Naciones Unidas, en particular para denostar cualquier hipótesis que niegue un origen totalmente “natural” del virus del Covid-19.
 

En julio de este año, el centro de investigación independiente Bio Science Resource mostró que esa ONG canalizó más de 10 millones de dólares de fondos públicos de Estados Unidos al Instituto de Virología de Wuhan (IVW), China, justamente para modificar genéticamente virus de murciélago, concretamente el SARS-CoV.Esto sucedió además en el período en que Estados Unidos prohibió este tipo de investigación en su territorio, por los riesgos que implica. Pero en su típica doble moral, el gobierno de Estados Unidos aprobó fondos para continuar la misma línea de trabajo en otros países, como China. Estos son los fondos que canalizaba la EcoHealth Alliance para el IVW.

Ahora, un nuevo reporte de investigación del periodista Sam Husseini publicado el 16 de diciembre de 2020 en el portal Independent Science News, revela que la EcoHealth Alliance recibió además cerca de 40 millones de dólares del Pentágono y otras fuentes militares y públicas de Estados Unidos, datos que ha intentado ocultar.

El tema es grave porque sugiere que se estarían usando estos fondos para desarrollar armas biológicas u otros instrumentos o estrategias de interés militar. Los fondos militares serían para “biodefensa”, es decir, supuestamente para prepararse ante un ataque biológico, por ejemplo con virus infecciosos. La diferencia entre “defensa” y “ataque” en esta área es cuestión de palabras. Bajo el título biodefensa, se hace manipulación genética de microorganismos, entre otras cosas para aumentar su capacidad patogénica, supuestamente para poder prever la defensa generando antídotos, si otros las usaran en un ataque terrorista. En la práctica, la investigación es la misma, solamente cambia el título que se le da al fin expreso de uso de esos organismos ¿son bioarmas o armas para biodefensa?

Hay varios científicos de sólida trayectoria, que proponen estudiar la hipótesis de que el virus causante de la actual pandemia haya sido un escape de laboratorio, justamente a partir del proyecto de investigación del laboratorio de la Dra. Shi Zhengli del Instituto de Virología de Wuhan, en el proyecto de colaboración y financiado por los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (en particular el que preside Anthony Fauci), canalizado por la EcoHealth Alliance. Expliqué los argumentos de esta hipótesis en ese sentido en un artículo anterior.

A más de un año del inicio de la pandemia de Covid-19, aún no están claros los orígenes del SARS-CoV2, ni como llegó a contagiar a humanos. Eso no es opinión, todos los científicos reconocen el hecho.

No obstante, la EcoHealth Alliance, a través de su presidente Peter Daszak, defiende enfáticamente que el SARS-CoV-2 (el virus que causa Covid-19) tiene origen natural, e insiste que todas las otras hipótesis no merecen ser analizadas ni investigadas. Daszak insiste particularmente en que no se debe investigar si fue o no una construcción de laboratorio, como demanda, entre otros científicos, el Premio Nobel de Medicina francés Luc Montagnier.

Daszak tiene un fuerte conflicto de interés en el tema, ya que la institución que preside canalizó los fondos públicos –¿y militares?– al laboratorio chino en Wuhan, para la modificación genética del SARS-CoV-2, justamente para “aumentar su función” de contagio a humanos (gain-of-function), que era lo que estaba suspendido en Estados Unidos.

Por ello, Daszak ha buscado que otros científicos se pronunciaran en el mismo sentido, para no quedar tan evidente y desacreditar a quienes pedían mayor investigación sobre las actividades de manipulación de virus en Wuhan.

Así se pronunciaron 27 científicos y científicas en febrero de 2020, en un comunicado en la revista The Lancet. Posteriormente, la organización US Right to Know reveló (luego de acceder a correos electrónicos de la EcoHealth Alliance liberados a través de solicitudes de libertad de acceso a información pública), que Daszak es quien orquestó este texto, afirmando que los que pedían más información sobre el posible origen no natural del Covid-19 no eran más que teorías de conspiración.

Pese a ello y ante la incertidumbre sobre los orígenes del virus, tanto la Organización Mundial de la Salud como The Lancet formaron comisiones de investigación sobre los orígenes de Covid-19, para solicitar a China y al Instituto de Virología de Wuhan acceso a sus expedientes sobre el origen del SARS-CoV-2.

Entre otras cosas, China confirmó en noviembre de 2020 que el virus del cual procedería el que provocó la pandemia actual, se encontró en una mina en Yunnan desde 2012 y que el Instituto de Virología de Wuhan recogió muestras de éste en 2012 y 2013. Eso ya lo habían expuesto los científicos Jonathan Latham y Alice Wilson, y es una de las líneas de investigación que Daszak pretendió desacreditar.

Las comisiones de investigación de OMS y The Lancet podrían ser un desarrollo interesante, ya que si no hay nada que ocultar o las hipótesis no son correctas, las comisiones independientes lo podrían comprobar. El grave problema, como reporta Sam Husseini, es que Peter Daszak integra ambas comisiones, incluso preside la comisión de The Lancet, por lo que parece que más bien se trata de otra jugada para no permitir la transparencia de lo que realmente sucedió con el proyecto estadounidense de manipulación de virus de murciélago en Wuhan. Claramente, Daszak debe ser considerado parte de los actores principales a investigar, no integrar las comisiones.

Daszak ha conseguido también ubicarse en roles claves en Naciones Unidas, como ser el presidente de un nuevo informe de IPBES (Panel internacional de biodiversidad que asesora a ONU, referente científico en el tema de biodiversidad) y ser el orador principal de una sesión plenaria (oficial, virtual) del Convenio de Diversidad Biológica, sobre biodiversidad y salud el 15 y 16 de diciembre de 2020, en la que se discutieron temas muy importantes, como la relación entre la destrucción de la biodiversidad natural, la expansión de la cría industrial de animales y la emergencia de nuevas enfermedades zoonóticas.

Además de su dudosa función en la colaboración con el laboratorio de Wuhan, Daszak tiene una agenda propia, que impulsó en esa sesión: el Proyecto Viroma Global, donde propone secuenciar todos los virus del planeta, para luego usar sistemas de Big Data e inteligencia artificial para desarrollar antídotos, supuestamente para prevenir nuevas pandemias. Coherente con los fondos militares que recibe la EcoHealth Alliance, para Daszak se trata de una guerra, donde los virus son el enemigo y por ello, hay que desarrollar armas para combatirlos.

En el marco de esta argumentación, aunque reconoce otros factores, desliza que el problema es el consumo de animales silvestres, culpabilizando de hecho a las comunidades indígenas y campesinas de todo el planeta, por comer esos animales “silvestres” (en lugar de puercos, pollos y vacas de criaderos industriales). Daszak siempre empieza señalando el problema del tráfico ilegal de especies silvestres, (lo cual obviamente es un problema) pero su insistencia en el tema del consumo de animales silvestres, al tiempo que minimiza el tema brutal de la expansión de la cría industrial de animales, muestra su absurda parcialidad.

Como planteé en artículos anteriores, hay muchas causas convergentes que llevaron a la pandemia, las cuáles siguen existiendo y están generando nuevas pandemias. Las maniobras de la EcoHealth Alliance, coinciden con las de las grandes farmacéuticas y los titanes tecnológicos (todos los que han obtenido grandes lucros con la pandemia), en cerrar lo más posible la óptica de análisis, para en lugar de analizar críticamente la realidad y lograr soluciones preventivas, colectivas, justas y sustentables, vayamos a sociedades hipertecnologizadas, de alto control y vigilancia, donde se “atacan” las pandemias con vacunas y otras propuestas de alta tecnología controladas por esas mismas empresas.

Además, por sus altísimos riesgos de uso en bioarmas -y de probables escapes de laboratorio con efectos devastadores- urge que se prohíba en todo el mundo la manipulación genética de virus infecciosos para optimizarlos para contagio (gain-of-function). Aquí una de las campañas en ese sentido.

Silvia Ribeiro
 https://desinformemonos.org/