Si no desmontamos la farsa del coronavirus, “els carrers no seràn mai més nostres”, sino del Estado y la autoridad científica-militar. Es una prioridad irremediablemente.

No esperamos ninguna orden, ni obedecemos las pautas del Estado, ni dejamos que nuestro entorno cobarde marque nuestro actuar, ni nos dejamos intimidar por los chantajes emocionales surgidos de emociones falsas CREADAS a control remoto por los medios de comunicación y los poderes establecidos que logran impregnar a la sociedad ultra-socializada y cibernética.
Tampoco nos conformamos con una existencia meramente virtualizada basada en emociones intermediadas por emoticonos, chats, whatsapps, series televisivas de mierda que nos programan y nos comen el cerebro.

Muchos permanecen paralizados y sobrecogidos ante un nuevo escenario que no entienden ni se esfuerzan por comprender fuera de los canales de la obediencia.

Nosotros, como otros tantos, seguimos en las calles y comunicándonos cara a cara, sin dejar que el Estado y el espectáculo intervengan e intermedien en nuestros vínculos, nuestras relaciones y nuestros cuerpos-mentes. Nuestro instinto de rebeldía insolente y de desobediencia insumisa nos invita a rechazar las normas y las órdenes, incluso las que sean “por nuestro propio bien”, porque si fueran por nuestro propio bien, no serían órdenes ni normas; porque bien sabemos nosotros que las normas, la autoridad y los castigos no nos hacen ningún bien.

¡Sin mascarilla, daremos la cara y desenmascararemos esta farsa!